Mariana
Cantero
Setenta
años después de la Guerra Civil en España, un
grupo de historiadores argentinos bucea en la
trayectoria de los voluntarios de su país que
lucharon en el bando republicano. Después de
revisar archivos, recuperar documentos y
rescatar testigos, Lucas González, Ernesto
Sommaro, Gustavo Dorado y Jerónimo Boragina (que
conforman el colectivo Historia desde abajo)
publican ahora ‘Voluntarios de Argentina en la
Guerra Civil Española’ (Ed. Centro Cultural de
la Cooperación). La decisión de tocar en este
momento el tema, dicen, no es casual: estuvo
vetado durante años por las diferentes
dictaduras que asolaron el país del sur.
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¿Cuáles son
las motivaciones que llevaron a los argentinos a participar
como voluntarios en la Guerra Civil española?
Se dieron diferentes causas, tanto ideológicas como
sociales. La inmigración española, junto a la italiana, era
mayoritaria en la Argentina y las ideas republicanas se
diseminaron rápidamente. El primer Centro Republicano
Español de Buenos Aires se creó en 1907, junto a centenares
de instituciones regionales que difundían la cultura y por
lo tanto la política española. Y en Buenos Aires los
partidos de izquierda (que aglutinaban a socialistas,
comunistas y anarquistas) estaban al alza y movilizados
contra la dictadura del general Uriburu (que hizo un golpe
de estado en 1930). Es decir, que esta mezcla de
antifascismo que se vivía en Argentina por el movimiento
obrero y las diferentes colectividades de inmigrantes, al
lado de los fuertes lazos sociales y culturales con España,
crearon el ambiente necesario para que miles de hombres y
mujeres se comprometieran en la solidaridad con la causa
republicana. Fue realmente fuerte la repercusión, una
inmensa marea solidaria de recursos y medios que se
brindaron a la República. También salieron del país
(Argentina) más de 540 voluntarios que participaron de la
contienda (española) en diferentes tareas.
Usted explica en su libro que Buenaventura Durruti
vivió, de hecho, en la Argentina ...
Sí, cuando en 1925 la CNT entra en la ilegalidad, Durruti
decide marcharse a Latinoamérica organizando la recolección
de dinero para la autodefensa obrera. Llega a nuestro país
con diversos compañeros de "Los Solidarios", entre los
cuales estarían Gregorio Jover, Antonio Rodríguez, Francisco
Ascaso y su hermano Alejandro. Intentan trabajar en
diferentes oficios, pero cambian de dirección y el 18 de
enero de 1926 roban el Banco Provincia de la sucursal San
Martín, acción en la cual se supone contaron con el apoyo
del anarquista argentino Horacio Badaraco. Después ante el
peligro a ser capturados deciden marcharse a Montevideo,
Uruguay.
Y algunos de los que colaboraron con Durruti en
Argentina lucharon después a su lado en España...
Sí. Paradójicamente, fue el mismo Badaraco quien acompañó a
Durruti en su columna durante meses, colaborando como
redactor de la publicación anarquista ‘Solidaridad obrera’.
Asimismo, hubo muchos milicianos argentinos que participaron
en su columna marchándose hacia Teruel.
¿Cómo se organizó el envío de contingentes de
voluntarios y qué requisitos tenían que cumplir?
La Internacional Comunista da indicaciones a nivel mundial
de reclutar voluntarios para luchar en España contra el
fascismo. Eso hizo que el Partido Comunista Argentino
llevara adelante estas directivas y empezara el
reclutamiento formalmente, pero en la clandestinidad porque
la persecución del régimen dictatorial era muy eficaz. Es
así como en todo el país se intentó atraer a jóvenes que
tuvieran experiencia militar, con claros antecedentes
políticos antifascistas y, en tanto que fuera posible, sin
cargas familiares. El movimiento anarquista argentino
también envió dirigentes a España, pero priorizó la ayuda
material y no la de milicianos. No obstante, es muy
dificultosa la individualización de los anarquistas, que
mayoritariamente calaron en zona catalana, donde tenían la
mayor influencia. Después socialistas y republicanos,
informalmente y por decisiones más individuales que
institucionales, dieron apoyo al envío de decenas de
militantes a combatir, pero fue sin duda el Partido
Comunista el que pudo organizar y enviar mayor cantidad de
voluntarios.
¿Qué tareas se les asignaba una vez en España?,
¿eran enviados a alguna zona en particular?
