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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

 

 
 
 
 

Ésta y otras cartas similares muestran no sólo la importancia de los testimonios epistolares como forma de «interiorización y apropiación de los ideales nacionalistas presentes en cada bando», sino también el valor de la correspondencia como «elemento imprescindible de la cultura escolar» y como correa de transmisión de los «discursos bélicos inspiradores de las representaciones de cada grupo». En el Archivo General de la Administración se conserva, entre otras, la carta escrita por Antonio González Vior, un niño asturiano de la casa de niños número 1 (Pravda), quien, al igual que sus compañeros, escribió a los combatientes españoles con motivo de las fiestas navideñas en los primeros días del mes de diciembre de 1938, acompañando su misiva de un dibujo en el que, bajo la estrella de cinco puntas y la hoz y el martillo, aparecen «los niños españoles jugando en esquíes», como él mismo lo titula:

 

Día 3 de Diciembre de 1938.

CCCP-URSS Moskova, colonia de niños españoles. Estación Pravda, núm.1.

 

Queridos heroicos de la España republicana: Compañeros de España, os digo que nosotros, hijos de obreros que estamos aquí en la URSS, estamos muy bien, comemos muy bien, nos dan mucha fruta. Todos los inviernos andamos en esquíes, nos bañamos, tenemos escuelas para aprender, para cuando vayamos a España construirla como la URSS y viviremos felices, comeremos muy bien, iremos a las escuelas para aprender mucho y para cuando haya guerra matar a todos los fascistas. Camaradas, el otro día vino un italiano comunista y nos dijo de España, y nos contó que [FRANCO] decía que iba a tomar Madrid en 8 horas y Barcelona en 5 horas y a España entera en un día, y dijo que todo eso que lo iba a tomar en un caballo blanco, pero el caballo blanco ni existe ni existirá.

 

Camaradas, yo me acuerdo cuando estaba en España jugando a los fascistas y comunistas, yo siempre que cogía a un fascista le pegaba mucho, le decía fastídiate</CF> para qué eres fascista, pues ahora te voy a <CF44>meter de un gomerazo [SIC], y después le mandaba marchar. FIN.

Escribir pronto.

VIVA EL CAMARADA STALIN.

VIVA ESPAÑA REPUBLICANA.

Salud, Antonio González. Escribir pronto.

 

Pero no fueron los soldados republicanos los únicos que tuvieron el honor de recibir cartas de los niños españoles evacuados a tierras soviéticas. Al igual que importantes personalidades españolas y rusas del mundo intelectual, político, artístico y cultural fueron asiduos visitantes de las distintas casas de niños y muchos de ellos desarrollaron el papel de madrinas o padrinos de los grupos de niños evacuados repartidos por el país, hubo también muchos militares, tanto altos mandos como soldados rasos del Ejército ruso, que se preocuparon por los niños españoles y los apadrinaron. Los padrinos y madrinas, que podían serlo tanto de uno como de varios niños e incluso de grupos y casas enteras, además de llevar a sus ahijados regalos y dulces, pasar con ellos algunas tardes, llevarlos a pasear o a visitar monumentos y museos, les daban también una ayuda económica. Algunas de estas visitas de padrinos y madrinas han quedado registradas en las cartas de los niños, como la que realizó el legendario aviador Valeri Pavlovich Chkálov (1904-1938) a las casas de niños de Crimea en el mes de septiembre de 1937:

 

Madre, el otro día fuimos a un sanatorio que había venido a él uno de los mejores aviadores que pasó el polo Norte y estuvimos con él hablando y preguntando algunas cosas.

 

Mamá, para cuando vuelva a España ya sabré hablar el ruso y muchas cosas. Ahora ya sé hablar bastante, y cantar y bailar ruso. El otro día canté y bailé delante de un aviador que se llama Yumasof [SIC], que ha hecho el vuelo de Moscú a América, y me sacó muchas fotos, y si me llegas a ver se te caería la baba.

 

Los soldados rusos de la famosa Academia del Estado Mayor del Ejército soviético de Moscú, más conocida como la academia Frunze, apadrinaron a los niños españoles que integraron la casa de la calle Pirogóvskaia y mantuvieron con ellos una relación epistolar prolongada. A estos soldados, de hecho, dirigieron los niños sus primeras cartas escritas en ruso.Evacuada a los trece años junto a sus hermanos y primos pequeños, Ana del Bosque recuerda que fue al soldado que la apadrinaba a quien envió «una carta cuando aprendió a escribir en ruso», aunque la misiva en cuestión «tenía cuarenta faltas de ortografía».

