Organizaciones Teritoriales
Más enlaces
Designed by: |
Kosovo: El silencio es un crimen de guerra |
Imperio - Unión Europea |
Escrito por Higinio Polo / UCR |
Sábado, 04 de Junio de 2011 00:00 |
En junio de 1999, un hombre joven de 29 años, Hashim Thaçi, se entrevistó en Pristina, la capital de Kosovo, con cuatro ministros de asuntos exteriores de países europeos (el británico Robin Cook, el francés Hubert Védrine, el alemán Joschka Fischer y el italiano Lamberto Dini). Entonces, ese hombre ya era conocido como "la serpiente", y los cuatro ministros lo sabían. Pocos días antes, Thaçi había hablado con el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, James Rubin, quien incluso le facilitó la posibilidad de hablar telefónicamente con el propio presidente Bill Clinton. Era un apoyo político en toda regla.
En esos días, el UÇK exigía la retirada de las tropas rusas, mientras recibía armas y apoyo norteamericano. En medio del delirio nacionalista que destruyó Yugoslavia en los años noventa (y que impulsaron dirigentes como Franjo Tudjman, Slobodan Miloševic'y Alija Izetbegovi, además de la activa participación de los servicios secretos de países como Alemania y Estados Unidos, entre otros), el objetivo estratégico de Washington y Berlín fue el de ganar áreas de influencia, colaborando en la desintegración de Yugoslavia, que ya tenía una dinámica propia desde el inicio de los años noventa. En ese contexto internacional, Moscú apenas contaba,gobernada por el alcohólico Yeltsin, empeñado en la destrucción de los restos de la Unión Soviética. En febrero de 1999, en el castillo de Rambouillet, a cincuenta kilómetros de París, meses antes de esa reunión en Pristina, las diplomacias norteamericana (representada por Christopher Hill) y europea intentaban que Belgrado reconociese al UÇK, representado allí por Thaçi. "La serpiente" era ya el jefe de la delegación albano-kosovar en Rambouillet. Madeleine Albright, secretaria de Estado norteamericana, quien quedó prendada del joven kosovar, había dicho con su habitual tono altanero y amenazante: "Nuestra diplomacia se apoya sobre el recurso a la fuerza. Hemos tomado la decisión de recurrir a ella si las negociaciones no progresan. Hay dos escenarios. Si los serbios son responsables del fracaso de las negociaciones, serán los objetivos serbios los fijados. Si son los kosovares albaneses, estos perderán el apoyo de la comunidad internacional, de la que dependen para perseguir sus objetivos". El mensaje era claro: Washington ya había tomado una decisión, y estaba dispuesta a bombardear, para desgajar Kosovo de Serbia, convirtiendo ese territorio en un enclave central en su despliegue estratégico en Europa, y para ello ya había elegido a sus hombres sobre el terreno: Thaçi era el más relevante, aunque fuera un asesino sin escrúpulos, pero eso era un detalle menor. En esos meses, el enviado especial de Bill Clinton para los Balcanes, Robert Gelbard, afirmaba sobre el grupo que dirigía Hashim Thaçi: "Yo distingo muy bien a los terroristas y estos hombres son terroristas". Gelbard no era un personaje cualquiera. En 1998 se había entrevistado con Miloševic y le amenazó con bombardear Yugoslavia, y, poco después, lo propuso formalmente el gobierno de Clinton. Como sabían, y así lo escribieron en sus informes, los servicios secretos de los países que intervenían de forma abierta o encubierta en Yugoslavia, Thaçi era el más peligroso de los criminales mafiosos de Kosovo, el más desalmado, el más cruel, pero eso no impidió que Estados Unidos lo apoyara y convirtiera en su principal hombre en la zona. Era el elegido. Y tenía un importante papel a desempeñar: contribuir a la creación de un nuevo país, Kosovo, que era la pieza final a cobrar en la desintegración de la antigua Yugoslavia socialista, y que iba a convertirse en el principal portaaviones de la máquina