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  No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

COMISIÓN DE LAICIDAD    

Notas para un debate sobre laicidad

 

PREÁMBULO

 

Ser revolucionario durante veinticuatro horas es digno de encomio, pero serlo durante veinticuatro años más para intentar cambiar la sociedad en que se está gastando excesivamente el tiempo en conmemoraciones, no conduce a ninguna situación política esencialmente positiva. El reloj que mide el tiempo cronológico, para los republicanos españoles es. un ladrón.

 

El pasado democrático revolucionario de España aunque efímero, en algunos momentos ha sido glorioso. Pero los españoles ancestralmente y sin generalizar son un pueblo desagradecido y muy frágil de memoria que por lo menos en un 40% no ha querido nunca ni quiere ahora reconocer y mucho menos asumir. Éste estrato social, por denominar le de alguna manera, está convencido de que sus condiciones de vida actuales y su ilusorio estatus de nuevos ricos, les ha venido dado por la gracia de Dios. Para éste conjunto de individuos, en España ha estado y está todo conseguido históricamente, debido a su exclusivo buen hacer. El resto de los españoles son la anti España, roja y atea que vive mal porque son unos vagos congénitos que no trabajan lo que ganan y como tales son indignos de habitar en el Paraíso Terrenal que ellos llaman España.

 

El otro 60% de españoles, y repito sin generalizar, es el que siempre está expectante a la llegada de un Mesías que les solucione sus problemas. Son unos seres humanos que pese a quien le pese, están y han estado desde siempre fijados en el trabajo, u otros menesteres para proporcionar a su familia lo más elemental para su subsistencia, no habiendo conseguido nunca otra cosa que escasez en lo más necesario. Las oligarquías siempre les han tenido atados muy cortos, esclavizados en el trabajo y vida cotidiana para que no les haya quedado jamás el tiempo ni ganas para pensar y luchar por sus Derechos Naturales, es un pueblo desmovilizado, inhibido políticamente y atemorizado. 

En España, los demócratas, no hemos podido nunca ganar la guerra para conquistar los Derechos Naturales como la Democracia, la libertad, la igualdad, la justicia y la dignidad se han ganado algunas batallas, pero éstas, como se puede constatar, no han sido suficiente para poder gozar plenamente de estos bienes tan preciados.

EVIDENCIAS

 Cuando se habla de Laicidad, se está hablando de política y triunfar en política depende de la correlación de fuerzas. Para conseguir políticamente una fuerza susceptible de éxito, en primer lugar hay que conocer al adversario y/o antagonista. En segundo, hay que saber donde se está, étnica y geográficamente. En tercer lugar, hay que conocer muy bien el entramado sociopolítico que se quiere cambiar, teniendo en cuenta que en el caso específico de España, construir un a nueva sociedad sobre los escombros de lo que ésta ha sido en los catorce siglos precedentes, va a ser harto difícil. Por último, en cuestión de laicidad, habría que redactar y consensuar un documento político marco en el que la totalidad de las reglas laicas que ciertamente vayan a cambiar la situación anterior, estén perfecta y claramente expuestas en él, sin caer en florituras retóricas que puedan confundir y/o aburrir al pueblo llano, subrayando en dicho documento que las normativas laicas expresadas en el mismo, deberán ser aplicadas con absoluta radicalidad y sin paliativos a todos los campos de la sociedad civil, política, cultural y económica que vayan a regir en la III República española. 

Las cosas en política se cambian desde el poder institucionalizado o se cambian con el poder popular; lo que hay que tener es poder. 

Como los republicanos españoles actualmente no tenemos ni nos acercamos a ninguno de estos dos poderes, tendríamos que proponemos seriamente conquistar el poder popular para llegar al institucional y desde éste hacer los cambios radicalmente necesarios para el buen funcionamiento de la III República que anhelamos. 

Igual que nunca habrá una República sin republicanos, jamás podrá haber una República laica sin hombres y mujeres laicos. Estos dos axiomas son los que hay que deshacer, por medio de una labor didáctica, dirigida a la ciudadanía prerrepublicana. 