 

Además de con los padrinos y mediante el envío a los padres de listados de palabras en ruso para mostrarles sus avances escolares, el nuevo idioma se practicaba en la correspondencia establecida entremuchos de los niños españoles y los pioneros rusos, con quienes compartían salidas, pupitres, fiestas, talleres y otra serie de actividades. La mayoría establecieron contacto escrito cuando ya habían aprendido algo del nuevo idioma, aconsejados y animados por los responsables, mientras que otros lo hicieron de forma espontánea al poco de llegar a Rusia, como confirma la carta que Enrique Undiano escribió a su madre y a su hermana desde Moscú el 30 de junio de 1937:

En Leningrado, en los dos días que estuvimos, fueron los pioneros que salieron en el puerto con la banda de música y en dos horas que estuvieron se hicieron tres amigos míos, y al marchar me dieron una insignia rusa y me escribieron en un papel sus señas para que les escriba.

 

Ya se ha dicho que la prensa, tanto española como internacional, fue también vehículo de difusión de las cartas de los niños españoles evacuados. Las letras infantiles fueron, al igual que los dibujos o las fotografías, un importante recurso emocional para solicitar ayuda material y económica a otros países, para denunciar las atrocidades del enemigo y para granjearse la benevolencia de la opinión pública internacional. Fueron, además, testimonios valiosísimos, verdaderos tesoros, por cuanto constituyeron, en muchas ocasiones, las únicas narraciones de primera mano del exilio infantil que llegaron a España en los años de la contienda. Vinieron a calmar la angustia de aquellos padres que habían visto partir a sus hijos hacia tierras extranjeras y de los que apenas habían vuelto a tener noticia, debido a la dificultad de establecer contacto escrito por distintos motivos (estar en la zona contraria, cambios de domicilio, desmembración de la unidad familiar, analfabetismo, etcétera) y a la irregularidad del correo propia de estos momentos de caos. A través de las cartas los españoles pudieron conocer la situación en la que se encontraban los niños evacuados, las cosas que hacían o el trato que recibían en los diferentes países de acogida.

 

El periódico ruso Pravda, cuyo redactor jefe, Mijail Koltsov, había sido corresponsal en la guerra española (después sería víctima de las purgas estalinistas), fue uno de los primeros en publicar, en su número del 6 de julio de 1937, algunos fragmentos de las cartas que los niños españoles de la segunda expedición, que zarpó de Santurce el 13 de junio de 1937, escribieron a sus familiares al llegar a su destino. Asimismo, las páginas del semanario Pluma Roja de Novelda recogieron la carta que el niño Daniel Monzó Carbonell, natural de este pueblo alicantino y miembro de la primera de las expediciones infantiles a la URSS, escribió desde el balneario de Artek a sus padres y hermanos el 3 de abril de 1937 y que es uno de los pocos testimonios directos que se conservan de ese primer contingente de niños evacuados a Rusia.

(…)

 

En el Magisterio Español, publicación periódica editada primero en Valencia y después en Barcelona y dirigida a los docentes, no faltaron tampoco cartas salidas de las plumas de los niños evacuados al extranjero, muestras inequívocas del interés que el estilo de vida soviético despertaba entre los maestros españoles.

(…)

 

En el número de 9 de febrero de 1938 se reproduce otra carta que algunos niños españoles refugiados en el «campamento central de pioneros de la URSS» enviaron a la redacción de la revista, se supone que previa petición. Al igual que la anterior, esta misiva es considerada «tan emotiva —por sencilla y por sincera—», que «huelga el menor comentario a este respecto». <CS8>La carta, en la que se relataba pormenorizadamente la jornada diaria en el campamento, fue transcrita precedida del título «Los niños españoles que viven en la Unión Soviética nos cuentan su vida feliz»:

 

Vivimos en el campamento central de pioneros de la URSS. No podíamos soñar nunca una vida mejor que la que aquí llevamos. Estamos divididos en cuatro secciones y en cada una tenemos un profesor español. En cada sección hemos elegido entre nosotros mismos un presidente que es el responsable del grupo.

A las siete de la mañana nos levantamos, nos bañamos, hacemos ejercicios físicos hasta las ocho. Entonces almorzamos. Desde las nueve hasta el mediodía trabajamos en la estación técnica, donde funcionan círculos de aviación, radio, trabajos manuales, dibujo y hasta laboratorios fotográficos. Desde el mediodía hasta las dos de la tarde recibimos tratamiento médico, ya que casi todos nosotros sufrimos trastornos y enfermedades producidas por los sufrimientos pasados en España, frente a los criminales fascistas. De cinco a siete de la tarde aprendemos lecciones de música y canto al que tan aficionados son los niños rusos. Nosotros empezamos ya a cantar alguna canción rusa.

 

 

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