Joan Calvo, historiador, narra la sorpresa
que se llevó hace poco una familia de Huesca
con la que se puso en contacto. Quería
averiguar datos sobre el abuelo, que murió,
enfermo de Alzheimer, en 2006. Nunca les
contó a sus descendientes lo que Calvo había
averiguado: estuvo preso en un campo de
concentración nazi durante la Segunda Guerra
Mundial. Por republicano.
No
es la única víctima española del exterminio
nacionalsocialista olvidada hasta ahora. Un
equipo de investigadores de la Universidad
Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona ha dado con
450 nombres de los que no se tenía
constancia. Sumados a los que ya estaban
documentados, forman un censo de 8.964
presos. Esta base de datos, que amplía y
corrige las referencias de algunos reos ya
localizados, está informatizada y se podrá
consultar en Internet cuando la Agencia
Catalana de Protección de Datos dé el visto
bueno.
"La
cifra es plausible", opina Benito Bermejo,
historiador, que elaboró junto a Sandra
Checa el Libro memorial, el censo de
deportados españoles más completo hasta
ahora, accesible desde la web del
Ministerio de Cultura. Coincide con Julio
Arístegui, director de la cátedra de Memoria
Histórica de la Universidad Complutense de
Madrid: en total debió de haber unos 10.000
españoles internos en campos, principalmente
en Mauthausen. "Así que siempre saldrán más
si se tira del hilo", añade Arístegui.
El
equipo de la UPF tiró desde 2007 de hilos no
rastreados, explica el director de la
investigación, Alfons Aragoneses. A los
censos existentes añadieron los datos que
encontraron en los archivos de los distintos
campos de concentración y exterminio, y en
el International Tracing Service, en
Alemania. Así, encontraron nombres de
personas que no llegaron a los campos
después de integrar las filas de la
resistencia contra los alemanes en Francia,
sino después de haber estado trabajando en
Alemania. El censo incluye información de
cómo los internos acabaron en los campos.
Aragoneses subraya que la base de datos está
"viva" y seguirá ampliándose.
Nunca se llegará a un censo que agote los
nombres, apuntan los historiadores, porque
hay algunos que se han perdido. Bermejo
explica que hay españoles que no constan
como tales, porque el franquismo les había
desposeído de la nacionalidad, o por haber
emigrado a Francia y haberse naturalizado
allí antes de entrar en la resistencia.
Edmundo Gimeno, nacido hace 85 años en un
pueblo de las comarcas del Ebro,
superviviente de tres campos, lo ratifica:
"No se podrá hallar a todos los
desaparecidos. Había un programa que se
llamaba Nacht und Nebel, noche y
niebla. Te detenían por la noche, nadie se
enteraba de nada, y desaparecías en la
niebla, en la nada, sin dejar rastro".
Los
datos que se han recuperado permitirán a los
investigadores comprender con más exactitud
cómo los aliados alemanes de Francisco
Franco persiguieron a los republicanos. Por
ejemplo, Aragoneses calcula que el 59% de
los internos españoles no sobrevivió a los
campos. Son 5.289 personas. Y que el 22% de
los reos eran catalanes, el grupo más
numeroso, seguidos de los andaluces (18%) y
los aragoneses (12%).
El
censo incluye datos sobre las esposas y los
hijos de les presos. Así se podrá evaluar el
impacto de la represión nazi sobre la
sociedad española, apuntaron sus autores. Un
ejemplo: la mitad de las víctimas tenía unos
30 años. Es decir, estaban en la edad de ser
padres.
"Quizá lleguemos a la conclusión de que la
historia de la deportación trasciende al
individuo y que también son víctimas sus
familiares", apuntó Rosa Torán, presidenta
de Amical Mauthausen, la asociación de ex
presos españoles, que ha aportado sus
archivos a la investigación.