Para conseguir el éxito total en cuestión de laicidad, la República una vez en el poder, deberá crear las instituciones educativas republicanas laicas necesarias de las que habrán de salir los maestros republicanos laicos que instruirán a los futuros ciudadanos. En éste sentido y una vez conseguido el poder, las Cortes constituyentes cuando estén elaborando la Constitución republicana, no deberán ceñirse únicamente al sector de la Instrucción Pública como tal entendida, tendrán también que institucionalizar por medio de ésta los departamentos necesarios para formar a verdaderos funcionarios públicos republicanos laicos ya sean estos civiles, militares o policiales. Referente al funcionariado civil, en la Constitución republicana deberá estar perfectamente expresado que la escala de rangos de éste cuerpo, deberá llegar hasta el de Director General. 

LA  HERENCIA 

En el primer caso descrito en EVIDENCIAS hay que reconocer que la laicidad en España no tiene adversarios antagónicos, lo que tiene son enemigos a muerte; el primero es la milenaria alianza del Trono y el Altar. Éste contubernio y sus fines, así como los sujetos que lo hicieron, históricamente han estado siempre recordados, añorados, fuertemente defendidos y apoyados por todas las instituciones públicas y privadas que ancestralmente les han venido sirviendo, unas veces de brazo armado coercitivo, otras como instrumento adoctrinador o las dos a la vez. Todos unidos, haciendo una piña, han venido adquiriendo en el transcurrir histórico español y hasta nuestros días, un poder tan descomunal que les ha permitido ir apañando las cosas para ganar siempre e insoslayablemente en España y para apropiarse de todas sus instituciones, tanto del Estado como particulares. 

En el segundo caso de EVIDENCIAS, hay que constatar que estamos en España. Sir Winston Churchill dijo: España es un misterio dentro de un enigma. Si se quieren entender estas frases, ciertamente exóticas para cualquier mortal poco avezado en los asuntos de España se tendría que aclarar, entre muchos de otros, un pensamiento de Ortega: el problema de las dos Españas.

 Las dos Españas divididas por un imaginario río de sangre y fuego, que una de ellas nunca ha querido que se coagule la sangre y se extinga el fuego; ésta es: la España martillo de herejes, la evangelizadora de medio Orbe, la espada de Roma, la luz de Trento, la cuna de San Ignacio, la España de Santiago matamoros, la del Cardenal Cisneros, la de los exterminios de Europa, de América, de Filipinas, de las Islas Canarias, la que expulsó de su tierra española a musulmanes y judíos españoles; la España tradicionalista, la de Agustina de Aragón, la de Torquemada, la del Empecinado, la de Menéndez Pelayo, la monárquica, la nazi, la fascista, la falangista, la franquista, la católica, la nacionalcatólica, la deísta, la ritualista, la sumida en la resignación y la creencia, la oscurantista, la supersticiosa, la que ve a la ciencia y el saber como al enemigo a destruir, la que desprecia la honradez, el mérito y el gusto por las cosas bien hechas; concretamente, la España que surgió de La Reconquista. 

El entramado político, social, económico, cultural, religioso etc. mencionado en tercer lugar en EVIDENCIAS que ha ostentado el poder en nuestro país y que sigue ostentando al día de hoy, proviene materialmente la España arriba mencionada y de esa Reconquista, creada solapadamente a tal efecto por la Iglesia de Roma, con el solo fin de asegurar su hegemonía en los reinos de España que ya existían y en los que se conquistaran en el futuro.

 Espiritualmente, éste poder viene dado desde mucho antes de esta Reconquista, concretamente viene desde cuando la Iglesia católica se apercibió de que éste territorio era rico en recursos materiales y humanos, aparte de su valor estratégico que ya se cotizaba al alza en la Europa de la época, dado que lo que ahora es España era el Finisterre y que ya corrían rumores provenientes de tierras vikingas de la existencia de otros mundos terrenales a los que se podría acceder más fácilmente desde éste. 

