Recientemente se ha presentado un libro sobre esta época
histórica y sobre las víctimas de Morales, titulado» Matando
sueños, sembrando miedos. Morales de Toro, 1936», escrito por
Cándido Ruiz y por José María del Palacio, en el que se hace un
fiel relato de los hechos acaecidos en la localidad durante
aquella época. Uno de sus autores, José María del Palacio, hijo
también de dos de las víctimas, ha sido el principal impulsor de
este proyecto. Él mismo explicó que el acto celebrado fue «un
acto histórico», en el que participó un gran número de vecinos.
En un breve repaso histórico, Del Palacio recordó que Morales de
Toro era un pueblo de pequeños agricultores y de jornaleros, en
el que se hacía necesaria una modernización agraria, y que
fueron los republicanos quienes la realizaron. Pero más tarde,
«algunos caciques tomaron una revancha atroz cuando estalló el
movimiento», afirmó. Por este motivo, aclaró, en Morales hubo
tantas víctimas, «un 55% más de las que se produjeron en el
conjunto del Estado español». Con este acto «queremos resarcir
el sufrimiento de tantos años».
El homenaje lo abrió al alcalde de la localidad, Luis Segovia,
quien aseguró en su intervención que «sabemos que no se puede
resucitar a los muertos, pero sí queremos que nos digan dónde
están enterrados los nuestros». Y es que todas las personas a
las que se rindió homenaje «están siempre aquí, con nosotros»,
porque todo lo que pasó no es algo que se pueda olvidar, por lo
que señaló que «esto no es un recordatorio, sino un homenaje».
Recuerdo a Isaías Carrasco
También quiso hacer una referencia expresa a una familia
concreta, y recordó que «hace 70 años los fascistas de derechas
mataron a Isaías Carrasco, y tan sólo hace un año, los fascistas
actuales, que dicen ser de izquierdas, asesinaron otra vez a
Isaías Carrasco». Haciendo una reflexión, Segovia matizó que
«pasan los años, se pasa la vida, y seguimos siendo los mismos
en los mismos sitios», en referencia a que al abuelo lo mataron
«por defender la libertad y la democracia, y al nieto, 70 años
después, lo mataron por lo mismo».
La siguiente en tomar la palabra fue, precisamente, la hija de
Isaías Carrasco, Rosa Carrasco, quien también era la portavoz de
la comisión organizadora del acto. Reconoció que al principio,
cuando se lo propusieron, tenía dudas porque «no veía claro el
objetivo» que se pretendía, ya que pensaba que podría llevar a
nuevos enfrentamientos en el pueblo el despertar antiguos
sufrimientos. No obstante, se decidió a participar cuando le
explicaron que el objetivo era sacar de la marginación a las
víctimas. Afirmó que están unidos por «el deseo de compartir y
de conocer la verdad del dolor que produjeron estas pérdidas»,
porque, además, «a la tragedia de perder a nuestros seres
queridos se unió la persecución y el temor de sus familias». La
propuesta de este homenaje surgió de la reunión de un grupo de
familiares y amigos de las víctimas, que solicitaron al
Ayuntamiento su colaboración a través de un escrito firmado por
200 vecinos, al que el Consistorio respondió con su apoyo al
acto. Afirmó Carrasco que ahora «no miramos atrás con rencor o
con deseo de revancha, sino que nos mueve la compasión y el
deseo de curar las heridas por las víctimas olvidadas, y nos
mueve la gratitud a quienes, soñando con un mundo más justo, se
implicaron hasta dejar su vida en defensa de la legalidad, la
democracia y la paz». Además, aclaró que si se les dedicaba esa
plaza era porque «en este barrio vivía más del 60% de estas
personas». Y concluyó su intervención con un deseo, el de la
«convivencia con la verdad, el respeto mutuo, la democracia y la
paz, para que nunca más nos dejemos arrastrar a una guerra entre
hermanos».
Reparación moral
Entonces llegó el momento de que algunos amigos de las víctimas
las recordaran, y así, un antiguo maestro de Morales, Agapito
Modroño, afirmó que los valores que defendieron «son
imperecederos, imprescindibles para el rearme moral que nuestra
sociedad necesita». Por su parte, el poeta e integrante de IU de
León, Antonio Fernández, leyó su poema «Con vuestra memoria»,
con versos emocionados dedicados a las víctimas, «en la noche y
por el cielo, estrellas con vuestro nombre grabado a fuego y
luz», porque «los silencios llenan nuestros pechos con vuestro
recuerdo», y es que «cuánto duelen algunos hombres».
También representantes de asociaciones y partidos políticos
quisieron estar presentes en el acto, en el que tomaron la
palabra la portavoz del PSOE en la Diputación de Zamora, Rosa
Muñoz Santaren, el representante de IU de Zamora, Santiago
Fernández, los representantes de las Asociaciones de
Recuperación de Memoria Histórica de Valladolid, José Fuertes, y
de Zamora, Mª Ángeles Morales, quien leyó un poema, con una
suave cadencia y una evocación constante a la luz y a la tierra,
compuesto como un sentido recuerdo a las víctimas. También
intervino el historiador y coautor del libro sobre Morales,
Cándido Ruiz, como representante del Círculo Republicano de
Zamora. Ruiz aprovechó su tiempo para explicar que el preámbulo
de la Ley de Memoria Histórica recoge el derecho a la memoria,
«que no se trata sólo de las exhumaciones de víctimas, sino que
incluye su reparación moral y la de sus familiares, la
recuperación de la memoria personal y familiar, la declaración
general de legitimidad de la represión, los derechos
patrimoniales e indemnizatorios, así como el derecho de las
víctimas a saber el paradero de los desaparecidos». como final,
leyó parte del poema «Era mi dolor tan alto», de Manuel
Altolaguirre.
Por último, fueron algunos de los familiares de las víctimas los
que se dirigieron a los presentes, como Gerardo de la Torre,
quien aseguró que, aunque «dicen que hay que olvidar, nunca lo
podrá hacer aquel al que le tocó sufrir». Flor Rincón Domínguez
leyó un sencillo poema que recogía el dolor por la pérdida
sufrida.
Por su parte, Eugenio Andrés, quien también dirigió el acto,
afirmó que no se puede entender «cómo la naturaleza humana se
puede volver tan brutal», y recordó que las víctimas eran
personas «que vivían del campo, con pocos recursos, trabajadores
honrados y fieles a sus convicciones», cuyas familias, además,
también sufrieron represión, e incluso se vieron obligadas a
emigrar.
José María del Palacio reconoció que era un día muy duro para
él, puesto que esa misma noche había fallecido su hermano.
Destacó que los niños también fueron víctimas, «y esos niños
estáis hoy aquí, os habéis rehecho». Como dato, informó de que
España tiene el «triste liderazgo» mundial de desaparecidos,
después de Camboya.
Tras los homenajes expresados en palabras, llegó la entrega a
los familiares de la víctimas de unos diplomas honoríficos, que
fueron entregados por Yvone Andrés, la biznieta de Fabián
Andrés, mientras la teniente de alcalde, Rocío Sandoval,
recordaba sus nombres. Por otra parte, se descubrió la placa que
daba nuevo nombre a la plaza, tras lo que se guardó un
respetuoso minuto de silencio.