Xabier
Makazaga
ÍzaroNews
24
de Noviembre de 2009
Ahora que
se cumplen 24 años de la muerte bajo torturas de
Mikel Zabalza, que apareció "ahogado" en el río
Bidasoa tras ser detenido por la Guardia Civil y
estar 20 días desaparecido, quisiera rendirle un
sentido homenaje y al mismo tiempo remarcar que lo
sucedido durante aquellos 20 intensos días nos debe
servir de ejemplo para redoblar esfuerzos en la
denuncia por otra desaparición cuya responsabilidad
apunta también claramente a los torturadores
españoles, la de Jon Anza...
En efecto, la
enorme presión popular que se vivió en Euskal Herria
tras la desaparición de Mikel Zabalza no dejó otro
remedio a las autoridades que el de hacer aparecer su
cadáver, que de otro modo podemos dar por descontado
hubiese desaparecido para siempre, pues según la versión
oficial éste habría logrado fugarse cuando era
trasladado por tres guardias civiles a reconocer un
supuesto zulo de ETA que nunca apareció.
Bien poca gente se dejó engañar en Euskal Herria por
aquella inverosímil versión, y años más tarde se supo
que Mikel murió en el tristemente famoso cuartel de
Intxaurrondo, mientras era sometido a la "bañera" por
varios guardias civiles, entre los que se encontraban
Enrique Dorado y Felipe Bayo, condenados más tarde,
junto con su jefe Enrique Rodríguez Galindo, en el caso
Lasa-Zabala.
De forma similar a lo sucedido en aquel caso, los
servicios secretos conocían ya en 1985 lo verdaderamente
sucedido con Zabalza, como consta en uno de los informes
internos del CESID, pero tanto los Gobiernos del PSOE
como los del PP han denegado siempre la incorporación de
dicho documento a la causa judicial, alegando que es
secreto y su desclasificación pondría en peligro la
seguridad del Estado, por lo que nunca se ha llegado a
juzgar el caso.
Eso sí, por fortuna, la familia de Mikel Zabalza pudo al
menos recuperar su cadáver, y también pudieron
recuperarlos las de Josean Lasa y Joxi Zabala, pero
otros militantes independentistas que según todos los
indicios sufrieron el mismo horrible final en aquella
época (Pertur, Naparra, Popo) aún siguen desaparecidos.
Recientemente ha vuelto a suceder un hecho similar. El
refugiado Jon Anza desapareció en el Estado francés
cuando se dirigía de Baiona a Toulouse en tren, y sus
familiares y amigos, tras denunciar el hecho ante la
fiscalía francesa y con la absoluta seguridad de que su
desaparición se debió a una acción de las fuerzas de
seguridad españolas, la enmarcaron en la «guerra sucia
del siglo XXI».
Casi seis meses después, el 3 de octubre, Gara informó
de que, según fuentes de toda solvencia, Anza habría
sido secuestrado por agentes policiales españoles, y al
encontrarse gravemente enfermo falleció cuando lo
sometieron a torturas para interrogarlo. Gara añadió que
«Estas fuentes aseguran que decidieron entonces
deshacerse del cuerpo sin vida, enterrándolo en
territorio francés». Muy significativamente, mientras la
fiscal francesa que lleva el caso reaccionó de inmediato
ante dichas revelaciones, tanto autoridades como grandes
medios de comunicación españoles guardaron el más
absoluto mutismo al respecto.
Mikel Zabalza también tenía problemas de salud cuando lo
detuvo la Guardia Civil (había sido operado varias
semanas antes), y no cabe duda que dichos problemas
tuvieron mucho que ver con su muerte al ser sometido a
la "bañera". De no ser por ello, seguramente habría
sobrevivido como otros miles de víctimas de los
torturadores, y también es muy probable que el destino
de Jon Anza no hubiese sido su actual desaparición de no
ser por su muy deteriorada salud, pues no parece que la
intención inicial de sus captores fuese hacerle
desaparecer, como a Lasa y Zabala, Pertur, Naparra o
Popo. "Se les fue", como en su día Mikel Zabalza, y
mucho me temo que su cadáver no aparecerá jamás a no ser
que les obliguemos a ello, como en el caso de Mikel.
Hay que recordar que, siendo Ministro del Interior del
Gobierno de José María Aznar, Jaime Mayor Oreja
manifestó que «ETA mata, pero no miente». El Estado
español, en cambio, no sólo mata sino que sobre todo
miente a espuertas; muy especialmente en lo que se
refiere a la tortura y la guerra sucia, que han estado
siempre íntimamente ligadas. Así, mientras una de las
partes del conflicto ha reconocido siempre su
responsabilidad, la otra ha blandido el negacionismo
como bandera, y seguirá sin duda blandiéndolo si no se
articulan medios eficaces para impedirlo.
Por eso es tan urgente desenmascarar ese negacionismo
hipócrita y obligarles a destapar las cloacas del Estado
reconociendo lo sucedido con esas miles de víctimas de
la guerra sucia y la tortura que siguen sin ser
reconocidas como tales. ¡Queremos la verdad y la
queremos ya!
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Xabier Makazaga
es miembro de Torturaren Aurkako Taldea
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