La Iglesia católica, para apropiarse de todo, del oro, de las tierras tangibles hispanas y de las hipotéticas lejanas, así como de las mentes de sus autóctonos presentes y de las de los posibles desconocidos futuros, eligió a unos cuantos aguerridos cristianos sobresalientes de entre los primeros. Convirtió a Recaredo al catolicismo, le bautizó y acabó con la protodemocracia monárquica arriana goda, única en la que los reyes eran, con su peculiar forma, elegidos. Todo sucedió en el tercer Concilio de Toledo en el 589 al más puro estilo católico, la Iglesia católica convirtió al rey por mero interés político y ­económico y, éste a su vez, convirtió al catolicismo a los obispos arrianos y al pueblo godo por decreto. El último escollo que impedía la fusión de la minoría goda arriana con la mayoría hispano romana católica había desaparecido; un enemigo menos. Pero lo más importante que se había conseguido en tal Concilio, fue una de las cosas que los europeos y españoles de hoy aún venimos sufriendo; se había institucionalizado el verdadero, el gran contubernio entre la Iglesia y el Estado, se había consumado, la hasta hoy famosa alianza del Trono y el Altar.

LOS HECHOS

Dos siglos más tarde, cuando Don Rodrigo ya católico y descendiente entre otros de Recaredo y Witiza y por tanto godo renegado, pierde la batalla de Guadalete con la cruz y la espada en sus manos y consecuentemente los musulmanes invaden el norte de lo que hoyes España, la Iglesia católica dañada en sus intereses se puso al habla con Don Pelayo para nombrarle primer testaferro y promotor d e la Reconquista. A partir de aquí primer cuarto del siglo VIII y hasta 1512 cuando Castilla se anexiona Navarra es lo que dura la Reconquista aunque los literatos apesebrados y siempre interesados, digan que fue en 1492 cuando ésta se culmina, gracias la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, la consiguiente unión de sus reinos y la conquista del reino de Granada.

 Una vez conquistados (reconquistados según los historiadores) los reinos europeos y ultramarinos hispanos, los de allá y los de acá, para mayor gloria de Dios, la Alianza Iglesia católica y Trono de España puso bajo la advocación de alguna imagen supuestamente santa o divina a estos reinos, sus ciudades, sus pueblos y las más pequeñas aldeas, obligando sin distinción a sus habitantes so pena de martirio y muerte a observar ciegamente y a pies juntilla la religión católica apostólica y romana. Se expulsó a los musulmanes españoles y judíos sefarditas, también españoles, ambos verdaderos artífices de la prosperidad material y cultural de los moradores de lo que hoy llamamos España. La Iglesia católica ya empezaba a ser la dueña del Imperio en el que no se iba a poner el sol. 

Antes ya había exterminado a los guanches en las Islas Canarias. Dando un salto en la historia, conviene recordar en éste punto de los exterminios, el de los aztecas y mayas en lo que hoy es Méjico y Centro América el cual alcanzó la considerable suma de 24 millones. 

Para imponer su hegemonía la Iglesia de Roma con la ayuda de su brazo armado representado por los Reyes Católicos, reactivó la Santa Inquisición la cual permanecerá hasta la primera mitad del siglo XIX realizando su criminal labor en España e Hispanoamérica, amén de otros lugares. Curiosamente, un cuadro del precursor de esta policía religiosa  fue el fundador de la Orden de los Dominicos, el español Santo Domingo de Guzmán (Domingo de Caleruela) preside en la actualidad en el Vaticano, la oficina del Santo Oficio, última denominación de ésta mafiosa y sangrienta organización. 

En las postrimerías de la Edad Media y principios de la Moderna aparecen en Europa ­el Renacimiento y la Reforma, movimientos tendentes a emancipar las conciencias del sentido escolástico en que la primera, había sumido al ser  humano y acabar con los excesos y abusos de la Iglesia católica de Roma. 

Mientras que en el resto de Europa empezaban a notarse algunos atisbos para laicizar las mentes y secularizar las sociedades, en Castilla se acaba con la monarquía de los Trastámara, los Beamonteses y Agramonteses, con la ayuda egoísta e intencionada de la Iglesia de Roma, practicando en el caso de los Trastámara, una vil política de sacristía. 

