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Querida República

Luis Arias Argüelles-Meres 29 de Julio de 2006

«Enseguida la República en su leve e indeleble existencia resultó ser la Niña. Ésa que aparece inconfundiblemente en la pintura española y en especial en el más diáfano cuadro de historia que se haya escrito, íbamos a decir y no lo corregimos, "Las Meninas", de Velázquez. Esa niña que no puede acabar de coger la rosa que le ofrece su enigmática aya. Rodeada de monstruos del inconsciente mientras en la claridad del fondo al maestro que mira cuando se está yendo deja entregada su mirada. Y en el espejo del fondo, las figuras casi ahogadas de los reyes como si desde un pasado remoto estuviesen mirando así todo sin ver apenas nada. ¿Y quién mira a la Niña? Todo parece estar y moverse en función de ella, centro pálido, indefenso. Alba incipiente detenida en un tiempo cuajado, ofrece tan sólo su presencia que sólo el fluir del tiempo vivificaría». (1)
(María Zambrano)


Condena, casi unánime, del Parlamento europeo al franquismo. En España, se firma un manifiesto contra la dictadura, cuando se cumplen 70 años de la sublevación contra la República. Hay una generación, la que nace terminando los cincuenta y en los inicios de los sesenta, que mayoritariamente no parece considerar que la transición haya sido tan idílica como se vino diciendo, y reivindica, entre otras cosas, que se dignifique la memoria de los que sufrieron represiones, persecuciones y exilios como consecuencia de su oposición a aquel régimen.

75 aniversario de la II República. La generación de la que venimos hablando plantea que se acabe el silencio sobre el único Estado no lampedusiano de la España contemporánea. Hay quienes firmaron un manifiesto de adhesión en pro del Estado republicano que recibió encendidos elogios por parte del actual presidente del Gobierno. Pero también hay gentes que consideran que no se trata sólo de manifestar su respeto hacia lo que fue la Segunda República. Se pide un paso más. Es decir, que se abra el camino hacia la proclamación de la Tercera República.

Frente a esto, años y años hablándose de los errores de aquella República, mientras no se ponía el énfasis en los horrores de una dictadura. Luego, proclamas para el olvido, pues no había transcurrido tiempo suficiente para analizar aquellos acontecimientos con objetividad. Así, se silenció a tantos y tantos que lucharon contra la tiranía.

Después, las argumentaciones conocidas en contra de los acontecimientos antidemocráticos sucedidos durante la República. Argumentaciones que jamás tuvieron en cuenta algo que la historia proclama a gritos. La derecha más reaccionaria jamás necesitó muchos pretextos de pureza democrática para dar golpes de Estado. Contemos cuántos hubo a lo largo de la historia contemporánea española. Pero lo que nos quedaba por oír era que no sólo había habido actuaciones antidemocráticas en el período republicano, sino que este mismo Estado nació de forma ilegítima. O sea, fue un golpe de Estado. Los datos de las elecciones municipales del 31 están en los libros. Hubo más votos conservadores en el conjunto, pero fue inequívoca la victoria republicana en los núcleos de población más grandes. Lo único que nos queda por esperar es que alguien diga que en la España del 31 el voto era igualmente libre en las ciudades que en los núcleos rurales. Lo único que nos queda por esperar es que alguien esgrima como argumento que los monárquicos y conservadores que no se cuestionaron su derrota entonces estaban equivocados, o que reconocieron el triunfo republicano bajo tortura.

¡Ay, querida República! La Niña de la que habla con tan envidiable estilo María Zambrano, cuyas palabras encabezan este artículo. Querida República a la que casi toda Europa dejó sola. Por eso, la declaración aprobada por el Parlamento europeo viene a reconocer el agravio que sufrió hace 70 años por parte no sólo de los que la combatieron en España, sino también por parte de los países democráticos que no la defendieron.

¡Ay, querida República! Si en su momento Orwell tuvo la lucidez y el arrojo suficiente para denunciar la ceguera de los intelectuales europeos frente a los horrores del estalinismo, habrá que reconocer a continuación que no se le ha hecho aún el merecido reconocimiento a lo que fue el verdadero significado de la Segunda República, traicionada dentro y fuera de nuestro país.

¡Ay, querida República! ¿Y nuestra izquierda de siglas de aquí y de ahora? ¿Se encuentra muy a gusto, por ejemplo, el Gobierno asturiano, socialistas e IU, es decir, izquierda plural y transformadora, teniendo ubicadas muchas de sus consejerías en una plaza llamada del Coronel Aranda, del que nunca podrá mentarse su lealtad a la República? ¡Ay!

¿Por qué le cuesta tanto a la izquierda de siglas, especialmente al PSOE, manifestar su republicanismo? ¿O acaso sus postulados pueden ser monárquicos, señor Bustillo? ¿Por qué el PP se resiste tanto a condenar el franquismo? Pues hay quien dice que, a pesar de que su fundador fue ministro de Franco (negarlo sería un tanto dificultoso), la formación que lidera el señor Rajoy es demócrata. Eso, que queremos creer, su carácter inequívocamente democrático, colisiona de plano con posturas ambiguas a la hora de condenar una de las dictaduras más largas del siglo XX.

Querida República, querida Niña, 75 años después, sigues recibiendo olvidos, incomprensiones y condenas de todo tipo. Pero, a pesar de todo, ni pudieron, ni pueden, ni podrán borrarte. Simbolizaste algo tan profundo que el mundo se estremeció con tu derrota. Fuiste el cargamento épico y lírico de un tiempo y de un mundo que quería cambiar.

Querida República...


(1) María Zambrano. Los intelectuales en el drama de España. Editorial Hispamerca. Madrid, 1977. Página 9.

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