Sin delitos
Según dijo a
Efe su
autora, en el libro
publicado por la
editorial
Crítica,
se demuestra como
la mayoría de las
represaliadas eran
"mujeres normales y
corrientes, ni
siquiera
sindicalistas, como
mucho afiliadas a la
Asociación de
Mujeres Libres"
o a alguna
organización
similar. Las
represaliadas no
habían cometido
delitos ni mucho
menos empuñado las
armas, como mucho
habían participado
en alguna
manifestación en
época republicana,
habían empuñado
alguna bandera, "se
habían significado"
con alguna
exclamación del tipo
"estoy harta de
comer pan negro", de
ahí que Pura Sánchez
considere que la
importancia de esta
represión femenina
fue más cualitativa
que cuantitativa.
Tragedia familiar
En el caso del
citado tribunal
militar, entre 1936
y 1949, las mujeres
supusieron sólo el 4
por ciento de los
encausados, pero la
detención de
cualquiera de ellas
"amplificaba los
efectos, ya que era
una tragedia para su
familia o de ella
dependía la
supervivencia de los
que estaban en la
cárcel o en la
guerrilla". En los
expedientes contra
algunas de ellas se
decía que "eran muy
independientes" y, a
diferencia de lo que
sucedía con los
hombres, "se las
perseguía por ser
hija de rojo, cuando
a los hombres no se
les perseguía por
ser hijos de roja".
Ricino, rapadas y
fusiladas
Sobre excesos como
hacer ingerir aceite
de ricino, raparles
el pelo y otros
escarnios públicos,
Pura Sánchez dijo
que son experiencias
que no se superan, y
recordó el caso de
una mujer que
conservó siempre la
trenza que le
cortaron y, al
morir, fue enterrada
con ella. En Utrera
(Sevilla), a una
mujer conocida como
"La
Luna", por
apellidarse así, se
le rapó, se le dio
ricino y se la paseó
atada a la cola de
un caballo antes de
fusilarla, por ser
anarquista, haber
celebrado reuniones
en su casa, tener a
dos hijos en el
frente y a otro
huido.
Sin comparación con
los republicanos
Para la autora del
libro, la violencia
contra la mujer
también fue ejercida
en el campo
republicano "pero ni
en volumen ni en el
tiempo que duró es
comparable", de modo
que en toda la
provincia de Almería
-en dominio
republicano hasta el
final de la Guerra-
hay un caso
documentado en Adra,
el de una mujer
expuesta en una
jaula y luego
fusilada, por ser
rica.
Violadas y
ejecutadas
En Marchena
(Sevilla) entre el
verano y el otoño de
1936 fueron
ejecutadas cincuenta
mujeres, mientras
que en los pueblos
andaluces era
habitual que hubiera
alguna mujer
paseada, sobre todo
en los primeros
momentos de la
Guerra, sin olvidar
que la violación
formaba parte del
ritual de la
represión. Con el
castigo a las
mujeres "los
vencedores mostraban
su poder y los
vencidos eran
humillados", según
Sánchez, quien
añadió que lo que
hacían los
tribunales militares
"no era justicia,
sino un modo de
proseguir la guerra
y hacer la vida
imposible a los
contrarios; algunos
cargos eran tan poco
corrientes como el
rumor público".
Marxismo y furor
sexual
Pura Sánchez no
olvida citar en su
libro un supuesto
estudio del
psiquiatra Vallejo-Nájera,
basado en un trabajo
sobre cien mujeres
de la cárcel de
Málaga, según el
cual "las marxistas
padecían una
enfermedad mental
que se distinguía
por su furor
sexual", desde la
creencia de que "al
quitar el freno
moral se desatan los
bajos instintos".