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República española

Miguel Marín Bosch *

La Jornada    14 de abril de 2006

En dos semanas abordaremos el tema de las manifestaciones de la población hispana en Estados Unidos. Hoy nos referiremos a un asunto muy distinto, pero que me ha acompañado a lo largo de mi vida.

A pocos pasos de la antigua aduana del pulque de la ciudad de México, el magnífico edificio del siglo XVIII que hoy alberga el Instituto Matías Romero de estudios diplomáticos, se encuentra el Centro de desarrollo de la comunidad "República Española". ¿De qué están hablando?, se preguntará más de un transeúnte.

Mañana se cumplen 75 años del día en que los españoles votaron por echar a la monarquía y constituirse en una república. Su vida fue corta, apenas ocho años: de 1931 a 1939. Francisco Franco se encargó de acabar con la república e instauró una dictadura que sobrevivió la Segunda Guerra Mundial y duró hasta su muerte en 1975.

El "caudillo de España por la gracia de Dios" dejó como su heredero al rey Juan Carlos. Pero había un pequeño problema: el padre del futuro rey aún vivía. Se hizo a un lado la ley de sucesión monárquica y Juan Carlos I llegó al trono. En efecto, podría decirse que la monarquía regresó a España en lo que fue una especie de golpe de Estado. Fue la última voluntad del dictador dos veces golpista.

Tras la muerte de Franco, los españoles se apresuraron a tratar de demostrar sus credenciales europeístas. Hubo altibajos y un acuerdo de no recordar el pasado y de disimular las diferencias de opinión. Así fue la llamada transición. Empero, aún quedan muchos capítulos por escribirse. Por ejemplo, hay quienes piensan que no se ha aquilatado en su justa dimensión el papel decisivo de Adolfo Suárez en los años de la transición. Otros analistas consideran que se ha exagerado el papel del rey Juan Carlos I en la llamada defensa de la democracia tras las locuras del coronel Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981.

En mi casa se hablaba mucho de España y de la guerra civil. Era natural ya que mis padres llegaron a México en 1939 en calidad de refugiados republicanos. Mi madre me decía que ese 14 de abril de 1931 fue cuando ella se incorporó a un proyecto político esperanzador. El mes anterior había cumplido 18 años.

La república se proclamó a raíz de los resultados de las elecciones municipales celebradas el 12 de abril. El rey había convocado esas elecciones para medir el apoyo a la monarquía en un momento de desafíos políticos de grupos republicanos. Ahí se hizo patente que la monarquía contaba con muy poco apoyo en las principales ciudades del país. Es cierto que los concejales monárquicos lograron una considerable mayoría, pero también es cierto que lo que importaba en esa época era la opinión de los habitantes de los centros urbanos y éstos estuvieron decididamente a favor de la república. Alfonso XIII hizo sus maletas y se fue a vivir a París.

La Constitución que rigió la república fue un texto de los más avanzados del mundo. Los derechos humanos ocuparon parte importante del documento. De no haber sido por Franco, quizás España hubiera transitado a la modernidad medio siglo antes.

Cursé parte de la primaria en el Colegio Madrid. Ahí se respiraba un aire muy republicano. La bandera de la España republicana (tres franjas del mismo ancho, roja, amarilla y morada) era muy visible. Muchos de los maestros y padres de familia compartían una visión progresista del mundo.

No cabe duda de que el 14 de abril de 1931 fue una jornada que muchos españoles recordarían toda su vida. Sin embargo, algo pasó tras la muerte de Franco que empañó el recuerdo de ese día.

La república de 1931-1939 fue el segundo intento español en este terreno. La primera, y aún más efímera república, fue la de 1873-1874. Desde luego que en España sigue habiendo organizaciones no gubernamentales y hasta partidos políticos que propugnan el establecimiento de un régimen republicano. Piensen en Ezquerra Republicana de Catalunya. Inclusive, hay partidos que conmemoran el día 8 de junio, aniversario de la proclamación por las Cortes Constituyentes, en 1873, de la República federal española. Tal es el caso de Izquierda Unida de Navarra.

Lo que no logro comprender es el porqué del olvido de la república entre tantos que fueron tan republicanos. Quizás ese haya sido el precio de la transición política en España después de la muerte de Franco: olvidarse de lo que fueron unos objetivos no negociables cuando uno era joven. La historia de la vida de muchos republicanos españoles es el relato de un sueño truncado.

Algo extraño le ocurrió a España en su camino a la modernidad en las últimas décadas del siglo pasado. Se olvidó de la república.

* Director del Instituto Matías Romero y ex subsecretario de Relaciones Exteriores

 

 

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