En España se le daba mucha importancia a la experiencia y
habilidades de los voluntarios. Había muy buenos dirigentes
comunistas que fueron comisarios políticos, como Ángel
Ortelli o Juan J. Real. También traductores de las Brigadas
Internacionales, como Nicolás Steinmetz, Lilia Bondareva o
Sonia Besmertnaia; o médicos, como Gregorio Bergman, Juan
Golstraj o Milan Matkovich. Muchos eran actores, enfermeros,
estudiantes, pero el grueso se desempeñaba como trabajadores
y obreros en nuestro país. Lo cierto es que el grupo de
voluntarios argentinos se encontraba repartido entre el
Ejercito Republicano y las Brigadas Internacionales. Al
comienzo muchos eran parte de las milicias populares,
principalmente en zona catalana para los anarquistas.
Socialistas y comunistas participaron en el naciente
Ejército Republicano y luego algunos fueron transferidos a
las Brigadas Internacionales, principalmente la numero XV,
en el Batallón 24.
¿Cuál fue el destino de estos voluntarios en cuanto a campos
de concentración?, ¿se sabe cuántos murieron o fueron presos
y cuántos regresaron a Argentina?
Cuando la República decide retirar a los brigadistas, éstos
van a parar a los campos de concentración en Francia, sobre
todo a Saint Cyprien, Argeles Sur Mer y a Gurs. Ángel
Ortelli, que fue comisario político de la Segunda División,
describe en una nota para el diario ‘Crítica’ del 7 de mayo
del 39 la situación en el campo de Saint Cyprien: “(…) es de
arena y está junto a una laguna maloliente (…) no había
comida, ni habitaciones ni ropa para abrigarse. Durante
cinco días no se entregó alimentos y recién después y tras
llenar el formulismo exigido comenzó a dárseles un pan para
cada 25 personas como comida diaria...”. Otro grupo tuvo
mejor suerte y logró ser repatriado en mayo y junio de 1939
por la cancillería Argentina. En cuanto a muertos, los datos
son muy inexactos, aproximadamente se puede establecer la
muerte o desaparición de un tercio de voluntarios, pero la
falta de registros escritos e inclusive su ubicación en una
fosa o cementerio, complican todo tipo de registro y
cálculo. Varios argentinos también permanecieron más de 20
años presos, como Luis A. Quesada, Juan Arhancet, o Manuel
Villar, que permaneció preso en el campo de Albatera y luego
en la Modelo de Barcelona, totalizando 18 años.
¿Qué valoración hace de la Ley de Memoria Histórica?
¿Cree que sirve realmente para compensar a las familias de
los voluntarios?
No sé si habría que analizar sólo una ley. ¿Qué hay de la
educación en las escuelas, del legado cultural y simbólico
que en muchos casos aún perdura? Fue tan nefasto el periodo
que vivió la España posfranquista hasta 1960, que no sé si
se puede reparar con una ley. Fueron torturados,
desaparecidos, fusilados; perdieron sus trabajos y sus
propiedades cientos de miles de hombres y mujeres. La ley
podrá lograr algún avance a nivel jurídico, pero lo peor es
la falta de reconocimiento hacia el pueblo, el ocultamiento
de la verdad, la humillación y el exilio, y eso no creo que
pueda tratarse todo en una ley. Desde aquí convivo con los
viejos militantes y luchadores españoles y la ley todavía no
ha tenido mayores implicaciones. Por otro lado, creo que
podría abarcar más a nivel económico y saldar una deuda
histórica, principalmente con los exiliados que no pudieron
volver a su tierra. Por el momento tiene sabor a poco, y
esperemos que no sea una ley final, sino el punto de partida
para mejorar la situación.
¿Por qué en Argentina se ha olvidado esta historia?
Hasta la llegada de la democracia en 1983, se le dio a la
sociedad argentina una visión un tanto demoníaca de la
Guerra Civil Española. Se la mostró como un derramamiento de
sangre entre hermanos, una guerra fraticida que se podría
haber evitado. Gran cantidad de políticos argentinos citaban
la Guerra Civil que ocurrió en España como visión
apocalíptica de lo que podía pasar en nuestro país. Claro
que casi nunca se aclaraba que hubo un golpe de Estado, que
el pueblo se defendió ante dicho golpe preservando la
democracia, y que en esta guerra no hubo solo hermanos, sino
también cientos de miles de extranjeros en uno u otro bando.
Hay inclusive militantes de la Juventud Democrática Española
desaparecidos por la dictadura militar Argentina. También
escasean las publicaciones sobre Argentina y la Guerra
Civil.