Anti-taurino, ¿anti-español? ¡No! ¡Anti-Aguirre! PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Gustavo Sierra   
Sábado, 26 de Abril de 2014 00:00

caricaturaHay un capítulo del doctor House en el que su colega, el doctor Wilson, ante la putada que le está haciendo imprimiendo el cartel de una película porno que éste protagonizó en su juventud, dice "Darle un ordenador a este hombre es un peligro". Lo mismo se puede decir de muchos artistas, intelectuales y políticos españoles, aunque no tengan ni tanta enjundia intelectual ni tanta gracia. Es el caso de Esperanza Aguirre, alias tía Espe, alias Guindilla, alias Doña Cuaresma, alias Doña Miserias...

 

Por lo visto, tía Espe se explayó en el pregón que dio en la fiesta taurina de Sevilla, haciendo una serie de analogías entre la pro-tauromaquia y la anti-tauromaquia, y la España y la anti-España (los que estamos estudiando ciertas cosas, sabemos las implicaciones que tiene el uso del término "anti-España" y sus derivados), y no parecía referirse sólo a los partidos nacionalistas (sean independentistas o no), sino en general, aunque parece que dijera "algunos" (un término bastante ambiguo); luego continuó la guerra, por su cuenta, en twitter, dando vueltas sobre lo mismo. Podríamos hablar de que una tradición no es, necesariamente, algo sagrado e inamovible; por ejemplo, el cristianismo acabó con muchas tradiciones y las sustituyó por otras: hace mucho tiempo que lo espartanos no estampan a sus hijos para seleccionar a los más fuertes, que los escandinavos no mandan a sus hijos a matar un oso, que no se sacrifican seres humanos a Baal o que no se trafica con esclavos (algo que era mucho más inamovible que la abolición de la tauromaquia y espectáculos similares). Otras tradiciones, más bellas, pero menos rentables, desaparecen, y parece que a nadie le molesta. Podríamos hacer un estudio serio acerca de si, realmente, las fiestas taurinas y de maltrato a otros animales, aquí y en todo el mundo, está realmente arraigada en el espíritu popular, o incluso si de verdad está siendo tan rentable. Por otro lado, considero que si existe algo así como una esencia o un espíritu español, o ibérico en su caso, es muy triste que éste se vea reducido a una fiesta absolutamente ciscunstancial y, en último término, no nacida dentro de los límites del actual Estado español. Eso sin olvidarnos que también hay tauromaquia en Portugal y en Francia: siento desilusionar a muchos, pero muy únicos no somos, ni siquiera en este aspecto.

Por otro lado, ser anti-taurino o pro-taurino, ¿es un asunto de izquierdas y derechas? Aunque así parece ser, como la señora Aguirre parece colegir, hay que recordar una cosa: en Canarias se prohibieron hace mucho tiempo, gracias a una propuesta de un parlamentario que ahora milita en el Partido Popular (aunque se mantienen las peleas de gallos, cosa que también trató de restringir el mismo diputado). Considero que reducir el problema a un asunto político es ridículo: hay gentes de derechas anti-taurinas y gentes de izquierda pro-taurinas; esto, en último término, no les hace ni mejores ni peores, como personas o como políticos. El anti-taurinismo, como toda condena a tradiciones en las que se maltrate a animales, ha de ser por cuestiones éticas y nada más.

Siguiendo esta argumentación, se ha tendido a decir, exagerándolo a menudo, que la intelectualidad española ha sido pro-taurina, un poco para que la izquierda se sintiera impelida a aceptarla: la derecha se enorgullecerá del "taurismo" de Alberti, pero nunca le perdonarán su comunismo. Pero ha habido intelectuales, y grandes, antitaturinos o al menos críticos con la fiesta "nacional" en cuestión: corregidme si me equivoco, pero creo que hay un escritor del XIX que las aborrecía.

caricaturaLo que voy a poner a continuación es como una bala que me guardaba en la recámara para casos como éste. Con plena sinceridad, no sé si Antonio Machado era pro-taurino o anti-taurino: parecen haber escritos de juventud que abalan su taurinismo, pero éste, escrito ya en una época de madurez, desmiente a esos primeros. Voy a aclarar una cosa antes: este texto pertenece al ciclo de Juan de Mairena, quien, como sabéis, era una personaje ficticio a través del cual Machado, que dice que fue su profesor, expresaba sus ideas sobre filosofía, estética, religión, política, etc. El problema, muchas veces, es que al leerlos no sabemos dónde acaba Machado y dónde comienza Mairena: ¿Mairena es siempre Machado, o bien éste se desliga de su personaje para criticar algunas cosas? Generalmente, el pensamiento que expone Mairena es el de Machado, pero nunca hay que descartar esa otra posibilidad. Sin embargo, pienso que este escrito, no exento de cierta ingenuidad, es una de las reflexiones más lúcidas que se han hecho nunca sobre el tema:

El español suele ser un buen hombre, generalmente inclinado a la piedad. Las prácticas crueles –a pesar de nuestra inclinación a los toros- no tendrán nunca buena opinión en España. En cambio, nos falta respeto, simpatía, y, sobre todo, complacencia en el éxito ajeno. Si veis que un torero ejecuta en el ruedo una faena impecable y que la plaza entera bate palmas estrepitosamente, aguardad un poco. Cuando el silencio se haya restablecido, veréis, indefectiblemente, un hombre que se levanta, se lleva dos dedos a la boca, y silba con toda la fuerza de sus pulmones. No creáis que ese hombre silba al torero –probablemente él lo aplaudió también-: silba al aplauso.

 

Reincidentes. Grana y Oro

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Antonio Machado, Juan de Mairena, volumen I; edición de Antonio Fernández Ferrer. Cátedra-Letras Hispánicas, Madrid, 2009, p. 140.

Rojo, sangre
un color muy nacional
morbo, suerte
sol y arena, !Pide dios!
arte, muerte
sirve de alimento
pase, valiente
y vuelta al ruedo.

Cuando el acero me traspasa el corazón
y se le llama fiesta; y otra vuelta de tuerca
cuando el sadismo se convierte en tradición
y la faena en gesta, y nadie se molesta.

Pinchos, siente
recital multicolor
pasodoble, ambiente
de nobleza y de pasión
¡la oreja presidente!
los pañuelos al viento
alza la frente
y mira al cielo.

Cuando el acero me traspasa el corazón
y se le llama fiesta; y otra vuelta de tuerca
cuando el sadismo se convierte en tradición
y la faena en gesta, y nadie se molesta.

 

http://www.musica.com/letras.asp?letra=851419

 

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Fuente: La Zamarra de Gustavo