Ante la propuesta de la
Plataforma por la concesión del Premio príncipe de Asturias de la
Concordia 2009 a Marcos Ana.
J.
L. G.
UCR
2 de Julio de 2009
El 19 de
mayo de 2009 el Parlamento adoptó una resolución limitando la ley de
jurisdicción universal a los casos con víctimas de nacionalidad española
o cuyos presuntos responsables se encontraran presentes en el territorio
español, medida apenas cuestionada por la sociedad, que beneficia la
impunidad al alejar a la justicia de la búsqueda de la verdad, la
justicia y la reparación a las víctimas de crímenes contra la
humanidad en un ámbito universal. En este contexto legislativo, surge la
propuesta de la Plataforma por la concesión a Marcos Ana del premio a la
Concordia 2009 por parte de los Príncipes de Asturias.
Hablo como
hijo, nieto y sobrino de represaliados por el franquismo. Como hijo de
un esclavo en un batallón disciplinario que afortunadamente vive
todavía, como nieto de un cautivo puesto en libertad para morir al poco
tiempo a consecuencia del cautiverio, y como sobrino de uno de los 2.663
asesinados en la Tapia del Cementerio del Este de Madrid, sentenciado
junto a sus compañeros en un juicio militar colectivo sin derecho a una
mínima defensa ni a las demás garantías jurídicas y democráticas. Hablo
como miembro de una familia que, por defender la democracia fue arrasada
por el terrorismo de estado franquista y nunca recibió información ni
reconocimiento alguno, ni tampoco verdad, ni justicia, ni reparación.
Con esa
tragedia familiar detrás de mí, me permito hacer esta reflexión
partiendo de la base de que Marcos Ana se merece todos los premios que
cualquier institución democrática internacional pueda conceder a un
represaliado con semejante trayectoria de lucha y sufrimiento.
Mi estupor
surge al tratarse de la concesión en España de un premio otorgado por
miembros de una institución vinculada a la Corona, la misma corona que
fue tutelada y restaurada por un régimen totalitario. El mismo régimen
que acabó con parte de mi familia y que aterrorizó al conjunto de la
población cautiva y desarmada a la que perteneció Marcos Ana y al que no
me consta que la monarquía haya condenado. Y esto no es algo
superficial. Fueron cientos de miles los represaliados ocultados tanto
por el franquismo como por la democracia, desde que formalmente se
impusiera la paz nacionalsindicalista en 1939.
A
partir de la firmeza de las instituciones democráticas españolas para no
anular los juicios y condenas del totalitarismo franquista que
convertían a los adversarios políticos en delincuentes penalizables y/o
reos de muerte, me surgen preguntas como:
-
¿La institución a la que se solicita el galardón está cualificada
democráticamente para entregar este tipo de premios sin una previa
condena de aquellos crímenes del franquismo que causaron el sufrimiento
o la muerte a cientos de miles de demócratas?
-
¿Es el Príncipe de Asturias el mejor premio de todos los posibles para
honrar a Marcos Ana y con ello a todas las víctimas del franquismo?
-
¿A raíz del premio, la prensa española va a dar la proyección que merece
el exterminio y persecución de los antifranquistas durante 40 años, o se
va a limitar a convertir el evento en una “historic people”?
-
¿Hay alguna intención por parte de las instituciones del estado de obrar
en consecuencia con el premio y otorgar la necesaria justicia y
reparación a todas las demás víctimas del franquismo?
-
¿Y si, a pesar de pedirlo, la Fundación que otorga el premio no se lo
concede, qué pasa entonces?
Dos
elementos antagónicos: por un lado una Corona que tuteló y restauró el
General Franco y por otro una tragedia, la de los antifranquistas
perseguidos, cautivos o desaparecidos en las innumerables fosas comunes
que siguen salpicando el Estado español. Dos realidades contrapuestas de
las que una, las víctimas del franquismo y familiares, seguimos
esperando esa VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN oficial que la Ley de
Memoria Histórica dificulta, como ya dificultara la Ley de Amnistía de
1977, ambas leyes de la vergüenza para muchos de nosotros, las víctimas
y familiares.
Por todo
lo anterior considero que si se desea premiar en la figura de Marcos Ana
a los represaliados por el franquismo, pido que la misma Plataforma por
la concesión del premio aspire a un premio de mayor repercusión
internacional a la altura de tan insigne personaje y de la tragedia
humana que representa, y ese premio no es otro que EL NOBEL DE LA PAZ
que ya recibieran Rigoberta Menchú, Nelson Mandela, Adolfo Pérez
Esquivel o Martin Luther King. Añado que cualquier crítica que se pueda
hacer hacia el premio Nobel de la Paz queda empequeñecida por las
críticas que merece el premio Príncipe de Asturias, dadas sus
vinculaciones históricas.
Con todo
mi afecto y reconocimiento a Marcos Ana, y a todas las víctimas del
franquismo
J.L.G.
Hijo,
nieto y sobrino de víctimas del franquismo