Primero de Mayo PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Laboral
Escrito por Raúl del Pozo   
Miércoles, 02 de Mayo de 2012 05:31

cuarto statoEl Gobierno y los sindicatos coinciden en el diagnóstico (situación límite, precipicio, abismo, situación de emergencia) pero no en la terapia. Como siempre que en España estalla una crisis, los unos escuchan a los otros sin oírse, la incomunicación se traslada a la calle o a las redes y ya no se contesta al adversario, se le insulta. Hace un año, o así, José María Aznar ya anunció, adelantándose a los hechos: vivimos en una situación límite. Desde que viaja a Israel ha aprendido a hacer profecías y a usar el shofar, esa trompeta para derrumbar murallas que aparece tantas veces en la Biblia y que se fabricaba de cuerno de carnero, de cabra o de gacela. Aznar, como Jehová, es muy de trompetas y shofares y a veces acierta.

También atinaban los dirigentes de los sindicatos, en plan Jeremías, cuando hace unas horas han informado así: vivimos una situación de emergencia cercana a la confrontación social, los españoles se encuentran abatidos y desmoralizados. Unos y otros descubren una España casi estrangulada por la deuda masiva y la duda en la solvencia de los bancos. Mientras, vamos a toda máquina en un tren cuya locomotora conducen maquinistas chinos, las revisoras son alemanas, los salteadores buitres y vamos todos agrupados hacia el abismo final.

Hoy, Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores. Los que aún tienen coraje para manifestarse entre Neptuno y Sol, se preguntarán qué pueden hacer. No tienen nada que ver con aquellos mineros, impresores, carpinteros de ribera, que se manifestaron por la reducción de las horas de trabajo. Los más conscientes honrarán a los mártires de Chicago, ahorcados porque, según el gran jurado, se proponían destruir el orden por medio de la dinamita el Primero de Mayo. «Al dirigirme a este tribunal», dijo uno de los mártires, «lo hago como representante de los de otra clase enemiga y empezaré con las mismas palabras con las que inició su discurso un veneciano hace cinco siglos ante el Consejo de los Diez. Mi defensa es vuestra acusación; mis pretendidos crímenes son vuestros».

La lucha por los tres ochos. Quién los pillara. Ahora no se explota con los telares o las minas. Se especula con dinero, que hace más dinero, se presta aunque no exista y se recupera como si existiera. Quién pillara la tarántula o el topo. Digo tarántula porque, cuando los de Chicago, un periódico escribió: «El elemento laboral ha sido picado por una tarántula universal y se ha vuelto loco de remate». Digo topo por la imagen hamletiana de El Viejo Topo que rápido escarbaba, el viejo zapador que asomaba su hocico en cualquier lucha del mundo.

Los trabajadores desfilan sin topo ni tarántula, sin héroes, con el sabor amargo de lo imposible, lejos de aquella fraternidad universal donde se encendía la solidaridad como el fuego.

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Fuente: El Mundo