¿Qué
gobierno se acuerda de vosotros,
soldados
del Gobierno que fue un día?
Porque
no fue la vuestra una vistosa
misión
humanitaria, con fotos entrañables
de
niños sonriendo mientras comen
lo
que hoy les cayó en suerte, y que luego
-idéntica
sonrisa, pues idéntica suerte
proveyó-
jugarán con los extraños
artefactos
llovidos desde el cielo.
No
procurasteis gloria en remotos países
bajo
pretextos varios, que haber siempre los hay;
incluso
buenos. Pero no tuvisteis
que
buscar muy lejos, no: la Guerra vino
un
día a vuestra puerta,
y
era un fusil que debía elegirse
sostener
en las manos o encarar
de
espaldas contra un muro.
Fue
preciso "matar para seguir viviendo",
como
dijo un soldado de Orihuela.
En
vuestro corazón late una vieja
piel
de toro que el tiempo ha curtido.
Aún
llamean hogueras sobre su geografía:
Puente
de Los Franceses, Gernika, Ebro,
Brunete,
Badajoz, Madrid "rompeolas
de
todas las Españas"...
Rescoldos
de otra época
que
no siendo mejor, sí más honesta.
Las
cosas se llamaban por su nombre.
La
Guerra se llamaba Guerra; los muertos, muertos;
con
el mudo respeto que la palabra impone,
que
es vil robarle a un muerto, el que fuere,
la
Verdad, en su condición resuelta
con
última y sencilla nitidez.
Y
aunque no falten quienes ahora digan
que
iguales fueron todos, pues la sangre
vertida
a todos llega al fin y al cabo,
no
fue igual, como no es igual
tener,
que no tener.
Porque
la Muerte a todos nos hermana,
sí:
pero es en la muerte, no en la vida.
Ni
tan siquiera -bien sabéis- en el recuerdo.
Endeble
han de tener el suyo quienes
también
con sangre y fuego, dieron ahora
en
hacer Democracia a todo coste,
aunque
mejor si es lejos y rentable.
Olvidan
a los hombres y mujeres
que
aquí la defendieron años antes;
no
signifique acaso la palabra
ya
lo mismo, o no gustara entonces.
(Triste
sino el de las palabras bellas,
que
es el de ser tan putas)
Mas
si ganaron otros la batalla,
tengan
ellos la fría paz del mármol
con
su losa de oprobio: no es ese vuestro sitio,
sino
uno más allá de La Victoria
o
la derrota, por igual terribles.
Un
lugar que es combate todavía.
Se llama la Memoria.
(En Madrid. Miguel Pastrana)
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