Se han quedado anclados en el pasado PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Cultura de la Memoria
Escrito por Antonio Alfonso Hernández   
Domingo, 07 de Julio de 2013 05:27

Parece que algunos estudiosos de la guerra civil española  aún no se han enterado que estamos en 2013, ya que el discurso que sostienen y los temas a los que recurren para argumentar sus posiciones , se asemejan  mucho a los que  utilizaron los propagandistas franquistas durante la guerra y la larga dictadura del sátrapa.
La crónica periodística de Jay Allen sobre lo ocurrido en Badajoz,  la supuesta entrevista que le concedió Yagúe  a John  Whitaker  y  el bulo  publicado en el diario La voz sobre la fiesta que habría organizado  la flor y nata de la ciudad para asistir a la matanza en la plaza de toros, constituyen  a día de hoy , los temas estrellas que utilizan los enterradores de la verdad para tratar de convencer a un público predispuesto  a ello, a que aquí  apenas pasó nada.
 
 
Todo ello porque creen  erróneamente que  aprovechando una parte pueden desacreditar el todo, pero están muy equivocados.
 
Incluso se atrevieron a escribir un libro cuya piedra angular era estos temas que acabo de citar. Creían y creen que habían  logrado desmitificarlos. Se apoyaron en las crónicas periodísticas sobre lo sucedido pero resultó un fiasco y se hicieron  la picha un lío con tantos artículos.  Pero existía y existe un problema bien gordo para ellos aunque no se acaban de enterar.  El problema reside en que todo esto hace muchísimo tiempo que está suficientemente desmitificado. Por tanto han  errado en el disparo,  o peor aún, han disparado tarde y mal, ya que no se puede desmitificar algo que ya lo estaba.
Para desmitificar algo  es imprescindible   por un lado, que el mito siga teniendo vigencia  entre los historiadores e investigadores serios e imparciales, y por el otro, que  se mantenga en la memoria colectiva de los ciudadanos. Pues bien, ni lo uno ni lo otro ocurría cuando publicaron el libro. Es decir, estamos ante unos temas que estaban suficientemente sobrepasados por todos desde hace muchos años. Bueno, mejor dicho, por casi todos menos para aquellos cuya mente se quedó anclada en la España de los partes de guerra.
 
Habría que remontarse a  1979 cuando se publicó el artículo, La matanza de Badajoz, en la revista Temas de Historia, de Rafael Tenorio y a  La guerra civil en Extremadura de Justo Vila en los inicios de los años ochenta, para encontrar los últimos exponentes de cierta entidad donde aún se recurría a estos mitos para contar  LA MATANZA DE BADAJOZ.
 
Desde entonces y ya antes,  los profesionales que se dedican a la historia de la guerra civil desde una visión crítica con el bando franquista, lo hacen sin necesidad de recurrir a  estas cosas.  Pero es que tampoco lo necesitan  ante el cúmulo de pruebas existentes sobre la masacre de Badajoz.
Digamos por otra parte, que el debate, el estudio, sobre la guerra civil en Badajoz anda por otros derroteros, pero algunos aún no se han enterado o no se quieren enterar.
 
No les preocupa, más bien les incomoda, la labor que se viene desarrollando en los últimos años para encontrar los restos de los miles de desaparecidos que a día de hoy aún yacen por los campos de España. Qué esto sea una injusticia manifiesta, máxime cuando el franquismo pudo enterrar dignamente a sus muertos,  no es algo que  les importe lo más mínimo. Ellos están a sus “cosas”
Lejos de mostrar interés por un tema que es de los  más  trascendentes que quedan por resolver sobre la guerra civil, manifiestan a menudo expresiones malsonantes y carentes de respeto hacia las familias que reclaman algo tan elemental como la  búsqueda de sus seres queridos.
 
Tampoco están en el debate, en permanente revisión para su actualización, sobre los listados de los fallecidos por la represión. Si acaso, para criticar con malas artes y peor estilo los trabajos que vienen desarrollando en este sentido honestos profesionales. Es el caso de la mezquina manera que tienen de desacreditar los listados aparecidos en LA COLUMNA DE LA MUERTE de Francisco Espinosa.   Unos cuantos errores en los mismos son interpretados por estos farsantes como la prueba de que están debida e intencionadamente  engordados por el autor.  Nuevamente aparece la vieja y roída táctica de aprovechar una parte para desacreditar el todo.
 
No hará falta recordar que es la crónica  de Jay Allen el tema favorito de estos revisionistas.
En este sentido hay que decir que es irrelevante si Jay Allen estuvo o no en Badajoz. ¿A quién le puede importar?   Qué exageró cuando escribió que 1800 personas fueron asesinadas en la plaza de toros en pocas horas . Puede que sí,  pero  ¿ Puede alguien  afirmar con rotundidad  que fueron menos de 1800 las personas asesinadas en Badajoz entre el 14 y el 18 de Agosto?  Desde luego yo no me atrevo. Ni yo ni nadie que busque la verdad al margen de intereses espurios. Podríamos llegar fácilmente a la conclusión de que lo importante no es, en cuánto tiempo,  sino, cuántos.  Da igual que los asesinaron en 12 horas, en 24 o en 4 días. Lo  grave es el número importante de personas que se llevaron por delante.
 
Además, ¿No estaba confirmándolo de alguna manera Yagüe, cuando al ser preguntado por los periodistas si se habían cargado a  dos mil, éste respondió, quizá no tantos? ¿Por qué razón no lo negó de forma rotunda?
 
Por cierto, se suelen enfadar conmigo cuando les recuerdo que para más inri, ni siquiera son los descubridores de que Allen no estuviera en Badajoz, ni tampoco los que averiguaron las falsedades o errores de la crónica del norteamericano. Qué se le va  a hacer. Esto es así por mucho que les fastidie.
Por mucho que se empeñen, es  innegable que la masacre que protagonizaron los rebeldes   en Badajoz en aquellos pocos días, sigue siendo  considerado  como un hecho extraordinario dentro de los que se produjeron en la guerra.
 
Prueba de que se han quedado anclados en el pasado es el lenguaje guerracivilero que se gastan.
Alguno de ellos acusa sin miramientos a los que legítima y pacíficamente reivindican la vuelta de la República de pretender el fusilamiento o encarcelamiento de los derechistas una vez   que se reinstaurara ésta.
 
La República según ellos, sería una excusa para instaura una dictadura marxista.
Para ellos, la gente de izquierda somos chequistas, frentepopulistas,  marxistas y unas cuantas cosas más acabadas en ista. 
 
Qué sentido pueden tener estas expresiones en la España de hoy casi ochenta años después de la guerra.
 
En fin. Esto es lo que hay.
La España en la que se han quedado algunos
 
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