Sin pertenecerle dinásticamente la Corona a Isabel de Trastámara ésta es nombrada con subterfugios, Reina de Castilla en detrimento de su sobrina Juana, denominada la Beltraneja. Con manipulaciones políticas, la Iglesia católica casa fraudulenta e intencionadamente a la ya Isabel I de Castilla con Fernando de Aragón, consiguiendo con esta unión, su meta más preciada: hacerse en un futuro más o menos próximo la dueña del mundo, con la ayuda militar y gratuita de éstos; los titula como Reyes Católicos y los hace su brazo armado para conseguir sus fines con la colaboración de la Santa Inquisición, que éstos debían poner en funcionamiento en todos los territorios españoles en calidad de seglares ya que en el Concilio de Letrán de 1179, se había prohibido a los curas, obispos y cardenales matar a sus semejantes. El trabajo sucio para conseguir sus intereses tendría que hacerlo otros. Es que son unos santos. 

Aunque los historiadores digan, que fue Isabel personalmente, la que financió el viaje de Colón a lo que hoy es América, a los escépticos nos parece una falacia, puesto que de todos es conocido que ni ella ni su marido tenían lo suficiente para tal aventura y que las Cortes de Castilla, tampoco permitían el dispendio. Fue la Iglesia católica la que adelantó el dinero necesario, haciéndolo a título de inversión de capital, para recuperarlo a posteriori con sus réditos correspondientes. La Iglesia Católica en aquellos tiempos ya era milenaria y ésta ya sabía más por vieja que por lista, que a! otro lado del océano había otras tierras de las que se tenía que apropiar. La Iglesia Católica, tocante al dinero, nunca ha corrido aventuras, ni las correrá; siempre va sobre seguro. En éste tema, siempre ha sido pragmática puesto que en ello le va su propia existencia. Lo suyo es el dinero y el poder que éste proporciona. 

Llegado el siglo XVI, a la princesa Juana, hija de los Reyes Católicos, se la casa por intereses político religiosos, siempre católicos, con un extranjero borgoñón de la casa austríaca de los Habsburgo, podrido físicamente por la endogamia y la sífilis, denominado Felipe el Hermoso, descendiente del emperador Maximiliano y más tarde padre de Carlos I y abuelo de Felipe II; ahí es nada. Vaya dúo.

La política imperialista de la Iglesia y la Monarquía hispana de los Reyes Católicos, anteriormente ya habían hecho otro intento, aunque fallido, para apropiarse del mundo  casando al príncipe Juan, también hijo de Isabel y Fernando con otra Habsburgo llamada Margarita de Borgoña, a su vez también descendiente  de Maximiliano. El príncipe Juan murió, según las malas lenguas. Por exceso de coyunda; vaya usted a saber. 

Es a partir de aquellos tiempos, cuando se decapita vilmente a los Comuneros de Castilla, Padilla, Bravo y Maldonado, por ser detractores de Carlos I, hijo de .de Juana la  Loca, que más bien era una ninfómana impenitente, y de Felipe el Hermoso, que era más feo que una venganza debido a las características físicas familiares: el prognatismo consistente en el labio inferior saliente y colgante, el superior retraído, la mandíbula prominentemente alargada, la frente alta y la mirada desparramada.. Un encanto de hombre. 

Gracias aparte, conviene decir que la cuestión de la decapitación de los Comuneros de Castilla se produjo porque estos no estaban de acuerdo con el abuso que la Monarquía e Iglesia ocasionaban a las comunas en cuestión de impuestos ya que los cuales se estaban dilapidando por Carlos I en guerras de religión que a España ni le iban ni le venían. Hay que aclarar en este punto, que no sólo se dilapidaba el dinero de España, también se dilapidaba profusamente la sangre de los españoles. Igualmente, hay que añadir al respecto, que una vez sofocado el levantamiento de los comuneros, estos siguieron pagando sus impuestos con creces y los nobles y demás patuleas, siguieron sin pagarlos. Siempre es igual. 

Con la monarquía austriaca ya dueña del Imperio español y hermanada con la Iglesia de Roma, empiezan las verdaderas desgracias para España, las cuales permanecen al día de hoy totalmente vigentes. Ni entonces ni ahora se buscaba la prosperidad económica, política, social y cultural de la patria española, solo se pretendía y se pretende en la actualidad la expansión económica político-religiosa de la Iglesia católica apostólica de Roma y sus amigos. Las monarquías, en un principio Hangsburgo y posteriormente Borbón, como extranjeras de facto, la patria española no les han importado nunca una higa, su único cometido desde el siglo XVI ha sido su enriquecimiento personal, amparadas en la milenaria alianza de Trono y Altar perenne desde el año 589 con la Iglesia Católica y sus corifeos, militares y oligárquicos que les otorgaron el estatus de Reyes de España por la Gracia de Dios. Vaya tropa. 