de guerra norteamericana en los Balcanes y el Mediterráneo. Sin em bargo, a veces los planes elaborados en los despachos de Estado Mayor no se cumplen siempre en todos sus detalles como estaba previsto, y surgen complicaciones. En las negociaciones de Dayton, en 1995, no se había abordado el asunto de Kosovo, y, ese mismo año surgió una organización desconocida llamada UÇK, que tuvo desde el principio el apoyo norteamericano. Desde su aparición, los "guerrilleros" del UÇK hostigaron a las fuerzas de Miloševi????, cuya torpe y represiva política nacionalista había contribuido al agravamiento de las disputas en Kosovo. En esos años, Ibrahim Rugova, el dirigente kosovar moderado y contrario al uso
lanzó una lluvia de misiles de crucero y de bombas contra todo el territorio yugoslavo, durante setenta y nueve días consecutivos:
La intervención ilegal de la OTAN, sin man dato de la ONU, supuso una sistemática destrucción de objetivos civiles y militares serbios que acabaron por doblar el espinazo de Belgrado. El bombardeo fue feroz, y la aviación de la OTAN volvió a utilizar munición con uranio empobrecido, que ha contaminado gravemente todo el país, hasta el punto de que, solamente en Kosovo, la propia prensa local daba cuenta en 2010 de que unas cinco mil personas mueren cada año a consecuencia del cáncer, triplicando la mortandad que se daba antes de la agresión norteamericana, mientras en Serbia han aumentado notablemente las enfermedades infantiles. Miloševic' no tuvo más remedio que ceder. Tras los hechos consumados, en unos años en los que la débil Rusia de Yeltsin apenas contaba en el escenario internacional, Kosovo pasó a ser administrado por la ONU bajo la resolución 1244 del Consejo de Seguridad, enviando la misión de la KFOR, bajo el mando de la OTAN. Era el primer paso, porque aunque la resolución de la ONU mantenía el principio de que Kosovo formaba parte de Serbia, Estados Unidos ya estaba preparando los siguientes pasos.
Thaçi es un criminal, y Kosovo es un pequeño Estado en manos de la mafia. Los prisioneros ignoraban la razón de aquella bondad, de aquel trato que les otorgaban sus carceleros: sólo se daban cuenta de su destino cuando, tras ser trasladados a Albania, eran puestos ante los cirujanos que les extraerían sus órganos, sus riñones, tras ser asesinados de un balazo en la cabeza, fríamente, para que sus vísceras no se estropeasen. No sabemos a cuántos prisioneros mataron así, aunque algunas fuentes hablan de centenares de serbios asesinados para alimentar el tráfico de órganos. Tal vez nunca sabremos cuántos fueron sacrificados. La lista de los lugares utilizados como prisiones y mataderos es larga: Burrel, Bicaj, Cahan, Fushë-Krujë, Kukës, Durres, Rripe (donde estaba la siniestra casa amarilla). Esa era
Todo eso ocurrió durante la guerra que lanzó la OTAN en 1999, pero también después, a lo largo de los años de la primera década del siglo XXI, porque las complicidades llegan hasta hoy: en enero de 2011 fue detenido en Estambul el médico turco Yusuf Ercin Sonmez (conocido como doctor Frankenstein, y que, según el diario británico The Guardian, es uno de los principales organizadores del tráfico de órganos humanos) que era buscado por la Interpol por su presunta implicación en ese tráfico en Kosovo y en Azerbeiján. Ha sido también relacionado con Hashim Taçi. Cuando presentó su informe, Dick Marty dijo que, con toda probabilidad, las grandes potencias conocían ese comercio de la muerte. ¿Cuáles son esas potencias? No lo dijo, pero todos lo entendieron: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, los principales países de la OTAN. Porque fue la OTAN quien atacó a Yugoslavia y forzó la aparición de un poder nuevo basado en criminales como Thaçi, y son esos países quienes han entregado millones de dólares para mantener en pie un Estado criminal. Los cómplices de