El discurso del tripríncipe en su patria querida Imprimir
Monarquía - Felipe y Letizia
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Sábado, 27 de Octubre de 2012 05:43

Entrega de los Premios Al tripríncipe de Asturias, Girona y Viana le ha correspondido en esta ocasión actuar como asturiano, en esa patria querida de sus amores, la triprincesa y su familia. Una familia que en algunas ocasiones se dedica a los negocios sucios investigados por la Justicia: abuela, padre y hermana, la trimurti entregada al alzamiento de bienes, aprovechando la circunstancia favorable del momento, según piensan los jueces. Y la triprincesa, tan fresca. Está acostumbrada a escuchar de todo.

Los escribas reales son torpes por naturaleza. Bien es verdad que un escritor responsable no aceptaría nunca el cargo de escriba real, así que la llamada Casa Real apenca con lo que tiene a mano. Veamos algunas perlas que le han hecho decir al tripríncipe en el acto de entregar los premios que llevan el nombre del principado en donde actúa la familia de su mujer.

Le han obligado a referirse a “la Constitución de Cádiz, el primer texto constitucional con el que se inicia el tránsito a la modernidad de nuestro país”. Doble mentira. El primer texto constitucional español fue promulgado el 8 de julio de 1808, es decir, cuatro años antes que la Pepa, en la ciudad de Bayona, por el rey José Bonaparte, legítimo monarca de España ante las abdicaciones seguidas de los esperpénticos borbones Carlos IV y Fernando VII en la persona de Napoleón, que designó rey a su hermano. Los constitucionalistas eran todos próceres españoles, hartos de la corrupción borbónica de exceso de sexo y carencia de seso.

Además, resulta una insensatez afirmar que la Pepa “inicia el tránsito a la modernidad de nuestro país”. Esa Constitución fue elaborada para Fernando VII, que primero la despreció, después la juró, y enseguida la perjuró. Decir que el rey felón inaugura la modernidad española es un insulto a la historia y a la dignidad de los españoles: que somos vasallos, pero tenemos memoria.

 

Los principes en OviedoLa imagen real de España

 

Ha asegurado también el tripríncipe que “Necesitamos promover y alentar una conciencia social que valore lo mucho que tenemos de positivo, que reconozca nuestras capacidades y fortalezas, potencie nuestra autoestima, y nos ayude a proyectar una buena imagen de nuestro país; que alimente, en definitiva, las esperanzas del conjunto de los ciudadanos”. ¿Cómo vamos a proyectar una buena imagen al exterior si el jefe del Estado aparece en los noticiarios desescalerándose al amanecer en Botsuana, cuando estaba de cacería de elefantes con su nueva barragana, por lo que fue noticia y comidilla internacional?

¿Y qué decir de la imagen proyectada por Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, el primero procesado por sus innumerables delitos económicos, y la segunda inocente del todo por ser hermana del citado rey cazador? ¿Qué autoestima vamos a sentir los vasallos de esa familia? ¿Qué esperanzas de futuro podemos tener mientras siga vigente la monarquía del 18 de julio, instaurada por un dictadorísimo criminal hace casi 37 años, en los que nos ha tocado soportar todo, hasta el público reconocimiento de sus errores por el mismísimo rey escayolado? Pobre conciencia social la nuestra, tan pobre como los seis millones de desempleados hambrientos que suma este reino.

En otro momento al escriba se le ocurrió hacer decir al tripríncipe que “Estamos viviendo desde hace años cambios muy profundos que afectan a nuestro modelo de vida, a nuestra economía, incluso a la propia evolución política de Europa. […] Y debemos asumir que todo ello exige nuevas mentalidades y nuevas actitudes, nuevos comportamientos individuales y colectivos.” Pues a ver si se lo aplica a Catalunya, que desea seguir la evolución europea como república independiente de la monarquía española, en la que nada es nuevo, sino que todo es rancio, porque se trata de una institución caduca, carente de vigencia y de realidad. Por eso muchos que no somos catalanes también queremos unirnos al cambio recordado por el tripríncipe, al que no parece decidido a sumarse él mismo. Que somos vasallos, pero con nueva mentalidad, no con la medieval propia de las monarquías.

 

La llaman democracia

 

LeticiaComo resignado vasallo escuché las palabras del tripríncipe con asombro, pero pasé a la indignación al oírle afirmar tranquilamente: “Desde el año 1978 millones de españoles hemos sido educados en libertad y democracia; hemos aprendido a expresar nuestras opiniones y a escuchar y valorar ideas distintas a las nuestras.” Que se lo digan a los responsables de la revista satírica El Jueves, procesados y multados por publicar una caricatura de los tripríncipes en el ejercicio de sus facultades, a ver si eso tiene algo que ver con la libertad de expresión, presuntamente garantizada por la Constitución monárquica de 1978. Y que se lo digan también a los presos políticos, de los que es el primer ejemplo Arnaldo Otegi, encarcelados en las mazmorras españolas por intentar expresar, sin poder hacerlo, unas ideas distintas a las monárquicas imperantes porque así lo quiso el dictadorísimo genocida.

Yo me apeo en la próxima, con Catalunya, así que por mí puede decir el tripríncipe lo que quiera, chanchullear Urdangarin y su cómplice lo que les dé la gana, alzar cuantos bienes se le pongan por delante a la familia de la triprincesa, cazar lo que le pete a su majestad el rey católico en sabanas y en sábanas, y vivir su vida alegre el resto de la familia irreal que nos dejó como herencia el dictadorísimo. Pero creo que la llamada Casa Real debiera contratar unos escribas siquiera con sentido común, para no obligar a decir tales incredulidades a sus componentes. Que somos vasallos, pero no gilipollas. A ver si se enteran.


Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano tercer Milenio

 

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