«Enseguida
la República en su leve e indeleble existencia resultó ser
la Niña. Ésa que aparece inconfundiblemente en la pintura
española y en especial en el más diáfano cuadro de historia
que se haya escrito, íbamos a decir y no lo corregimos,
"Las Meninas", de Velázquez. Esa niña que no puede
acabar de coger la rosa que le ofrece su enigmática aya.
Rodeada de monstruos del inconsciente mientras en la claridad
del fondo al maestro que mira cuando se está yendo deja
entregada su mirada. Y en el espejo del fondo, las figuras
casi ahogadas de los reyes como si desde un pasado remoto
estuviesen mirando así todo sin ver apenas nada. ¿Y quién
mira a la Niña? Todo parece estar y moverse en función de
ella, centro pálido, indefenso. Alba incipiente detenida en
un tiempo cuajado, ofrece tan sólo su presencia que sólo el
fluir del tiempo vivificaría». (1)
(María Zambrano)
Condena,
casi unánime, del Parlamento europeo al franquismo. En España,
se firma un manifiesto contra la dictadura, cuando se cumplen
70 años de la sublevación contra la República. Hay una
generación, la que nace terminando los cincuenta y en los
inicios de los sesenta, que mayoritariamente no parece
considerar que la transición haya sido tan idílica como se
vino diciendo, y reivindica, entre otras cosas, que se
dignifique la memoria de los que sufrieron represiones,
persecuciones y exilios como consecuencia de su oposición a
aquel régimen.
75 aniversario de la II República. La generación de la que
venimos hablando plantea que se acabe el silencio sobre el único
Estado no lampedusiano de la España contemporánea. Hay
quienes firmaron un manifiesto de adhesión en pro del Estado
republicano que recibió encendidos elogios por parte del
actual presidente del Gobierno. Pero también hay gentes que
consideran que no se trata sólo de manifestar su respeto
hacia lo que fue la Segunda República. Se pide un paso más.
Es decir, que se abra el camino hacia la proclamación de la
Tercera República.
Frente a esto, años y años hablándose de los errores de
aquella República, mientras no se ponía el énfasis en los
horrores de una dictadura. Luego, proclamas para el olvido,
pues no había transcurrido tiempo suficiente para analizar
aquellos acontecimientos con objetividad. Así, se silenció a
tantos y tantos que lucharon contra la tiranía.
Después, las argumentaciones conocidas en contra de los
acontecimientos antidemocráticos sucedidos durante la República.
Argumentaciones que jamás tuvieron en cuenta algo que la
historia proclama a gritos. La derecha más reaccionaria jamás
necesitó muchos pretextos de pureza democrática para dar
golpes de Estado. Contemos cuántos hubo a lo largo de la
historia contemporánea española. Pero lo que nos quedaba por
oír era que no sólo había habido actuaciones antidemocráticas
en el período republicano, sino que este mismo Estado nació
de forma ilegítima. O sea, fue un golpe de Estado. Los datos
de las elecciones municipales del 31 están en los libros.
Hubo más votos conservadores en el conjunto, pero fue inequívoca
la victoria republicana en los núcleos de población más
grandes. Lo único que nos queda por esperar es que alguien
diga que en la España del 31 el voto era igualmente libre en
las ciudades que en los núcleos rurales. Lo único que nos
queda por esperar es que alguien esgrima como argumento que
los monárquicos y conservadores que no se cuestionaron su
derrota entonces estaban equivocados, o que reconocieron el
triunfo republicano bajo tortura.
¡Ay, querida República! La Niña de la que habla con tan
envidiable estilo María Zambrano, cuyas palabras encabezan
este artículo. Querida República a la que casi toda Europa
dejó sola. Por eso, la declaración aprobada por el
Parlamento europeo viene a reconocer el agravio que sufrió
hace 70 años por parte no sólo de los que la combatieron en
España, sino también por parte de los países democráticos
que no la defendieron.
¡Ay, querida República! Si en su momento Orwell tuvo la
lucidez y el arrojo suficiente para denunciar la ceguera de
los intelectuales europeos frente a los horrores del
estalinismo, habrá que reconocer a continuación que no se le
ha hecho aún el merecido reconocimiento a lo que fue el
verdadero significado de la Segunda República, traicionada
dentro y fuera de nuestro país.
¡Ay, querida República! ¿Y nuestra izquierda de siglas de
aquí y de ahora? ¿Se encuentra muy a gusto, por ejemplo, el
Gobierno asturiano, socialistas e IU, es decir, izquierda
plural y transformadora, teniendo ubicadas muchas de sus
consejerías en una plaza llamada del Coronel Aranda, del que
nunca podrá mentarse su lealtad a la República? ¡Ay!
¿Por qué le cuesta tanto a la izquierda de siglas,
especialmente al PSOE, manifestar su republicanismo? ¿O acaso
sus postulados pueden ser monárquicos, señor Bustillo? ¿Por
qué el PP se resiste tanto a condenar el franquismo? Pues hay
quien dice que, a pesar de que su fundador fue ministro de
Franco (negarlo sería un tanto dificultoso), la formación
que lidera el señor Rajoy es demócrata. Eso, que queremos
creer, su carácter inequívocamente democrático, colisiona
de plano con posturas ambiguas a la hora de condenar una de
las dictaduras más largas del siglo XX.
Querida República, querida Niña, 75 años después, sigues
recibiendo olvidos, incomprensiones y condenas de todo tipo.
Pero, a pesar de todo, ni pudieron, ni pueden, ni podrán
borrarte. Simbolizaste algo tan profundo que el mundo se
estremeció con tu derrota. Fuiste el cargamento épico y lírico
de un tiempo y de un mundo que quería cambiar.
Querida República...
(1) María Zambrano. Los intelectuales en el drama de España.
Editorial Hispamerca. Madrid, 1977. Página 9.
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