CONSECUENCIAS

Como este trabajo no pretende ser una tesis de historia, voy a relacionar lo más exhaustivamente posible, las consecuencias que lo narrado más arriba, han acarreado a los españoles.

A falta de argumentos políticos ausentes de falsedad, oscurantismo y cuestiones metafísicas, las monarquías reinantes en España desde el siglo XVI hasta nuestros días, han venido paulatinamente fabricando con la ayuda de intelectuales apesebrados, siempre católicos, una serie de iconos y y hazañas épicas supuestamente gloriosas, que utilizado con la retórica populista católica, han venido calando hondamente en las conciencias de las sociedades españolas de cada época. 

Los Monarcas extranjeros que han reinado en España desde el siglo XVI, Austrias y Borbones, han tenido fama de cazurros por su corta inteligencia. No vamos a explicar aquí sus taras físicas y mentales porque se necesitarían muchas resmas de papel. 

Los que las han venido sosteniendo, la Iglesia y los corifeos de ambos, crearon desde sus orígenes el cuerpo de literatos apesebrados que aun perdura, para fabricar historias fabulosas que ocuparan el tiempo y las mentes de los españoles y no se acordaran de lo que verdaderamente les debía interesar. La Iglesia, sobre todo, sabía y sabe que lo que más la puede perjudicar, son los hombres y mujeres que piensen, dado que unidos entre si, consecuentemente, se convierten en una sociedad pensante y por tanto peligrosa para sus intereses, sobre todo los temporales. 

La Iglesia católica y sus amigos, sabían y saben que lo que más perdura en la imaginación del ser humano, son la metafísica, las fábulas, las cosas irreales, los misterios, las hazañas sobrehumanas, las mentiras reiteradas que se convierten en verdades, los héroes desaparecidos, los sentimientos patrioteros, los enemigos imaginarios o no y la fragmentación de las sociedad por medio del odio entre sus componentes. Todas éstas cuestiones se han inculcado profusamente y sin descaso en España hasta el día de hoy. 

Los intelectuales apesebrados, han fabricado para los españoles desde hace cinco siglos para acá, tantas mentiras que han conseguido, irremediablemente, una sociedad fragmentada y enfrentada. España en sí misma, son dos, una la que mencioné anteriormente en el tercer párrafo de LA HERENCIA y, otra, que siempre ha estado dominada por ésta. Una, la que siempre ha ostentado el poder y otra, la que nunca lo ha tocado. Una, la que siempre ha defendido, creído, apoyado, magnificado y coreado las fabulaciones políticas, históricas, sociales, heroicas, épicas, culturales e imperiales que le vendieron los cuentistas a sueldo de los diferentes reinados de Austrias y Borbones. 

A estos españoles, como ellos se titulan: de pro, las cosas históricamente les han ido pírricamente bien, debido a su indignidad y servilismo. Para todos ellos, en los últimos cinco siglos las oligarquías españolas, llámense Corona, Iglesia, Política, Financiera, Terrateniente o Militar les han venido montado una red, siempre y paulatinamente en expansión y a manera de tela de araña, que ha constituido el Estado español históricamente, con instituciones que nadie sabe ni ha sabido, para qué sirven o han servido, como no haya sido para proporcionarles sus sinecuras, cohechos, prevaricaciones y otros medios indecentes, con los que ganarse la vida, que tanto les gusta en su bendita España. 

Cerrilmente, ésta España, desde siempre caduca y apolillada, nunca quiso ni va querer jamás participar en cualquier iniciativa tendente a emancipar a los españoles de cualquier obligación religiosa, política o económica. 