los matarifes como Thaçi se justifican: mantienen que la estabilidad política en Kosovo y en toda la antigua Yugoslavia es un valor que está por encima de la petición de responsabilidades. Marty, consciente del horror, reclamó que los tribunales internacionales investigasen, y dio cuenta de la atmósfera de miedo en que vive hoy la población de Kosovo, incluidos muchos soldados, fiscales, policías, familiares de desaparecidos. Miedo hasta el punto de que Marty explicó que si él fuera un abogado de algún testigo, le recomendaría que no declarara, porque ya han sido asesinados demasiados testimonios. Hay que tener presente que la justicia de Kosovo entrega los datos de todos los testigos a los abogados de los acusados, es decir, facilita de hecho que los asesinos ordenen la desaparición y la muerte de quienes pueden testificar contra ellos. También han sido destruidas muchas pruebas: en abril de 2008, Ramush Haradinaj, un antiguo guerrillero del UÇK y también ex primer ministro de Kosovo, e Idriz Balaj, comandante de las Águilas Negras, una siniestra unidad del UÇK, fueron absueltos por falta de pruebas en la Corte Internacional de La Haya pese a haber cometido crímenes de guerra y múltiples asesinatos. Pero supieron imponer la ley de los mafiosos: nueve de los diez testigos que hubieran declarado contra Ramush Haradinaj no pudieron hacerlo porque estaban muertos; todos murieron en atentados, o carbonizados, y el único testigo superviviente que podía testificar anuló su declaración después de que intentaran asesinarlo. Tanto los servicios secretos de países occidentales como la misión de la OTAN en Kosovo sabían que Haradinaj era un criminal implicado en el tráfico de drogas, prostitución, trata de personas y tráfico de órganos y de armas. Miles de kosovares conocen las historias del siniestro tráfico de órganos, pero no se atreven a hablar. El escándalo había llegado demasiado lejos, y la EULEX (misión de la Unión Europea en Kosovo) anunció en diciembre de 2010 que investigaría las denuncias, y, en enero de 2011, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa exigió una investigación sobre las actividades el UÇK y sobre los asesinatos de prisioneros para alimentar el tráfico de órganos. La antigua fiscal del Tribunal para la antigua Yugoslavia, Carla del Ponte, ha pedido también que se abra una investigación sobre la actuación de Hashim Thaçi. Pero los asesinos siguen sueltos, y en esa sociedad de pon zoña, en ese Estado mafioso creado en el corazón de los Balcanes, nada sorprende, aunque en las elecciones donde triunfó Thaçi más de la mitad de la población no votase. Como era de esperar, el gobierno de Kosovo, dirigido por Thaçi, negó la veracidad del informe y acusó a Marty de haber dirigido una investigación para publicar un "panfleto político hecho por Serbia, con el acuerdo de Rusia". Aunque Thaçi ha procurado refinar sus modales y construir en los últimos años una imagen pública de hombre de Estado, fue fiel a su reputación y a su antiguo sobrenombre de "la serpiente" declarando que "El informe apunta contra Kosovo. Presentaré pruebas al tribunal. Dick Marty cree estar protegido por la inmunidad parlamentaria, pero ésta no durará de por vida. Tengo cuarenta años. Esperaré a que la pierda". Era un aviso inquietante, viniendo de quién viene. La mafia albanesa y kosovar no suele bromear, hasta el punto de que la propia Carla del Ponte ha llegado a decir que creía que algunos de los miembros del Tribunal Penal Internacional tenían miedo de esas mafias. Sin embargo, pese al repugnante silencio de los corderos im puesto durante años, la verdad siempre pugna por salir: desde el revelador incidente que tuvo lugar en el aeropuerto de Pristina, cuando un pasajero turco perdió el conocimiento y los médicos que le atendieron descubrieron una cicatriz reciente a consecuencia de la extracción