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Negocios y 'relaciones' a golpe de escopeta

Gema Fernández

Soitu. es 17 de Febrero de 2009
  • Cazando suelen establecerse contactos, estrecharse relaciones o cerrarse negocios
  • A falta de heráldica, muchos poderosos se lanzaron al monte "a completar su carrera"
  • La caza es el segundo deporte con más personas federadas en España después del fútbol

 

 La cacería de Bermejo y Garzón ha destapado la caja de los truenos en un hobby que practican un millón de españoles, pero que lleva años convertido en el escenario principal de un grupo de empresarios y aristócratas nacionales. Para ellos, este deporte, además de una afición, es un ejercicio social, donde se establecen contactos, se estrechan relaciones, se cierran negocios, e incluso se encuentra pareja. Si en los años noventa Mario Conde se convirtió en el icono de los arribistas que pretendían entrar en este selecto club, el boom del ladrillo hizo lo propio con otros nuevos ricos hoy venidos a menos.

Empresarios como los Albertos —Cortina y Alcocer—, Juan Abelló —íntimo amigo del Rey—, o Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés ; políticos como Manuel Fraga o Francisco Álvarez-Cascos; o nobles como Carlos de Borbón Dos-Sicilias, Duque de Calabria, o el mismísimo Rey de España, llenan de pedigrí las monterías nacionales.

Pero a falta de heráldica, muchos poderosos se lanzaron al monte "a completar su carrera", en palabras de Miguel Delibes —otro gran aficionado a la caza—, a golpe de talonario. Es el caso de Mario Conde, que se hizo con la finca La Salceda (montes de Toledo). O de empresarios hoy venidos a menos, como Luis Portillo (ex presidente de Colonial) o Manuel Manrique (consejero delegado del grupo Sacyr Vallehermoso), que se sumaron a este selecto club en los tiempos de gloria del ladrillo español.

Foto Efe

 

Portillo compró tres fincas en el parque natural de la Sierra de Hornachuelos (Córdoba) que sumaban más de 4.000 hectáreas: Alta Baja, El Gitano, y Las Lomas. Unos cotos ricos en caza mayor, abundantes en venado y muflón, y lindantes con una finca de Alicia Koplowitz. Por esos campos cordobeses se han ido de montería desde las Koplowitz hasta los Botín, pero hoy están en manos de la banca acreedora, por los problemas de solvencia de Colonial.

Manuel Manrique también atraviesa por dificultades económicas, lo que le ha llevado a poner en venta su finca El Santo, alrededor de mil hectáreas al oeste de la Comunidad de Madrid, que había comprado en 2007 por unos 48 millones de euros. Los terrenos, que incluyen un palacete, fueron la herencia que el general Martínez Campos dejó a sus hijos. La última propietaria fue su nieta, Dolores Martínez Campos, marquesa de Viesca de la Sierra, que estuvo casada con Juan Herrera Fernández (Banesto, Petromed). Una finca, pues, con historia y tronío, razón que quizás explica por qué Manrique estuvo dispuesto a pagar lo que fuera por ella.

Fincas de rica alcurnia

Los principales cotos de caza españoles están en Andalucía y Castilla-La Mancha, según la Real Federación Española de Caza. Pero para saber dónde 'pegan tiros' hoy los 'grandes' y ricos de nuestro país hay que mirar tras las alambradas de fincas como El Palomar (Albacete), del ganadero Samuel Flores; El Avellanar (Ciudad Real), de Alberto Alcocer; Las Cuevas (Ciudad Real), de Alberto Cortina; El Molinillo (Ciudad Real), del empresario Juan Lao; La Alameda (Jaén), de Juan Monjardín, un acaudalado agente de Cambio y Bolsa; El Roblecillo, de Pablo Garnica jr, hijo del ex presidente de Banesto; Las Navas (Cáceres), la joya cinegética de Abelló; o Altalejos, la finca de Carlos March al sur de la provincia de Badajoz.

En el ranking de los diez cazadores con trofeo record en España se encuentran el Rey, Juan Abelló, Manuel Fraga, Adolfo Suárez Illana, Miguel Corsini y los Albertos

Los amantes de la caza pueden llegar a pasar entre 50 y 60 días al año practicando este deporte, compartiendo muchas horas en un ambiente distendido y de gran camaradería, pero también muy competitivo. Y tras hartarse de pegar tiros, llegan las cenas, seguidas de larguísimas tertulias. A menudo, tras cazar en un coto el sábado, pasan a otro el domingo. Y es que la proximidad de los terrenos posibilita tales permutas.

En el ranking de los diez cazadores con trofeo record en España se encuentran el Rey, Juan Abelló, Manuel Fraga, Adolfo Suárez Illana, Miguel Corsini y los Albertos. Precisamente algunas de estas primeras escopetas nacionales suelen cazar juntos a menudo, llegando a formar un selecto club al que sólo se puede acceder previa invitación, y en el que de vez en cuando se dejan caer personajes como Luis del Rivero, presidente de Sacyr.

