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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

La huella valenciana de la UMD

Paco Cerdá

Levante  16 de Diciembre  de 2009

Con Franco a punto de morir, nace en el seno del Ejército español la Unión Militar Democrática. Su objetivo era evitar un Franquismo después de Franco y mojar la pólvora a los golpistas. En Valencia, pocos militares se enrolaron en aquel movimiento que ahora es reconocido por el Gobierno democrático por el que lo arriesgaron todo

      La clandestina UMD, nacida en 1974 al socaire de la revolución portuguesa, tardó un año en infiltrarse en los cuarteles valencianos. Fueron militares de Barcelona y Madrid los que desembarcaron en Valencia en otoño de 1975 con la oculta misión de captar a soldados comprometidos con una democracia que estaba a punto de nacer. Lo cierto es que aquellos emisarios úmedos no obtuvieron demasiado éxito en Valencia. Así lo cuenta José Luis Pitarch, el primer militar valenciano que se enroló en la UMD y uno de los pocos que, como dice él, "se mojaron en la causa". "Yo llamo 'mojarse' a ir a reuniones clandestinas para hablar de democracia porque, en esas reuniones, nos jugábamos la expulsión del Ejército y la pérdida de trabajo o, quién sabe, una pena de cárcel de 20 años", afirma Pitarch, comandante de caballería en la reserva desde 1986 y actual profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de València.

José Luis Pitarch, en 1978.

 

 

 

 

 

 

José Luis Pitarch, en 1978


      Pitarch recuerda que a las reuniones de la UMD lejos de Valencia sólo le acompañaban Juan Esteve, otro capitán valenciano de la UMD destacado en infantería de Marines, y Ramón Álvarez Ballarín, capitán de infantería del Tetuán 14, en Castelló. Y aunque le duela reconocerlo, detalla que a los encuentros de la UMD celebrados en el cap i casal (en un piso de la avenida Primado Reig esquina con calle Alboraya), "acudieron algunos militares de Madrid, Castelló, Alicante o Murcia, pero nadie de Valencia y sus cantones de Bétera, Paterna o Marines".


       Por su simbolismo, Pitarch rememora su participación y la de Juan Esteve en la reunión del Comité Ejecutivo de la UMD en Barcelona el 7 de marzo de 1976, la víspera del comienzo del consejo de guerra contra un comandante y ocho capitanes de la UMD, que fueron expulsados del Ejército.


      Cumpliendo su objetivo, la Unión Democrática Militar se autodisolvió el 27 de junio de 1977, poco después de las primeras elecciones democráticas. Sin embargo, su estela pervivió algunos años más en forma de castigos y discriminaciones hacia los militares que la integraron. Pitarch, por ejemplo, fue expulsado de Valencia en 1978 por orden del capitán general Milans del Bosch por su fama de "peligroso". Además, le fue negada sistemáticamente la cruz militar de San Hermenegildo y, hasta 1981, le siguieron por la calle varios espías de Información Militar de la Capitanía General de Valencia, según comprobó él mismo tras arduas gestiones internas. Todo ello, dice, "por haber pertenecido a la UMD".


     La facción más conservadora del Ejército también se acordó durante mucho tiempo de Ramón Álvarez Ballarín. Se adhirió a la UMD en el País Vasco y, a partir de 1977, fue un elemento úmedo muy activo entre la infantería de Castelló. Fallecido en 2007, su hijo Ramón -actual concejal del PSPV en Benicàssim- rememora el papel clandestino de su padre: "Él tenía unas convicciones muy democráticas. Frente a la parte del Ejército que prefería el anterior sistema unitario, por decirlo suave, mi padre tenía como referente la revolución de los claveles portuguesa y pensaba que el Ejército había de ser el garante de la democracia".


      Todavía se ríe su hijo al contar una anécdota que refleja cómo marcaba haber pertenecido a la UMD. El 23-F, dos policías militares vigilaban el portal de la familia Álvarez, en ese momento destinada en Lanzarote. "Yo pensaba que nos protegían; pero luego supe que en realidad éramos víctimas de un arresto domiciliario porque mi padre se había declarado contrario al golpe militar", cuenta.

Reconocido su "patriotismo"


       Hace diez días, después de tres décadas de silencio justificado por el ruido de sables, el Gobierno aprobó una declaración institucional en la que realza "los sacrificios asumidos por los miembros de la UMD, que arriesgaron su carrera y promoción profesional e incluso su libertad personal", en "prueba manifiesta de su patriotismo, su alta conciencia democrática y su inquietud por contribuir a mejorar las Fuerzas Armadas".


        En opinión de Pitarch, el Gobierno "ha dado un pasito, pero es insuficiente. No se han atrevido a hacer lo que tienen que hacer: dar rango honorífico de generales a los altos cargos de la UMD". Ramón Álvarez, hijo, aparca la disciplina de partido y también le sabe a poco el reconocimiento. "No estoy de acuerdo con el trato que se les ha dado -afirma-, incluso por parte de mi partido. No les han tratado como se merecen".


"El militar valenciano se la juega menos"


       Aunque simpatizantes hubo algunos más, muy pocos valencianos fueron miembros activos de la UMD. José Luis Pitarch, autor de "Memoria irredenta del Franquismo", lo atribuye al "propio carácter de los valencianos". "El militar valenciano se la juega menos que en otros sitios. Y la historia reciente lo demuestra", afirma este miembro de EU. Los soldados valencianos no salieron de sus cuarteles en las dos grandes conspiraciones contra Primo de Rivera, de 1926 y 1929; ni en la sublevación de julio de 1936. Y en el 23-F, precisa, no fue Valencia, sino un Milans del Bosch que se hubiera alzado allá donde hubiese estado. El "meninfotisme", viene a decir Pitarch, ha penetrado hasta en los cuarteles valencianos. p. c. valencia
 

 

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