Pitarch recuerda que a las reuniones de la UMD
lejos de Valencia sólo le acompañaban Juan Esteve,
otro capitán valenciano de la UMD destacado en
infantería de Marines, y Ramón Álvarez Ballarín,
capitán de infantería del Tetuán 14, en Castelló. Y
aunque le duela reconocerlo, detalla que a los
encuentros de la UMD celebrados en el cap i casal
(en un piso de la avenida Primado Reig esquina con
calle Alboraya), "acudieron algunos militares de
Madrid, Castelló, Alicante o Murcia, pero nadie de
Valencia y sus cantones de Bétera, Paterna o
Marines".
Por su simbolismo, Pitarch rememora su
participación y la de Juan Esteve en la reunión del
Comité Ejecutivo de la UMD en Barcelona el 7 de
marzo de 1976, la víspera del comienzo del consejo
de guerra contra un comandante y ocho capitanes de
la UMD, que fueron expulsados del Ejército.
Cumpliendo su objetivo, la Unión Democrática
Militar se autodisolvió el 27 de junio de 1977, poco
después de las primeras elecciones democráticas. Sin
embargo, su estela pervivió algunos años más en
forma de castigos y discriminaciones hacia los
militares que la integraron. Pitarch, por ejemplo,
fue expulsado de Valencia en 1978 por orden del
capitán general Milans del Bosch por su fama de
"peligroso". Además, le fue negada sistemáticamente
la cruz militar de San Hermenegildo y, hasta 1981,
le siguieron por la calle varios espías de
Información Militar de la Capitanía General de
Valencia, según comprobó él mismo tras arduas
gestiones internas. Todo ello, dice, "por haber
pertenecido a la UMD".
La facción más conservadora del Ejército también se
acordó durante mucho tiempo de Ramón Álvarez
Ballarín. Se adhirió a la UMD en el País Vasco y, a
partir de 1977, fue un elemento úmedo muy activo
entre la infantería de Castelló. Fallecido en 2007,
su hijo Ramón -actual concejal del PSPV en
Benicàssim- rememora el papel clandestino de su
padre: "Él tenía unas convicciones muy democráticas.
Frente a la parte del Ejército que prefería el
anterior sistema unitario, por decirlo suave, mi
padre tenía como referente la revolución de los
claveles portuguesa y pensaba que el Ejército había
de ser el garante de la democracia".
Todavía se ríe su hijo al contar una anécdota que
refleja cómo marcaba haber pertenecido a la UMD. El
23-F, dos policías militares vigilaban el portal de
la familia Álvarez, en ese momento destinada en
Lanzarote. "Yo pensaba que nos protegían; pero luego
supe que en realidad éramos víctimas de un arresto
domiciliario porque mi padre se había declarado
contrario al golpe militar", cuenta.
Reconocido su "patriotismo"
Hace diez días, después de tres décadas de
silencio justificado por el ruido de sables, el
Gobierno aprobó una declaración institucional en la
que realza "los sacrificios asumidos por los
miembros de la UMD, que arriesgaron su carrera y
promoción profesional e incluso su libertad
personal", en "prueba manifiesta de su patriotismo,
su alta conciencia democrática y su inquietud por
contribuir a mejorar las Fuerzas Armadas".
En opinión de Pitarch, el Gobierno
"ha dado un pasito, pero es insuficiente. No se han
atrevido a hacer lo que tienen que hacer: dar rango
honorífico de generales a los altos cargos de la UMD".
Ramón Álvarez, hijo, aparca la disciplina de partido
y también le sabe a poco el reconocimiento. "No
estoy de acuerdo con el trato que se les ha dado
-afirma-, incluso por parte de mi partido. No les
han tratado como se merecen".
"El militar valenciano se la juega menos"
Aunque simpatizantes hubo algunos más, muy
pocos valencianos fueron miembros activos de la UMD.
José Luis Pitarch, autor de "Memoria irredenta del
Franquismo", lo atribuye al "propio carácter de los
valencianos". "El militar valenciano se la juega
menos que en otros sitios. Y la historia reciente lo
demuestra", afirma este miembro de EU. Los soldados
valencianos no salieron de sus cuarteles en las dos
grandes conspiraciones contra Primo de Rivera, de
1926 y 1929; ni en la sublevación de julio de 1936.
Y en el 23-F, precisa, no fue Valencia, sino un
Milans del Bosch que se hubiera alzado allá donde
hubiese estado. El "meninfotisme", viene a decir
Pitarch, ha penetrado hasta en los cuarteles
valencianos. p. c. valencia