Las auténticas víctimas de las guerras Imprimir
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Germán Terrón   
Domingo, 05 de Agosto de 2012 03:43

Hoy vuelvo a tener el corazón partido y la herida se me abre a golpe de noticias. Una vez más rememoro la angustia de ponerme a escribir con lágrimas en los ojos. En 1982 fueron los campos de refugiados de Sabra y Shatila, ayer en Sudán o en Ruanda y hoy en Siria.

La noticia es triste… muy triste: un niño ha muerto.

Y a muerto no porque sin querer una bala perdida le atravesó el pecho, sino porque alguien maquina las guerras y porque la guerra es un negocio en cualquier parte del mundo a conciencia de saber que seres tan inocentes como los niños van a morir. Y no crean que llorarán por eso…pero yo sí. (Carta abierta a un niño palestino que murió en las matanzas de Sabrá y Shatila). Germán Terrón. Hoyo de Manzanares, 21 de septiembre de 1982.

Fue ayer cuando nadie supo decirme lo que la vida significa para el hombre, ni los interrogantes de siempre. Y es que es muy difícil que un hombre se mire a sí mismo si no se mira a un espejo.

El poeta es el hombre que está sentado siempre delante de los espejos. El que abre las ventanas para observarse como hombre. Ayer conocí a un poeta y hoy es mi mejor amigo, porque es mi confidente; él tiene acceso a todos los espejos del mundo y me cuenta lo que ve.

La sensibilidad de las manos del poeta es la sensibilidad de su corazón. Late en sus manos las palabras y su cabeza es la caja de música donde salen los sonidos rítmicos y las rimas.

El poeta tampoco sabe por qué es poeta y no un pájaro. Yo tampoco sabía quién era, pero el poeta ha visto mi rostro cuando se miraba en el espejo: yo soy el poeta. Y ahora sé porque tenía frío todas las mañanas, y es que las ventanas de mi habitación se quedaban por las noches abiertas al corazón frío del mundo; es porque los espejos reflejaban los fríos rayos de las miradas de los hombres. 

Y tengo miedo…

Tengo miedo de ser el primero en sentir el frío de la hoja de un cuchillo. Tiemblo…tirito con los vellos de punta al saber que puedo estar solo contemplando un corazón ajado y unas manos marchitadas por el frío de los hombres-iceberg.

El mundo está temblando de su propio frío. Y es que el corazón de los hombres es tan frío que hasta el sol se ha puesto a temblar.

Yo no sé si deciros lo que siento, porque siento también el frío de la muerte, porque el cuerpo aún caliente de un niño recién nacido degollado ahora no es más que un frío cadáver, una víctima del frío corazón de los hombres-iceberg.

Ayer leí la noticia de su muerte y noté al instante el frío de sus manitas. Fue un martillazo sobre mi destino. Me duele ese niño y me siento víctima con él; soy la tumba donde yacerá su cuerpo para toda la vida.

Quiero compartir su desgracia porque no hay más dicha que la inocencia pura de aquel niño que pudo haber sido un poeta y en su primer poema fue asesinado. Su tinta de color rojo dejó impreso su último verso en mi corazón: “…y algún día seré libre.” Y con estas últimas palabras cerró sus ojos pequeñines.

Quiero grabar también con mi tinta la contestación a su verso:

Y no escucharán más los pajarillos tus llantos de bebé y de hambre. Ya no beberán más tu lágrima que resbala por tu moflete al final de un gran esfuerzo en tu petición. La última se la bebieron los grajos junto con tu sangre. Los grajos que antaño eran pájaros desplumados y que los emplumados de inocencia cuando eran grabadas en sus pechos las cruces gamadas, y hoy son pajarracos que marcan sus estrellas de David sobre vosotros, los apátridas forzosos, los exiliados de siempre. Los ricos de corazón sois los pobres de la Tierra.

Niños muertos en la masacte de Sabra y ShatilaTú ahora no sientes nada, pero yo te diré por si no lo vistes, que tu madre fue violada por los perros asesinos y luego fue fusilada con la única contemplación de tenerte en sus brazos. Niño del mundo quiérela siempre, pues su amor fue tan grande, que aún siento su grito de dolor por ti.

Ya no conocerás tampoco la extensión del mundo, pero te diré que es mucho más pequeño de lo que era tu corazón. En este mundo no hay nada más tierno que tus huesos. Nunca te vi, pero te conozco tanto que me acuerdo perfectamente de ti. Tu fotografía la llevo grabada en mi carne como grabada está en tu pecho la estrella de David.

Nunca jamás me olvidaré de ti. Adiós niño mío, para ti será mi testamento; a título póstumo te nombro mi amante, y el amor que me queda siempre será tuyo. A tus asesinos lego mi mayor odio y desprecio y juro que nunca verán tu tumba guardada en mi corazón.

 

 

Masacre en Sabra y Shatila

En la imagen superior, niños muertos en la guerra de Siria 2012