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Teodulfo Lagunero.-«El Rey no tiene tanto mérito en la Transición; no era sincero»

L. Á. Vega

La Nueva España 5 de Marzo de 2009

TEODULFO LAGUNERO Empresario y catedrático vinculado al PCE, ofrece hoy una conferencia en Castropol


Teodulfo Lagunero (Valladolid, 1927) es quizás el más famoso «fontanero» de la Transición, al que se deben algunas de las «misiones» más delicadas. Este personaje inclasificable, empresario de éxito que financió al PCE de Carrillo en los años setenta -fue quien facilitó la peluca a Carrillo para que regresase a España-, catedrático de Derecho y abogado, ofrecerá a las ocho de esta tarde una conferencia sobre la revolución de 1934 en la Casa de Cultura de Castropol. Le mueven, dice, «las mentiras de historiadores del tipo de Pío Moa o César Vidal».

-¿Por qué Octubre del 34?

-Quería desdecir a los pseudohistoriadores que dicen ahora que la Guerra Civil comenzó en 1934. Es un disparate. Hay una derecha sociológica a la que le encantan las cosas que dicen Pío Moa o César Vidal, pero son verdaderas idioteces acientíficas, como eso de quitar responsabilidad a Franco por el golpe de Estado de 1936.

-¿Había un riesgo cierto de involución como en la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini o la Austria de Dollfuss?

-Lo voy a demostrar en la conferencia. Gil Robles, al que sus partidarios llamaban «el Jefe», y Lerroux estaban conspirando. Durante la revolución, Calvo Sotelo propone a los militares que se subleven. El piloto Ansaldo viaja a Portugal para atraer el apoyo de Sanjurjo. Robles lo reconoce todo en «No fue posible la paz». La conspiración comenzó el mismo 14 de abril de 1931. Y cuando llega a ministro de la Guerra, Robles se rodea de los generales que se sublevarían en 1936.

-Responsabilidad del PSOE.

-El sector más derechista de Besteiro no quería la revolución. Tampoco Prieto, aunque se dejó llevar. En realidad, Largo Caballero no esperaba que desembocase en una sublevación. Confiaba en que el presidente diese marcha atrás y no dejase entrar a la CEDA en el Gobierno. Pero se encuentran con que en Asturias hay un verdadero proceso revolucionario, que desborda a los socialistas.

-Siempre se echa en cara a la revuelta la muerte de sacerdotes.

-El balance de esa revolución es disparatadamente favorable al Gobierno. De 1.100 muertos, sólo 300 eran de las fuerzas del orden, y sólo hubo unos 30 curas y seminaristas asesinados. Se olvida que también en la Semana Trágica de 1909 y en la huelga de 1917 se quemaron iglesias y conventos. ¿Por qué? La Iglesia española era la más reaccionaria del mundo, siempre favoreció a los explotadores.

-Ahora la Iglesia y la izquierda vuelven a enfrentarse.

-Es que, como dijo Santiago Carrillo, esta Iglesia es la misma que la del 36. Ahora las condiciones son distintas y la gente, en vez de quemar iglesias, deja de ir a ellas. La Iglesia sigue siendo retrógrada.

-La ley de Memoria Histórica ha levantado ampollas...

-Para que no se repita la historia hay que conocerla, y para pasar página hay que leerla antes. Nadie pretende volver a la situación de 1936. Una cosa es que haya habido una reconciliación, que nadie lo duda, y otra el derecho que asiste a los hijos y nietos de los represaliados a sacarlos de las cunetas, sin ánimo de venganza.

-Usted es gran amigo de Carrillo, ¿se le reconoce a éste su papel en la Transición?

-Durante 12 años puse mi persona y mi dinero al servicio de quien luchaba contra el franquismo. Mi familia sufrió mucho, mi hermano y yo fuimos condenados a muerte. Quienes luchaban contra Franco no eran otros que Carrillo y el PCE. Cuando salimos por Madrid, todo el mundo que se le acerca le agradece lo que ha hecho por España, incluso gente de derechas y comunistas de base, pese a que el PCE ha renunciado a Carrillo.

-¿Y la sombra de Paracuellos?

-Ni siquiera en la Causa General se le acusa a Carrillo de lo de Paracuellos. Fue luego, en 1960, cuando le nombraron secretario general. Cuando Paracuellos tenía 20 años. Como consejero de Orden Público tomó la decisión de llevarse a los 2.000 militares traidores de la cárcel Modelo, porque había riesgo de que los sublevados los liberasen. Fueron los milicianos que los trasladaban los que cometieron la salvajada. Quizá Carrillo pudo hacer algo más para evitarlo, retirando tropas del frente, pero de ahí a organizarlo...

-Usted es vocal de la Asociación para la Defensa de la Transición. ¿Pudo hacerse mejor?

-Los resultados de la Transición están ahí. Ha traído treinta años de convivencia, se pasó a una democracia con pocos costes sociales y España no se parece en nada a la de hace tres décadas. Habrá sus diferencias, pero la gente ya no se mata. ¿Pudo hacerse mejor? No se pudo hacer de otra manera. En el contexto de la guerra fría, Estados Unidos no hubiese consentido un proceso revolucionario.

-Reparta méritos.

-España le debe eterno agradecimiento a Adolfo Suárez, al comprender que el régimen no podía perdurar, y a Carrillo y los comunistas, que renunciaron a muchas cosas en aras de la convivencia.

-¿Y el Rey?

-No tiene tanto mérito. Ni don Juan ni don Juan Carlos eran sinceros. Querían ser reyes y no les importaba la democracia. Don Juan apoyó la sublevación de Franco. Si hemos echado cuatro veces a los Borbones es porque es una dinastía nefasta.

 

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