Poco a
poco, el descubrimiento de fosas de la Guerra Civil
va entrando en una senda de cierta normalidad.
Aunque los focos mediáticos siguen los trabajos y
narran las terribles historias que hay detrás de
cada ‘paseado’, las exhumaciones no generan
polémicas ni tensiones a flor de piel en los pueblos
donde se producen. El Bierzo fue, y es, pionero en
la lucha por la recuperación de españoles que
acabaron en cunetas y caminos. La Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica nació con la
fosa de Priaranza y hoy cuenta con delegaciones por
toda España. Su trabajo de documentación y atención
a los familiares de las víctimas es digno de
valorar. 70 años después del final de la contienda
entre españoles y 34 años después de la muerte de
Franco, parece que ha llegado la hora de restañar
viejas heridas. El objeto de este editorial no es
analizar y enjuiciar la Ley para la Recuperación de
la Memoria Histórica, sino únicamente un apartado
como es la recuperación de los ‘paseados’. En ese
sentido, la Ley ha servido para el fin que buscan
los familiares, como es un soporte legal para abrir
fosas que, por los años transcurridos, ni eran
restos arqueológicos con más de cien años, ni casos
abiertos porque han pasado más de 25. Desde ese
punto de vista, hay que poner de manifiesto el clima
de normalidad en el que ha entrado una labor que
lucha también contra el tiempo. La mayoría de las
fosas se localizan por el testimonio de vecinos o
personas que vieron cómo enterraban los cadáveres,
gentes todas ellas mayores. La Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica tiene por
delante un amplio calendario de exhumaciones. Habrá
varias más en la provincia en las próximas semanas.
Un país democrático como España, cuya Justicia ha
abierto sumarios contra varios dictadores
extranjeros, tenía sin embargo reticencias a abrir
las puertas y ventanas de su pasado. En la España
del siglo XXI no era posible que hubiera españoles
enterrados en cunetas. Hay un dato muy curioso, y es
que han sido los nietos los que han alentado en
muchas ocasiones la recuperación de sus abuelos.
León, por otra parte, ha sido también pionero en
materia judicial, con decisiones de jueces como el
de Villablino que permitieron en su día el acceso de
familiares a pruebas de ADN. Los muertos deben estar
en los cementerios. Si no hubiera sido ahora, algún
día se hubiera producido el interés por desenterrar
a los ‘paseados’ de la guerra. Y había que hacerlo.