de un riñón, se ha documentado que ciudadanos de otros países, desesperados por su miseria, accedieron a que se les extrajeran órganos a cambio de diversas cantidades de dinero, que, a veces, ni siquiera llegaban a cobrar. También han surgido nuevos datos en el proceso que se sigue en Pristina, y que el gobierno kosovar no ha podido impedir, contra la clínica Medicus, una em presa que extraía órganos a ciudadanos turcos, kazajos, rusos, ucranianos y moldavos. Los riñones eran vendidos después por noventa mil euros a clientes de países ricos. En el proceso está implicado Shaip Muja, un médico cirujano del UÇK que hoy es consejero político de Thaçi y que fue uno de los principales organizadores del tráfico de órganos. El negocio del tráfico de órganos continúa. Lo más siniestro no es que todo ese horror se conozca ahora, sino que los principales países de la OTAN ya lo sabían. Marty ha puesto por escrito, con su escrupulosa investigación, juntando todas las piezas, lo que para nadie era un secreto: que Thaçi es un criminal, y que Kosovo es un pequeño Estado en manos de la mafia. La fiscal Carla del Ponte (que trabajó en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia) publicó hace ya dos años un libro (La caza, disponible en castellano) El único testigo superviviente que podía testificar anuló su declaración después de que intentaran asesinarlo. Carla del Ponte publicó los datos sobre treinta y cinco serbios y kosovares que fueron secuestrados, "encerrados en condiciones inhumanas en un establo", torturados, violados y asesinados: uno de los acusados era Fatmir Limaj, un matón que llegó a ser parlamentario de Kosovo y que era el "socio empresarial" de Thaçi. Carla del Ponte reveló también que pudo recopilar información sobre los casos de trescientos serbios asesinados, en 1999, por traficantes de órganos. Todo indica que ese tráfico de órganos humanos se desarrolló du rante la guerra, pero continuó después cuando Kosovo se convirtió, en la práctica, en un protectorado norteamericano. Era imposible que Washington, con su gigantesca base de Camp Bondsteel en Kosovo y sus miles de hombres destacados en el territorio, desconociese lo que hacían sus protegidos.
Ante el horror denunciado en el informe del Consejo de Europa, Estados Unidos ha reclamado pruebas, en un ejercicio de hipocresía que quiere hacer olvidar que sus propias agencias, como la CIA, así como los servicios secretos alemanes BND, y los servicios de inteligencia británicos e italianos, además de la OTAN, habían elaborado desde hacía años informes calificando a Thaçi como uno de los principales jefes de la mafia albanokosovar, y que ellos mismos disponen de esas pruebas. Por eso, Marty ha declarado: "las pruebas están ahí, sólo hay que ir a buscarlas". Pero muchos de los responsables de la OTAN y de la misión de la ONU en Kosovo han tenido, y tienen, una actitud complaciente con los criminales que dirigen el país, hasta el punto de que algunos, como el danés Søren Jessen-Petersen, jefe de la UNMIK y representante de la ONU en Kosovo, ha llamado "amigo" a un personaje como Haradinaj, enriquecido con el crimen, a quien la fiscal Carla del Ponte no dudó en calificar de "gánster con uniforme". El silencio y la complicidad de importantes políticos de los países de la OTAN con Thaçi y sus mafiosos se explica porque si los criminales fueran presentados ante los tribunales saldrían a la luz las complicidades de muchos responsables, empezando por Bill Clinton, Tony Blair y muchos dirigentes políticos occidentales que siguen en activo. Kosovo es un Estado criminal en manos de la mafia, y, una vez más, Estados Unidos, para conseguir sus propósitos políticos, ------------
------------ El silencio es un crimen de guerra por Higinio Polo Estados fallidos, pero se puede ir más lejos: Kosovo, por ejemplo, un estado criminal cuyo presidente, |