Sin nosotrxs, nada PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Beatriz Gimeno   
Miércoles, 28 de Mayo de 2014 00:00

La Europa que habían diseñado para nosotros y nosotras se les ha roto en pedazos, o la hemos roto más bien. Esa es una de las conclusiones más importantes de las elecciones del domingo. A pesar de la manipulación mediática, de la diferencia de medios materiales entre unos partidos y otros, cuando la gente puede votar, siempre es posible provocar un cambio. No es posible hacer impunemente lo que llevan años haciendo: construyendo Europa a espaldas de la ciudadanía; construyendo una Europa neoliberal, cruel, desigual e injusta que la mayoría de la gente no quiere. Puede que sea posible un tiempo, pero no siempre. Al final, eso explota. Ha explotado y esto es solo el principio.

 

La extrema derecha sube mucho y eso es terrible, pero no todos esos votos son, afortunadamente, de nazis. Una parte sí lo son, pero hay otros muchos que son votos antisistema que se pueden recuperar. Obviamente no comparto nada con la derecha extrema, pero yo no soy Aznar. Explicar e interpretar no es compartir ni apoyar, así que asumamos que la gente está desesperada y que mucha gente ha buscado la manera de expresar que no se sienten representados y que no quieren estas políticas. La extrema derecha ha conseguido,  en algunos países, ocultar  sus aspectos más terribles y presentarse como una opción simplemente antisistema. Ha subido mucho allí donde ese voto indignado no tiene o no encuentra otra forma de expresión. Es responsabilidad de la izquierda arrebatarle a la extrema derecha aquellos votos que no sean puramente ideológicos. Es responsabilidad nuestra desnudar a estos partidos, mostrar lo que son en realidad y lo que quieren hacer. Y es responsabilidad nuestra ofrecer una alternativa creible e ilusionante. Cuando la alternativa existe, la gente la vota a pesar de todas las dificultares: Podemos es la sorpresa y Syriza gana.

Es imposible construir Europa como si Europa no tuviera ciudadanos y ciudadanas; como si nos aprestáramos al sacrificio; porque no somos corderos dispuestos al matadero, sino gente informada (a pesar de todo), inteligente, batalladora y que sabe lo que quiere y lo que no quiere. Porque no es que no queramos sacrificarnos,  como dice Rajoy, es que no queremos que nos sacrifiquen, que es muy diferente. No nos estamos sacrificando ahora  para mejorar después; no nos estamos sacrificando para paliar el hambre en Africa o la pobreza de otros, no. Nos están sacrificando por sus bancos, sus aeropuertos o sus AVE’s. Están sacrificando nuestras vidas en el altar de su codicia y su riqueza. Y no estamos dispuestos. Por poco que haya un resquicio, por ahí se va a colar la indignación y la protesta, la rabia y la lucha.

En el libro “Por cuatro duros. Como no apañárselas en EE.UU”, la periodista Barbara Ehrenreich nos cuenta su experiencia al hacerse pasar,  durante unos meses, por una trabajadora no cualificada: limpiadora, camarera, cuidadora, una trabajadora de las que ocupan las categorías laborales más bajas. Y demuestra cómo estas personas trabajan mucho haciendo un trabajo imprescindible pero ni siquiera ganan lo suficiente como para vivir, no ya dignamente, sino siquiera vivir. Una limpiadora, una camarera en EE.UU no puede siquiera alquilar una habitación, comer fruta o pagarse el dentista; y eso a pesar de trabajar diez horas diarias en un trabajo agotador y sufrir innumerables humillaciones. Al final del libro, la propia autora, asombrada, se pregunta:  “¿por qué no se rebelan estas personas? ¿por qué no se organizan y protestan?” Y ella misma se contesta; “porque no saben que pueden rebelarse”. En EE.UU no ha habido nunca socialismo, ni dentro del país ni cerca de sus fronteras (a pesar de la existencia de partidos socialistas o comunistas que jamás han traspasado la barrera mediática; y a pesar también de que en algunos aspectos su democracia es más “eficiente” que la nuestra) Pero jamás han tenido derechos sociales o económicos como tales. Y lo que no se ha tenido no se puede recordar y lo que no se visibiliza de ninguna manera es muy difícil de imaginar. El libro es muy interesante no sólo por la experiencia y la descripción de la realidad, sino por que nos muestra  una sociedad en la que el horizonte está completamente cegado para una parte de la población.

Pero nosotros y nosotras sí hemos tenido esos derechos y por tanto lo recordamos. Y los que no hemos alcanzado hemos podido soñarlos e imaginarlos. Nuestro horizonte ha estado siempre abierto a pesar de todos los intentos del sistema para que olvidemos, para que nos acostumbremos, para que nos resignemos. Recordamos. Recordamos y sabemos. Y mientras recordemos que  tuvimos unos derechos que ahora nos han quitado no dejaremos de luchar para recuperarlos. Y mientras consigamos imaginar otro tipo de sociedad no dejaremos de luchar para alcanzarla.  Por eso, vencernos no va a ser fácil, porque tendrían que machacarnos. Y aunque no es descartable que lo hagan (en España lo intentan con saña), no es fácil que acaben con todos y con todas; y con nuestros recuerdos y con nuestros sueños.
Ahí estamos, y seguimos. Sin nosotrxs, sin la gente, no se puede construir Europa. Sin nosotrxs, nada.

-----------

Fuente: Blog de Beatriz Gimeno