Acerca del debate ayer en La 2 Televisión Española
¿Monarquía
o República?
Jaime Richart -
31 de mayo de 2004
El argumentario, más bien el discurso circular, rígido, inflexible de
quienes defienden la monarquía es el mismo en esencia que el de los que
maldicen el fundamentalismo islámico para sustituirlo por el suyo; el de los
que defienden el dogma católico, el sistema de libre mercado, el “nadie
quiere la guerra” –pero la hacen-, la iniciativa privada como motor económico
exclusivo, la inexistencia de clases, la Bolsa, el lujo, el progreso
exclusivamente material y la democracia parlamentaria aun falsa o falsificada.
Esos abogados son a su vez los mismos que formaron parte del aquelarre
oligárquico padre de la Constitución y los adiestrados sobre ello; sus hijos,
sus parientes y sus beneficiarios directos en general. Todos los que
detentaron y detentan el poder o lo transmitieron, y sus recipiendarios en
definitiva...
Esos son, todos ellos, los que defienden la monarquía defendiendo de
paso su propio statu quo y los privilegios sociales y económicos que les ha
blindado el establishment. Privilegios de variada índole, pero todos de alto
valor socioeconómico. Unas veces, con carácter tácitamente transmisible,
puede ser una cátedra, otras una notaría, un registro, una judicatura, un
escaño, una jefatura de policía... una ventaja promocional, y otras en fin
unas magras cuentas financieras. Un predominio, una hegemonia, permanentes,
entre cuarenta millones de habitantes. Y esos son los capaces de negar
también la existencia de clases y la división entre derechas e izquierdas.
Niegan la luz del día, son insensibles ante la muerte de miles de seres
humanos con tal de seguir comprando barata la gasolina. Pero eso sí, raro es
el que no es circunspecto y casi solemne...
Por eso se niegan a permitir en su cabeza que la monarquía actual es
la consecuencia de una imposición, no del pacto social. Que no es más que la
concreción de la voluntad de un testador que decidió que España, después
de su muerte, habría de ser el Reino -pero ahora con monarca de verdad- que había
venido siendo a lo largo de su dictadura vitalicia... Y sus albaceas
testamentarios cumplieron con la manda. No es más.
El sistema occidental es ya de por sí un coto más o menos cerrado según
los países. En Norteamérica, por ejemplo, son republicanos, pero ¿y qué?
En lugar de un rey, tienen la reina actualmente más poderosa de la tierra: la
mentalidad anglosajona. ¿Qué puede hacer todo el que no sea wasp -blanco,
anglosajón y protestante?. Y en nuestro país la monarquía, por si fueran
pocas ya sus lacras, abrocha el sistema un poco más... De vez en cuando para
encubrir su endogamia, algún plebeyo, si es suficientemente sumiso y espabilado
para digerir el correspondiente lavado de cerebro, accede a los circuitos
por los que pasan los centros neurálgicos del Poder. Y ahí le tendremos,
tanto o más entusiasta del sistema y de la monarquía quizá que los que le
permitieron auparse. Muchos de ellos en el periodismo, son hábiles para
mantenerse y promoverse, pero es que, despertando menos sospechas por su
origen, apuntalan mejor el sistema...
Echénle Vds., monárquicos, predicadores de la realeza, al asunto un
poco de imaginación y a continuación, prescindiendo de esa batería de
argumentos contra la monarquía que debiera avergonzarles, y ya que a los
contertulios del debate televisado no les dio tiempo a hacérsela, respóndase
a sí mismos: si en estos momentos España fuese la República que el
pueblo, de haber sido consultado, hubiera refrendado en lugar de encontrarnos
inmersos en una monarquía forzosa ¿qué vigor creen que podrían tener
esos mismos argumentos en defensa de la forma monárquica de Estado que
ahora esgrimen Vds. con la arrogancia del ganador villano? ¿quién de Vds.
no se avergonzaría de ser partidario de un anacronismo, de un foco histórico
de luchas fratricidas e intestinas y de guerras, de una forma de Estado que
se arrastra ya hasta en el país donde más dura? Del mismo modo ¿qué fuerza
hubieran tenido los rebuznos de los Bush y su manada, si no estuvieran poseídos
por el espíritu del mal y sobre todo si no poseyeran el arsenal de armas mayor
y más potente del planeta?
Por cierto, es significativo que el alegato de los monárquicos
impenitentes que constituyen la aristocracia civil actual en España, sea el
mismo también que el de los que, con las armas masivas en la mano, con una férrea
voluntad de poder y sin alma, hayan cometido un crimen de lesa humanidad en
esos dos pobres países asiáticos. Pues ¿quién, sin que la tierra ceda bajo
sus pies, se atreverá a llamar guerras a lo que no es más que alevoso crimen
combinado para facilitarse un atraco descomunal?
Pues éstos y los otros, los republicanos de allí y los monárquicos
de aquí, se sienten muy hermanados. Y es sin duda por eso; porque el mismo
discurso les sirve a ambos para defender, a los unos el privilegio de clase, a
los otros el privilegio de la sangre anglosajona, y a ambos la depravación
y todo lo indefendible...