El Rey suele cazar con los Albertos y Abelló. De hecho, existe un 'pique' entre el monarca y el financiero porque en agosto de 2007, Abelló arrebató al monarca el primer puesto en el ranking de caza mayor, al abatir a un ciervo de 228 puntos, en la finca El Palomar.

Dicen que este coto es "un espacio cinegético de lujo", donde un cazador puede llegar a pagar 30.000 euros por abatir un ciervo. Y que quienes lo alquilan pueden disfrutar de otras actividades, como paseos a caballo, paddle o pesca. A esta finca, también suelen acudir los toreros Enrique Ponce y Vicente Barrera, Emilio Botín y el hijísimo Adolfo Suárez Illana.

De safari

No obstante, los hay que prefieren cazar más allá de nuestras fronteras. Es el caso de la familia Serratosa (Nefinsa), que tiene una finca en Namibia, donde se organizan safaris en los que han participado, por ejemplo, los hermanos José Antonio y Fidel García Guzmán, muy aficionados a este deporte. Y de todos es conocido el caso de nuestro monarca, cuyas andanzas con los osos rumanos levantaron muchas ampollas.

 

Precisamente a este país, a Rumanía, también han ido en busca de trofeos algunos famosos de talla internacional, como el actor Alain Delon, o el diseñador Hugo Boss, así como el ex ministro español Francisco Álvarez-Cascos, aficionado a la caza del urogallo.

Entre los internacionales que optan por tierras hispanas para practicar este deporte se encuentran Maximiliano de Baviera, el gran duque Juan de Luxemburgo y el duque Karl Wutemberg, que suelen acudir al coto que Carlos de Borbón Dos-Sicilias, Duque de Calabria, tiene en Ciudad Real, conocido como La Toledana.

A Carolina de Mónaco también le gusta ceñirse la canana, una afición que le viene por vía paterna y que suele practicar cada año en tierras extremeñas. Desde que era niña, solía acompañar a su padre, el Príncipe Rainiero, en busca de perdices rojas por la finca La Golondrina, propiedad de Fernando Bustamante y Rocío Falcó. Y ahora dispara en el coto Los Llanos, propiedad del Marquesado de Larios, que también ha recibido la visita de George Bush padre en alguna ocasión.

Otros monarcas aficionados a este deporte son el rey Harald de Noruega, que dice abiertamente que la caza de alces está entre sus hobbies favoritos; o la familia real británica, con el príncipe Carlos a la cabeza.

Sin color político.

Las críticas surgidas contra la caza tras la ya famosa cacería de Bermejo y Garzón ha obligado incluso a la propia Real Federación Española de Caza a lanzar un comunicado para defender "una actividad social que mueve en España alrededor de un millón de aficionados" y una "actividad netamente sostenible". Para estos cazadores, la escopeta no es sólo un hobby de ricos y aristócratas. Ni siquiera está reñido o aliado con uno u otro color político. Es el segundo deporte con más personas federadas en España después del fútbol —superan los 400.000, según la Federación—, aunque existen más de un millón de licencias expedidas. Y en su día el dirigente de IU Antonio Romero, aficionado a los galgos, ya sentenció que "la caza no es de derechas".

Además, de los miles de millones que mueve al año la caza en España, un pico son divisas de los más de 5.000 turistas que llegan de manos de la Asociación de Empresas Turístico-Cinegéticas. Buscan la famosa perdiz roja nacional, el zorzal y la caza mayor, más elitista y costosa. Según Antonio Pérez Henares, portavoz de la federación, por 2.000 euros al año es posible practicar caza menor en nuestro país, eso sí, en los cotos públicos, a los privados hay que acudir con invitación. Y precisamente en estas monterías selectas es donde se pueden llegar a pagar entre 3.000 y 6.000 euros por pieza.

Para poder practicar la caza es necesario tener un permiso de armas —de escopeta para caza menor (perdices, conejo, tórtolas...), y de rifle para caza mayor (jabalí, venado, ciervo...)—, además de pasar unos exámenes y obtener una licencia de caza, nos explica Pérez Henares. Y apunta que cada comunidad autónoma expide su propia licencia, y sin ella no se puede cazar en ese territorio.

En breve, el millón largo de escopetas que hace tronar España dejará de sonar, pues a finales de este mes termina la temporada de caza. Bermejo y Garzón no han querido quedarse sin sus trofeos, aunque esto les haya colocado en la picota. Los propietarios de las fincas se refugian en sus palacetes y cuidan de terrenos, hasta que en verano se abra la veda de la codorniz, la tórtola y la paloma torcaz. Entonces los grandes volverán a compartir veladas y confidencias junto a sus rifles y escopetas.

 

 

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