Egoístamente y consecuentemente con su perfil servil, esta España nunca ha querido intervenir positivamente, y sí, negativamente, en los grandes movimientos que han proporcionado a la humanidad la modernidad que goza en la actualidad, como son el Renacimiento, la Reforma, la Ilustración, la Revolución, la República, la separación de las Iglesias y el Estado en 1905, la Revolución de octubre de 1917, la Gran Guerra del 1914 y la II Guerra Mundial. Al contrario, siempre los ha denostado o han puesto excusas para no intervenir en el lado adecuado, en aras de una supuesta neutralidad. Para qué, si su España lo tenía todo conseguido gracias a ellos mismos. Son unos machotes de pelo en pecho. Todavía andan por aquí a millones. 

Del Renacimiento, aun siendo muy importante en lo tocante al arte  y al buen gusto, voy a pasar de soslayo. En cuanto a la Reforma, me voy a referir en primer lugar, a los dos grandes movimientos reformistas iniciados en Sevilla y en Valladolid, y urgentemente aniquilados por el Cardenal Cisneros por heréticos y que sus participantes fueron quemados en la hoguera sin más contemplaciones; en segundo lugar,  es imprescindible recordar que la Corte de Felipe II por medio de su embajador plenipotenciario, el Duque de Alba, estuvo entregando cantidades ingentes de dinero al Duque de Guisa. jefe de la Santa Liga y amigo intimo de Catalina de Médicis que combatía a muerte a los hugonotes en Francia, teniendo que resaltar en este punto la  matanza de éstos en París, la noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1563, noche del día citado en la que el río Sena se tiñó completamente de rojo. Fue una gran masacre de protestantes a manos de católicos, auspiciados por la Iglesia de Roma, la Corona de Francia y la financiación con el oro de España. 

Podríamos continuar narrando, por miles, las atrocidades que la Alianza del Trono y el Altar ha propinado a España y, sobre todo, a América, pero sería interminable. 

El sentido que he querido dar a éste documento es el de que se comprenda que las cosas en España y en el mundo occidental no han empezado anteayer y que lo que ayer teníamos y hoy tenemos, es consecuencia de los desmanes y abusos históricos, producidos por las castas Reales y Vaticanas europeas. Perdón por el inciso, pero la cosa no empezó con Recaredo, empezó con Constantino en el siglo IV. En fin éstos han sido, desde siempre, el freno para el progreso de la Humanidad. 

A éste poder milenario, el de la Santa Alianza del Trono y el Altar, hay que compararlo con un rinoceronte, animal tan grande, fuerte, feroz, violento e inteligente, que nunca se le podrá doblegar haciéndole cosquillas. Ojo al tema. 

Esta Comisión propone un debate sereno y en profundidad, entre los asociados a U.C.R para que internamente, quede bien aclarado lo que desde esta Asociación se va a entender en el futuro por Estado laico y los caminos a recorrer para conseguido. 

Como resultado de tal debate, Unidad Cívica por la República redactará un documento que servirá de marco a las propuestas que sobre laicidad haga en su propio nombre. 

Por otro lado, desde esta Comisión se propone a UCR la conveniencia de que la Asociación ofrezca este documento marco resultante de nuestro debate interno a todas las organizaciones políticas, sociales, profesionales, culturales etc., que se reclaman laicas dentro España que se quieran adherir al mismo para trabajar conjuntamente al respecto de las "exigencias que se vayan a formular al Estado en cuestión de laicidad.

A éste poder milenario, el de de La Santa Alianza del Trono y el Altar, hay que comparado con un rinoceronte, animal tan grande, fuerte, feroz, violento e inteligente, que nunca se le podrá doblegar haciéndole cosquillas. Ojo al tema.

 Esta Comisión propone un debate sereno en profundidad, entre los asociados a U.C.R. para que internamente, quede bien aclarado lo que desde esta Asociación se va a entender en el futuro por Estado laico y los caminos a recorrer para conseguido. 

Como resultado de tal debate, Unidad Cívica por la República redactará un documento que servirá de marco a las propuestas que sobre laicidad haga en su propio nombre. 

Por otro lado desde esta Comisión se propone a UCR la conveniencia de que la Asociación ofrezca este documento marco resultante de nuestro debate interno a todas las organizaciones políticas, sociales, profesionales, culturales etc., que se reclaman laicas dentro España que se quieran adherir al mismo para trabajar conjuntamente al respecto de las exigencias que se vayan a formular al Estado en cuestión de laicidad.

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