La ley electoral Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Ramón Ribes   
Miércoles, 13 de Enero de 2016 00:00

La Ley D'Hondt es a mi juicio el mayor despropósito de la Transición. Una sistema electoral decimonónico que, en España, favorece a los grandes partidos y a los pequeños partidos nacionalistas que se presentan en un reducido número de circunscripciones o provincias (3 en el caso de los nacionalistas vascos y 4 en el caso de los catalanes) y les ha permitido tener grupo parlamentario durante décadas a costa de los sufridos comunistas de Izquierda Unida que al presentarse en todas las circunscripciones quedan arrinconados pese a tener mucho mayor apoyo popular.

 

Que el sistema ideado por Victor D'Hondt en el siglo XIX siga vigente está en el debe de los dos grandes partidos, PP y PSOE, que reconociéndola injusta en privado no la cambiaron porque sus restos les favorecían y porque sus potenciales socios nacionalistas para llegar a mayorías absolutas no hubieran aceptado un sistema más justo pero menos rentable electoralmente para ellos. Cuando un pequeño partido no llegaba a un mínimo número de sufragios, los restos eran para los ganadores. Además la desproporcionada cuota de escaños de los nacionalistas permitía pactar con ellos en caso de necesidad. Lo que está ocurriendo en Cataluña, y ocurrirá con total seguridad en el País Vasco, es consecuencia de las espurias concesiones a los nacionalistas de PP y PSOE desde Aznar a Rajoy y desde González a Zapatero. Repetir mentiras no termina haciendo verdades pero si apariencias de realidad que confunden a los pueblos.

Quiero romper una lanza en favor de los auténticos comunistas, de los comunistas cuyo estilo de vida es coherente con su ideología como Julio Anguita, que son intervenidos quirúrgicamente en los hospitales públicos y comparten habitación doble con quien les toque. Anguita coincidió con mi padre en la planta de Cardiología del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba para ser intervenido de una lesión coronaria por el equipo del Dr. Suárez de Lezo y los dos disfrutaron de las excelencias de la medicina andaluza (lo que tiene que ver con el personal) y sufrieron en silencio sus miserias (lo que tiene que ver con los recortes). Cuando veo a Julio Anguita por Córdoba, observo un hombre consecuente con sus ideas, que vive sin lujos materiales porque no significan nada para él. Es cierto que el comunismo fracasó tiempo atrás y lo hizo, en parte, por deficiencias ideológicas porque ningún sistema es perfecto, y en mayor parte por la corrupción de los dirigentes comunistas que vivieron una especie de capitalismo a su manera. La próxima vez que vea a Anguita le haré saber que pese a que pensamos diferente le admiro y le respeto. No puedo opinar lo mismo de los comunistas que dejaron de serlo en cuanto ganaron dinero, de los pseudocomunistas de ático cinematográfico en el centro de Madrid, estancias en hoteles de 5 estrellas y sanidad privada norteamericana que, en su día, proclamaban a los cuatro vientos ser "muy de izquierdas" pero sucumben ante los cantos de sirena del capitalismo. Detesto esa petulante pose de los "muy de izquierdas" como si ese título que ellos mismos se imponen les diera un plus de legitimidad democrática frente a los que no somos tan de izquierdas como ellos dicen ser. Ser de izquierdas es tan legítimo como ser de derechas pero es mucho más difícil si a uno le va económicamente bien. La generosidad y la solidaridad son personales y no tienen colores políticos; he conocido avaros y egoístas de izquierdas y de derechas.

En definitiva, me gustaría que, de una vez por todas, tuviésemos una Ley Electoral que permitiera no hipertrofiar la presencia parlamentaria de los dos grandes partidos y los nacionalistas a costa de los sufridos comunistas. Alberto Garzón merece mucho la pena y puede contar con mi firma para pedir algo tan justo como derogar la Ley D'Hondt y promulgar una Ley Electoral donde la presencia en el Parlamento fuese proporcional al número nacional de votos obtenidos. Entonces tendríamos más comunistas que nacionalistas en la Carrera de San Jerónimo y eso será saludable para la democracia.

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Fuente: Diario de Córdoba