Razones y
Sinrazones
Emilio del Barco
UCR
2 de Septiembre
de 2009
Las
guerras de creencias las ganan los más obstinados, los fanáticos. No
importa quien lleve razón. Un fanático no dará su brazo a torcer,
prefiere antes morir, en defensa de su obsesión. En ello encuentra
su premio, al convertirse en héroe, o mártir. Pero eso no eleva su
razón al cielo de las verdades eternas, sólo lo enaltece a él. Con o
sin razón.
Mártir,
o héroe, no suele ser quien más cerca está de la razón, sino quien
menos razona. Pues, a la verdad se llega razonando, a través del
conocimiento, no del sacrificio. Propio o ajeno. Para zanjar
diferencias, siempre se puede hablar. Una vez más. Indagar las
razones del contrario. Conocer qué lo mantiene en su sinrazón. Y
pensar si lo asiste algún derecho. Atacar cuando se está seguro de
la propia victoria, no es de valientes. El fuerte también ha de
serlo en sus razones. Razonar más, cuanto más fuerte se sea. Para
que no quepa duda de la fuerza de la razón.
Cuando,
entre los derechos esgrimidos, para justificar guerras, se mezclan
creencias e inspiraciones divinas, las razones humanas desaparecen.
El Bien y el Mal no son valores absolutos, ni pertenecen a nadie. Un
buen día para el cazador, puede serlo de tragedia para los cazados.
El significado de las palabras varía, según qué labios las
pronuncien
La
extrapolación de valores religiosos a la política, da nacimiento a
los credos nacionalistas. Basados en creencias afianzadas. Aún
cuando haya ausencia de razones aquilatadas. Porque las ciencias
contradicen sus postulados. Genéticamente, no existe ningún pueblo
uniforme, sin mezcla. Todos somos viajeros, hijos de trashumantes,
portadores de simientes mezcladas. Las claves genéticas de los
seres vivos, evidencian que cada especie animal no es más que la
expresión diferenciada de un mismo lenguaje celular. Somos
parientes, más o menos cercanos, de todo lo viviente. Animales y
plantas incluidos. Clamar por la pureza de la raza de un pueblo, o
la posesión, en exclusiva, de la verdad divina, evidencia ignorancia
u oscurantismo. Si es que se pretende transmitir la ignorancia.
Igual que pretender la cesión exclusiva, por la divinidad, de
tierras excluyentes de otros pueblos, hasta la eternidad.
Puede haber pueblos más cercanos a otros, genéticamente, por la
proximidad en el tiempo de su ramificación, pero siempre
encontraremos los puntos de unión. Nunca hubo una Creación,
exclusiva y separada, para cada pueblo singular. Como pretenden
asegurar los textos fundacionales de cada fe. Las creencias
excluyen la evidencia científica.
Para zanjar diferencias,
siempre se puede hablar. Una vez más. Indagar las razones del
contrario. Conocer qué lo mantiene en su sinrazón. Y pensar si lo
asiste algún derecho. Atacar cuando se está seguro de la propia
victoria, no es de valientes. El fuerte también ha de serlo en sus
razones. Razonar más, cuanto más fuerte se sea. Para que no quepa
duda de la fuerza de la razón.
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Emilio del Barco.
emiliodelbarco@hotmail.es