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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

 

Manifestación de Madrid por la Verdad, la Justicia y la

Reparación plenas.

 

Elisa Serna

UCR 2 de Febrero de 2009
 

Madrid, 1 de Febrero, 2009, 16.23 h.-Ni el frío ni la nieve, que este 1 de Febrero, caía impenitente, en la Plaza de la Villa de París, de Madrid, han arredrado ni impedido a un grupo extenso de supervivientes, familiares y amigos de la Guerra Civil y la Dictadura Franquísta, manifestarse el domingo, al llamamiento de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, para empujar la adquisición plena de los derechos a la Verdad, la Justicia y la Reparación.

 

La manifestación concluyó con la lectura, por Rosa Regás, de una de las miles de cartas - que trascribimos a continuación - y fueron escritas por los presos y detenidos republicanos, antes de ser ejecutados sumarísimamente, por Tribunales que no dieron ningún tipo de garantías judiciales a los Defensores de la Democrácia y el Gobierno legítimo de la II República española. El genocidio de mas de 200.000 sigue en la mas bochornosa Impunidad, enturbiando las aguas de la democracia española y sumiendo en la desesperación, la digna memoria y los derechos de sus familiares y amigos.

 

La verdad, toda la verdad y nada mas que la verdad demostrada, en un Proceso al Franquísmo, con jueces, fiscales, abogados y malletes, ha de ser proclamada en este país, de una vez por todas. Y sus verdugos juzgados, con todas las garantías procesales que les asisten.*


 

Carta de despedida de Lorenzo Pérez. "Santander a 9 de Diciembre de 1937

 

Queridísimos padres: Muy duro y muy amargo ha de ser este rato en que estas líneas leguen a vuestro poder. Quiero desahogar todo cuanto mi conciencia y mi corazón me dictan en los últimos momentos de vida que me quedan.

 

A ti, madre querida, que toda tu vida te sacrificas­te por tus hijos y que fuiste una mártir para educar a tus hijos y senderarlos por el camino de la virtud y el trabajo y que ellos, todos en general, te obedecieron y supieron conducir por buen camino como hijos modelo de admiración y respeto para con sus padres y resto de la humanidad, que está hoy corrompida y llena de odios y venganzas ruines y rastreras, por personas que en ningún momento pensaron en amar y guardar los respetos al prójimo, a pesar que ellos son los que blasfeman y quieren hacer ver a los demás que lo practican y que yo lo veo en mí mismo y en los demás compa­ñeros, por desgracia para vosotros y para nosotros. Pero que estén seguros todos estos miserables, que llegará el día, quizá no muy lejano que el mundo en­tero los ha de juzgar y darlos su merecido, por traidores y asesinos de la clase trabajadora.

 

Y por eso, madre querida, ten resignación y fe, que este hijo que hoy te hace pasar el peor rato quizá de tu vida, muere con la conciencia muy tranquila y muy orgulloso de haberse sabido conducir por el camino que su conciencia le trazaba que debía seguir. Y cuando más fe tenia de poder ver mis deseos coronados, surgen los caníbales y los chacales de enemigos y me siegan la vida. Pero no te aflijas, madre querida que como te digo, tu hijo muere como un hombre honrado como fue toda su vida y más que nada defensor de la clase trabajadora, por lo cual estos canallas me quitan la vida.

 

Y a ti, padre querido, lo mismo te digo, que no te aflijas por estos tres hijos que con el sudor de tu frente y a costa de sacrificios, que éstos que hoy por desgracia te faltan, saben morir como lo que fueron toda su vida, hombres y trabajado­res honrados; no como nuestros enemigos nos juzgan, sino todo lo contrario. Porque de todo cuanto nos acusan, es falso y en realidad lo son ellos. Y porque tus hijos, como tú sabes, no son ladrones ni asesinos y, por lo tanto, os digo que podéis tranquilos llevar la frente muy alta por donde quiera que vayáis y estéis, y podéis escupir a la cara a los culpables de la muerte de vuestros hijos y de tantos compañeros como nos están arrebatando y que yo no creo oportuno indicaros aquí porque de sobra sabéis quienes son los culpables de todo lo que ha pasado en ese Ayuntamiento y que a mí me eliminan.

 

Yo, como os digo, muero con toda mi entereza y convenci­do de que nuestras aspiraciones se lleguen a conse­guir sin tardar quizás mucho tiempo y una vez logrado el triunfo ansiado, los que tengan la suerte de poderlo ver y disfrutar de ello, sabrán hacer justicia, para asegurar de una vez para siempre la paz de España y del mundo entero. Y éstos sabrán aprovechar bien la lección que estos traidores y asesinos nos han dado.

 

Así que ánimo, queridos padres, que la República querida sabrá corresponder con sus mártires y con aquellos que perdieron a sus hijos por salvarla.

 

!Honor a los caídos! Lorenzo Perez

 

 

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