Desde el oscuro
umbral de la memoria
Ángel
Escarpa
UCR
15 de Junio de 2009
Por si no fuese bastante
tener que votar en un colegio religioso, el 7J me tocó hacerlo en uno de
esos centros que aún muestran en sus fachadas las tan agradecidas placas
para con los franquistas, con quién tan grande deuda contrajo la Iglesia
cuando éstos ganaron su guerra contra el pueblo entre 1936 y 1939, y por
cuyas víctimas aún guardamos luto los que perdimos hermanos, padres,
hijos o algún venerable poeta o alcalde constitucional, por no hablar
aquí de aquella amada bandera y del régimen de auténtica democracia
perdido.
La placa en cuestión esta
expuesta en una vía pública de ésta ciudad desde 1949, bien al alcance
de los ojos de cuanto ciudadano pase debajo de ella, tanto da si éste es
un desempleado pregonando a los cuatro vientos longorones frescos o un
jubilado buscando la cercana sombra de los laureles de indias de la
Plaza de la Constitución, o para que las generaciones de alumnos que
acuden a ese centro alcen sus ojos y tomen buena nota de que, el
Excelentísimo Don Rafael García Escámez ….aunque el citado Don no fuese
otro si no aquel capitán que, enviado por el general Mola desde Pamplona
en 1936 al mando de una compañía de falangistas y rebeldes para tomar
Madrid, ostentó el cargo de Capitán General de Canarias en los años más
duros de la dictadura franquista, construyendo, eso sí, las numerosas
viviendas que una joven República democrática (sacrificada por los
“soldados de Cristo”, apoyados económicamente por Juan March y por el
último monarca, y generosamente apoyados por feroces rifeños a los que
tanto se combatió en el pasado) no tuvo tiempo de construir.
Lo habré denunciado aquí
numerosas veces pero parece ser que, los que aún conservamos memoria de
los tristes días de las boinas encarnadas, las camisas azules y el
caralsol a la puerta de nuestros colegios en la hora del recreo, estamos
condenados a repetirnos una y otra vez, como lo hiciera aquel caballero
manchego cervantino del XVI, o como hiciera a su vez el entrañable y
casi olvidado León Felipe hace 70 años.
Es francamente demoledor que,
contemporizando con las placas en memoria de Abraam Lincoln, Diderot,
García Lorca, el Doctor Fleming y tanto hombre de bien, tengamos que
detenernos ante placas que dan nombre a nuestras calles y avenidas,
detenerse ante rótulos que dan nombre a nuestros paseos y parques y aún
leer los nombres de los que, en fechas no tan lejanas, nos imponían una
férrea disciplina militar y vestían de luto a media población. ¿Durante
cuantos años más habremos de soportar los nombres de Pío XII, del odiado
Mártinez Anido, el General Perón, el miserable rey Alfonso XIII, Calvo
Sotelo…en tanto aquel diputado comunista del Frente Popular, (Eduardo
Suárez) que fue fusilado por defender el orden constitucional en las
primeras horas del golpe, aún no es reconocido su sacrificio y su
ejemplo?
¿Veremos desaparecer algún
día esos execrables nombres de la nomenclatura de nuestras ciudades para
ser reemplazados por los de Don Manuel Azaña o el de Max Aub y aquellos
que realmente creyeron y trabajaron por sacar a España de la profunda
depresión económica y cultural en que la dejó el anterior monarca?
Mientras tanto, Charles
Chaplin, entre cientos de personas que contribuyeron en el pasado, y aún
hoy, a la causa de la libertad, y que hicieron todo lo posible por
hacernos más amables los duros años de la Depresión, de la ausencia de
libertades y del fuego más elemental en tantos hogares; espera a que un
funcionario de cualquier oscura oficina extienda un simple folio para
que, una mañana cualquiera, en una esquina cualquiera de nuestra ciudad
y ya con su nombre, se nos abra una de aquellas sonrisas que el
inmortal Charlot nos provocaba desde los blancos prados de las pantallas
cinematográficas de nuestra infancia.
Ángel Escarpa Sanz. Islas
Canarias
¡¡Viva la
República!!
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