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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

'Los caminos de la memoria'. El fin del silencio

Rafael Vega

El Norte de Castilla  13 de Noviembre de 2009 

Unos se vieron obligados a convivir con los asesinos de sus padres, otros sufrieron el robo de sus herencias y terminaron sobreviviendo en el exilio. La España ultrajada se hace, poco a poco, con el sitio del que fue privada, no sólo durante el franquismo sino durante la transición. Gracias a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica los españoles apenas comienzan a mirarse cara a cara, entre otras cosas, a través de trabajos tan contundentes como éste de Peñafuerte que incide, como ya hiciera con su documental 'Niños', en las consecuencias que la Guerra Civil impuso sobre la población inocente e indefensa. En ningún caso pretende el realizador reconstruir aspectos puntuales del pasado. No importan ya los nombres de los asesinos ni el motivo que tuvieron para arrumbar su voluntad hacia el exceso más atroz. No hay querencia por el ajuste de cuentas, sino conclusión, cierre colectivo y anímico de un pasado abierto. La memoria objeto de este estudio comienza en el presente y centra sus esfuerzos en su efecto conciliador. Todos los familiares de represaliados que Peñafuerte filma en su película buscan solamente sosiego y descanso para una conciencia atormentada por el silencio y el ocultamiento. La tierra esconde una realidad negada durante años, incluso ahora, por quienes continúan anclados en la beligerancia más intolerante. Peñafuerte muestra, y advierte con ello de su vigencia, a un grupo de exaltados en una conmemoración franquista; jóvenes neofascistas continúan arengándose a si mismos junto a nostálgicos del sometimiento. No faltan entre ellos algunos eclesiásticos que, difícilmente, pueden conciliar sus creencias ecuménicas con los pensamientos pronunciados ante las cámaras. Sin embargo, la impunidad de sus actos parece imperturbable, acaso porque un amplio sector de la población de profundas convicciones democráticas, continúa, inexplicablemente, oponiéndose a esta reparación más piadosa que justa, más humanitaria que judicial con la que miles de familias españolas alcanzarán descanso.

 

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