Saúl
Fernández
La Nueva España
13 de
Junio de 2009
Sucedió
en 1948. Entre enero y abril. La resistencia de los
«cautivos» desapareció de los montes a sangre y fuego. La
traición, la tortura y el asesinato acabaron con los pocos
guerrilleros y «fugaos» que por aquel entonces sobrevivían
en las sierras asturianas, a orillas del Nalón, las montañas
desde las que malamente aquellos maquis hostigaban a los
vencedores de la Guerra Civil. Franco se había instalado en
El Pardo. Y empezaba la historia de un país fuera de la
historia.
Alejandro M. Gallo (Astorga, León, 1962) novela en
«Operación Exterminio» (B, 2009) la saca asturiana de
comienzos de 1948, los cincuenta muertos a manos de los
falangistas y de la Guardia Civil, aquella orgía de
cadáveres que comenzó en las playa de La Franca, en
Ribadedeva, y se le dio fin con el incendio del Pozu Funeres,
en Laviana, la sima de treinta metros de profundidad a la
que las brigadillas sediciosas arrojaron a veintidós
militantes del PSOE y de la UGT que no delataron a los
comandantes Mata y Flórez, los líderes de la guerrilla
socialista.
La novela negra tiene la virtud de poder cobijar en su
interior cualquier aspecto turbio del alma humana. La serie
negra es la trastienda que alberga las sombras y la neblina
que esconde la actualidad de jardines y bellezas. Y
Alejandro M. Gallo ha decidido que sus ficciones den la
vuelta al paisaje luminoso, a la claridad de la última línea
del mar. Empezó en el negocio aprobando unas oposiciones.
agente de Policía Local. Y, de ahí, a jefe. En Astorga. En
Langreo. En Gijón. Tiene tres carreras universitarias. Y
cinco novelas. La última es esta, Operación Masacre, que
comienza con la infiltración de «El Francesito», el fascista
que sirvió a Luis González Vincén, el jefe de los servicios
de información de la Falange, el encargado de la represión
del ejército rojo que, en el último parte de la Guerra
Civil, estaba «cautivo y desarmado».
El género negro, por ser género, está al margen del canon
cultural. O eso es lo que pasaba antes de que autores de
relumbrón salvaran del Averno las historietas de amor de
Corín Tellado, las historias desangradas de Dashiell Hammett.
La vida al margen, presupuesta en la serie negra, se
presentó en los salones bien. Y se empezó a presumir de
negritud. Esto explica el éxito de Henning Mankell, de Stieg
Larsson. Pero hay un paso más, una huida de los bajos fondos
de las ciudades que guardan sus muertos en las
alcantarillas. Gallo es de estos. Gallo escribe novelas
negras, pero unas novelas cargadas de historias ocultas y
cargadas también de ideología y reconocimiento. «En la serie
negra se da un cruce de géneros de tal modo que ya no
podemos hablar de novela negra canónica. Los escritores
actuales quieren romper las alambradas que cercan este modo
de entender la literatura: Juan Ramón Biedma mezcla negro y
gótico; Domingo Villar, negro y costumbrismo; Pedro de Paz,
aventura e intriga... A mí me gusta rescatar miles de
historias que encierra nuestra tierra y que son desconocidas
para el gran público. ¿Qué están teñidas de un entorno duro
y politizado? Pues qué le vamos a hacer, ese mundo
extinguido era así», admite el novelista. Ficción, pues,
pero también memoria. Porque, en el fondo, Alejandro M.
Gallo se ha empeñado en cerrar las heridas que abrieron los
cuarenta años de represión. Y, en esto, sigue la estela de
Larsson, el de Los hombres que no amaban a las mujeres, la
novela de los cadáveres en el armario. Dejando de lado el
lío inverosímil de los psicópatas bíblicos, Larsson habla
del pasado nazi de la nación que se inventó el Estado del
bienestar, los premios Nobel y a Olov Palme. «Para mí nada
de nuestro pasado debe ocultarse. Soy de los que opina que
hay que pasar página, pero antes hay que escribirla y
leerla», sostiene Gallo. La memoria recuperada, ante todo.
Operación Exterminio se presentará en la próxima «Semana
negra». Gallo comenzó a medirse en la literatura hace apenas
cinco años: Asesinato de un trotskista (Madú, 2004); Una
mina llamada Infierno (Laria, 2005); Caballeros de la muerte
(Laria, 2006) y La última fosa (Laria, 2008). Ha creado al
inspector Ramalho da Costa, una ficción al que se le aguarda
una larga vida entre las sombras. Gallo se ha metido a
guionista de cómic. Se mueve ligero por los géneros pulp.
Ficha ahora por Ediciones B. La historia de los últimos
maquis saltará el Atlántico. En México, Colombia, Chile,
Venezuela y Argentina se leerá el último y sangriento
episodio de la represión en Asturias, la mecha que provocó
las primeras concentraciones internacionales en repulsa del
régimen de Franco. Treinta años después, el Caudillo ni se
inmutó cuando firmó sus últimas penas de muerte. ¿Sirve de
algo la literatura? «Para cambiar el mundo se necesita un
gran motor de cuatro tiempos formado por hombres y mujeres
con ganas de dar el gran asalto a los cielos, no literatura.
Lo que ocurre es que la literatura puede desanudar un poco
este mundo tan enmarañado», concluye el novelista.