Nunca más una Navidad con fosas comunes y 'niños
perdidos' en España.
Navidad en la fosa
común.
Miguel Ángel Rodríguez Arias.
El Plural
26 de Diciembre de 2009
Desgraciadamente este artículo no tratará sobre
ninguna película de Tim Burton con esqueletos
parlantes, crítica a las costumbres sociales y
buenos propósitos navideños… No hablaré aquí de
ninguna pesadilla antes, durante o después de
Navidad, sino de una pesadilla que dura todo el año
– desde hace ya demasiados, además – y que tampoco
se desvanece con las primeras luces del alba.
Otra
Navidad encadenada a una fosa común para muchas
familias españolas.
Mientras
en el día de hoy, 24 de diciembre, y mañana 25, día
de Navidad, la mayoría de personas podrá reunirse en
torno a una misma mesa y compartir unos momentos
familiares íntimos y preciados, para muchas otras,
en cambio, está seguirá siendo otra Navidad más
vinculada a la fosa sin nombre a la que, tras tantos
años, continúa todavía encadenada la vida en común
de numerosas familias en nuestro país: privadas de
conocer la suerte y paradero de sus seres queridos
desaparecidos, esos mismos seres queridos a los que
el resto sí que podremos abrazar o llorar su pérdida
visitándoles en su lugar de reposo.
Un
olvidado derecho humano a la vida familiar de los
familiares de los desaparecidos.
Por eso no me resulta posible olvidarme
y dejarme llevar sin más por el ritual costumbrista
de los adornos navideños, el discurso, la copiosa
cena, los brindis y todo lo demás, que estará hoy
presente en tantos hogares. No sin detenerme
mínimamente al menos en el sentido recuerdo de todas
esas personas y su inalienable derecho humano a la
vida familiar del que, sin embargo, las autoridades
de nuestro Estado continúan sin acordarse ni hoy, ni
el resto del año.
¿Desaparecidos de Franco en el tradicional discurso
navideño?.
Y no sé si en su tradicional discurso de
esta noche el Jefe del Estado que está a punto de
presidir la Unión Europea pero que no ha movido un
sólo dedo en todo este 2009 para buscar a los ‘niños
perdidos’ del franquismo – que se ha lavado las
manos encomendando a las familias que vayan de fosa
en fosa, de escenario del genocidio franquista a
escenario del genocidio franquista, a identificar
restos mortales de víctimas salvajemente
exterminadas, en una especie de tour del horror, con
el corazón en un puño mientras temen y desean
encontrar a su propio ser querido – tendrá alguna
buena palabra, sin más contenidos, o ni siquiera
eso.
Una
obligación de Estado y unas explicaciones que siguen
pendientes.
Pero lo
que sí que sé, es que su obligación y
responsabilidad legal ante todo este drama cerrado
en falso, junto a la de las restantes altas
autoridades es, indiscutidamente, la de hacer que el
aparato del Estado busque a las decenas de miles
de desaparecidos que sigue habiendo en cientos de
fosas en nuestro país y que les sean devueltos, con
dignidad, a los que aún les esperan de forma tan
dolorosa, impactante y prolongada. Como también
tengo claro que las auto-amnistías no tienen validez
jurídica alguna para las situaciones de lesa
humanidad – y menos que ninguna otra para las de
desaparición forzada –, que son además
imprescriptibles, y que la exenciones de
responsabilidad e inviolavilidades introducidas
por nuestra Constitución sólo entraron en vigor a
partir de Diciembre de 1978, y por eso, algún día,
habrá que esperar que además de darnos discursos en
Navidad el actual Jefe del Estado nos explique el
grado de conocimiento que tuvo o debió tener durante
su mandato como Jefe del Estado de plenos poderes –
entre el 20 de noviembre de 1976 y hasta el 6 de
diciembre de 1978, sin más refrendo real que el de
Franco que lo puso ahí – respecto de todas esas
desapariciones que durante tales dos años se
siguieron consumando, día a día, en nuestro
país. Incluidos los 'niños perdidos', y todas sus
madres, por entonces aún vivas, a las que se acabó
dejando morir sin permitirles volver a saber nada de
sus pequeños tras muchas otras navidades como estas,
ya en democracia.
Ya se
sabe…
Pero
suficiente con tales cuestiones tan políticamente
incorrectas e incomodantes para algunos de los que
sí que van a poder tener felizmente a todos sus
seres queridos consigo esta noche, o, por lo
menos, saber dónde están dignamente enterrados los
que les falten. Que, afortunadamente, la pajita más
corta no les ha tocado a ellos y ya se sabe que el
mundo no es perfecto, no es cuestión de amargarse
las navidades...
Feliz
Navidad en familia, a ellos que pueden.
Así que,
como es de rigor, a las Vicepresidentas de Gobierno
responsables de leyes de la memoria infames, a todos
los miembros del Consejo de Ministros que las
aprobaron y que, afortunadamente para ellos, no
tienen a su propio padre ni a ningún otro familiar
en ninguna fosa común - ni a ningún hermano
desaparecido sin la más mínima mención en su
articulado -, a los magistrados que todavía no se
han retractado de su juramento de lealtad a Franco y
por cuyas manos habrá de pasar la decisión jurídica
imparcial de asuntos de importancia en la lucha
contra la impunidad, a los Defensores del
Pueblo auto-desaparecidos ellos mismos, y al Rey de
España, que lo es por tanto también de todas sus
fosas, a todos ellos, Feliz Navidad.
Que la
disfruten, ellos que pueden, junto a todos sus seres
queridos, por mucho que hayan permitido que ese
mismo derecho humano se les vaya a seguir negando en
el día de hoy, de mañana, a tantas y tantas
familias.
Nunca más
una Navidad con fosas comunes y 'niños perdidos' en
España.
Y que en
el año entrante rectifiquen y cumplan finalmente,
una por una, con todas sus obligaciones jurídicas en
materia de derechos humanos hacia estas familias,
para que nunca jamás vuelva a haber una Navidad con
fosas comunes y 'niños perdidos' en España. Que ese
es su alto deber como autoridades del Estado, no el
de las familias ni el de ninguna asociación.
Pero,
sobre todo, que los días pasen rápidos y compasivos
para todos los que aún esperan; que su sobrecogedora
soledad y su dolor encuentre toda la paz y el
consuelo posible en estas fechas y que sepan que
tienen el cariño y el recuerdo permanente en la
distancia de muchos, por muy poco que sea.
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