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Genocidio franquista. La asignatura sigue pendiente

Coral Bravo

El Plural 28 de Junio de 2009

 

 

Leía hace unos días en el diario Público un artículo que informaba sobre un estudio realizado por la "Fundació Congrés Catalá de Salut Mental" sobre las secuelas traumáticas de los familiares descendientes de represaliados en la dictadura franquista.

Los resultados, obtenidos a través del estudio de 196 víctimas y familiares, son contundentes y muy dramáticos; el informe concluye que España es el único país donde los bisnietos de las víctimas directas del fascismo nacional-católico siguen sufriendo secuelas psicológicas producto del trauma familiar “heredado”.

Los profesionales de salud mental que han llevado a cabo este trabajo (que ya se ha realizado en otros países europeos y americanos) afirman que han encontrado secuelas importantes en descendientes de cuarta generación ; se trata de manifestaciones
diversas que son frecuentes en personas con traumas no resueltos, como pesadillas, tristeza indefinida, depresión sin motivo aparente, diversas enfermedades psicosomáticas; y en su versión más extrema, problemas tan serios como toxicomanías o intentos de suicidio.

La causa de esta peculiar pervivencia del daño psicológico en estos familiares no es otra, según los expertos, que el “olvido” forzoso al que sometió el dictador y sus “píos” aliados a estas familias, que durante varias generaciones tuvieron que callar su terrible dolor, incluso, por motivos de pura supervivencia. Pero el “olvido forzoso”, no es olvido; y, en palabras de las dos psicólogas directoras del proyecto, “silenciar el dolor supone reproducirlo...; olvidar es imposible y, por decreto, aún más...”

Las diversas escuelas psicológicas que se ocupan de esclarecer científicamente el comportamiento de la psiqué humana, a pesar de discrepar en múltiples cuestiones, coinciden todas en algo que es “dogma” en psicología: el dolor emocional que no se expresa, perdura y se cronifica. Y otro principio universal en psicología es que, ante la muerte de un ser querido, se pasa por un período de duelo necesario para asimilar la pérdida y superar la aflicción, duelo que requiere expresar el dolor, compartir sentimientos, percibir la complicidad del entorno, dignificar el recuerdo, y, en definitiva, “gestionar” emocionalmente de forma gradual la despedida.

Todos sabemos de las miles de familias que, además de no poder elaborar su duelo ni expresar su llanto, se vieron obligadas a callar y a esconder su pena durante cuarenta años; y, además, sintieron la marginación y la vergüenza de la embustera propaganda franquista que trató de “rojos” y de “asesinos” a los españoles que defendieron las libertades y los valores democráticos; y tuvieron que convivir con un sistema psiquiátrico al servicio de la dictadura criminal que, encabezado por Vallejo-Nájera y López Ibor, trataba de “locos” a los que pensaban diferente...¿A quiénes podían acudir estas miles de familias españolas para superar su trauma...?

En Chile, en Argentina, en Alemania..., han hablado del terror de sus dictaduras. Las víctimas del holocausto nazi han podido hablar, han visto cómo se han escrito libros, se han rodado películas, cómo el mundo se ha solidarizado con las víctimas de aquel terror. Pero en España se sigue imponiendo el silencio, y se sigue tratando como a escoria a los millones de españoles que han sido víctimas, en varias generaciones, de la brutalidad del fascismo de la dictadura.

En lugar de apoyar una Ley que contribuya a resarcir en solidaridad a tantas familias que sufrieron en silencio, y en lugar de reconocer un genocidio que hirió de muerte a la España progresista, el PP y la Iglesia continúan frenando cualquier iniciativa que contribuya a esclarecer el horror franquista. Y, a través de asociaciones implicadas con los que no quieren que se investigue la verdad, se dedican a poner querellas contra el juez que ha intentado dirimir esta cuestión, que aún sigue dañando la unión democrática de los españoles.

Y, mientras esta cuestión no se dirima, el reconocimiento del drama de miles de españoles, y la restitución de la dignidad de los que lucharon por la libertad, continúan siendo una asignatura pendiente en este país; asignatura que algún día, pese a quien pese, se tendrá que solventar. Y no se trata de remover las aguas, sino de depurarlas y hacerlas transparentes. Porque es de justicia, y porque, si se sigue escondiendo el horror, el horror seguirá estando latente.

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Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica
 

  

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