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 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

El Gobierno entrega a su familia el reconocimiento como víctima del franquismo

Xosé Ramón Reboiras, asesinado hace 34 años por la Polícia del franquismo, deja la clandestinidad

 

Paola Obelleiro

El País 14 de Agosto de 2009

 

Al acallarse los ecos del himno gallego, cantado puño en alto, y una sentida ovación, Elvira Souto se fundió en un largo abrazo con Manuel Reboiras y rompió a llorar. La profesora no pudo contener la emoción tras el muy formal aunque sencillo acto organizado ayer en la Delegación del Gobierno para entregar el certificado que reconoce oficialmente como víctima de la dictadura a su compañero de fatigas y militancia asesinado hace 34 años por la Polícia del franquismo, Xosé Ramón Reboiras.

Aquella madrugada del 12 de agosto de 1975 Souto estaba escondida con Moncho Reboiras y Lois Ríos en un piso de Ferrol, organizando en la clandestinidad una sección de UPG, el partido hoy hegemónico del BNG, del que entonces eran dirigentes. Ella, que se convertiría con la legalización de los partidos en 1977 en la primera -y única- secretaria general de UPG, logró escapar aquella noche del cerco de más de 300 agentes. Pero Reboiras, el único armado, no. Fue asesinado a tiros por la espalda en un portal cercano, el 27 de la rúa da Terra. Tenía 25 años y su crimen era haber sido activo dirigente del nacionalismo y sindicalismo gallego.

Convertido tras su muerte y la llegada de la democracia en mártir del nacionalismo, su partido, la UPG, le rinde todos los años tributo, "muy consciente, en su actual realidad comunista y patriótica", afirman, "hasta qué punto somos deudores del trabajo, pensamiento y vida de Moncho". Fue su familia, principalmente su hermano Manolo -un año menor que Moncho y también ex dirigente de UPG durante el franquismo-, la que pidió y obtuvo del Ministerio de Justicia, en cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, la declaración de reconocimiento que otorga a Reboiras la condición oficial de víctima de la dictadura.

La plana mayor de UPG, encabezada por su presidente, Bautista Álvarez, y su secretario general, Francisco Rodríguez, además del líder del BNG, Guillerme Vázquez, se movilizó para estar en el homenaje a Reboiras y a "la lucha por la libertad del pueblo y el brillo de la estrella roja sobre fondo blanquiazul que contribuyó a crear", en palabras de su hermano. Al acto acudió una nutrida representación del sindicalismo gallego, hoy agrupado en CIG.

El certificado por el que se reconoce que "padeció ilegítimamente violencia y persecución que motivaron su muerte por su defensa del movimiento sindical y su militancia política nacionalista" constituye "una reparación moral", dijo el delegado del Gobierno, el socialista Antón Louro. Sin derecho a indemnización económica o patrimonial, es "un reconocimiento a las convicciones profundas asentadas en la democracia y la libertad que orientaron el compromiso de Reboiras, una figura con principios y valores democráticos entre las mejores por su generosidad y entrega", remachó Louro. Y subrayó, anticipándose a cualquier crítica por los aspectos más controvertidos de la trayectoria de Reboiras -como su apuesta por la vía armada contra el franquismo- que el reconocimiento como víctima de la dictadura es "un instrumento cargado de espíritu de concordia de las mejores tradiciones democráticas".

Cuando fue asesinado, Reboiras trataba de organizar un reducido grupo armado, de acuerdo con la apuesta de su partido por "formas de lucha más avanzadas". La primera acción consistió en atracar un banco de Escairón. Tras la muerte de Reboiras, se desencadenó una feroz operación policial que metió entre rejas a buena parte de la dirección de la UPG y obligó a exiliarse a Portugal al resto. Su reconocimiento "es un mínimo", afirmó su hermano, al subrayar "la alegría" de su madre Generosa, de 86 años. No pudo acudir al acto, pero tenía en él "toda su cabecita" y aún recuerda cómo tuvo que ir a buscar el cadáver de su hijo para enterrarlo en su parroquia natal de Imo (en Dodro, A Coruña). También conserva la camisa con los tres agujeros en la espalda que llevaba Moncho cuando la policía le acribilló a tiros. Manolo, que se afilió con su hermano en 1969 a la UPG y lo dejó en 1981, también está pendiente de obtener la declaración de víctima, al haber estado en la cárcel por su militancia política.

 

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