Apología del Terrorismo
Mariano Gómez
Sanz
ÍzaroNews
30 de Julio de 2009
Se diría
que en estos tiempos para el desencanto, el desamor, y la desesperanza
pocas cosas nos vuelven a producir aún más sensación de melancolía...
Reconozco que estos días estoy especialmente sensible (alguna ya me
dirá... "¿y cuando no lo estás?")
He vuelto
después de haber estado un par de semanas perdido en un pequeño pueblo
de la provincia de Segovia... Un intento por reencontrarme con mi
pasado, con mi propia memoria histórica. Un intento de recuperar un
nombre, una persona, un "buen hombre" que como muchos otros se atrevió a
pensar, a soñar que otro mundo era posible. De reencontrarme con una
historia mil veces repetida en mil lugares del mundo...
Una
historia de alguién que se niega a huir de su casa cuando el fascismo se
levanta y enseña y se ensaña con sus poderosas garras, conviertiendo la
alegria y la ilusión en terror, los sueños en esadillas, la esperanza en
sangre derramada. Una historia, también mil veces repetida, que dice a
quien le avisa para que escape: "yo nunca he hecho mal a nadie, yo nunca
he hecho nada malo, no tengo porqué huir"...
Una
historia de patrullas nocturnas de paramilitares, falangistas, que
llegan a una casa despiertan a sus moradores, hacen llorar a los niños,
vejan y humillan a la mujer, y se llevan, en este caso, al hombre... le
montan en una camioneta, e inician un viaje, el "paseillo", que nunca
acaba, que nunca tiene fin, porque no se sabe nunca más del viajero...
desaparece para siempre... No existe, nunca existió. El terror que se
instaura hace que las viudas no puedan ni llorar a sus parejas, que los
niños, por muy pequeños que sean, no puedan preguntar, hablar, ni
siquiera mentar a su padre... El escarmiento está hecho, el ejemplo
terrible de lo que pudiera suceder a quien se atreviera a levantar la
voz se ha dado. Y así durante cuarenta años, en los que los hijos se
hacen mayores, llevando la marca del rojo, del apestado, ante las
fuerzas vivas del pueblo.
Ahí no hay
ni ha habido reconocimientos, palabras de cariño, comprensión. Exilio,
emigración obligada, no por razones económicas, sino políticas y
sociales. Se tienen los que hubieran sido nietos, que nunca saben ni
oyen hablar de su otro abuelo, se enteran en la calle, y no se atreven
nunca a preguntar para no avivar el dolor de sus mayores... Cuarenta
años de desaparición total, de humillación a las víctimas, y otros
treinta de olvido democrático... y de continuación de la humillación...
Las calles de los pueblos, de su pueblo, del que le respetaba y él amaba
y trabajaba incansablemente por mejorar las condiciones de vida de los
más necesitados, están llenas de nombres que humillan a todas las
víctimas, al millón de muertos directos que produjo el golpe, la guerra
que ocasionaron, las ejecuciones sumarias, las extrajudiciales e
"incontroladas", que humillan la memoria también de los que fueron
torturados, encarcelados, asesinados, también durante esos cuarenta
años, por el terrible delito de luchar por la libertad, la democracia.
Pero sobre todo que siguen humillando a las familias eternamente
humilladas, a las familias de los ejecutados, desaparecidos,
encarcelados, torturados, de esos mismos pueblos. Que tienen que callar,
que tienen que seguir callando... y ahí, frente a los poderosos, no hay
fuerzas del orden, no hay guardia civil, no hay delegados del gobierno,
tribunales de justicia, presidentes de comunidad autónoma, ni
presidentes del gobierno, que tomen los datos de los alcaldes de esos
pueblos, que les habra diligencias por apología del terrorismo, que
quiten una a una las placas que dan nombre a esas calles... No hay
reconocimiento a las víctimas, no hay memoria histórica.
Y vuelvo a
mi pueblo, en Euskal Herria, y me acercó por primera vez a las txoznas
y... me encuentro la entrada del recinto lleno de ertzainak.... aquí
esos mismos que no quieren o no se atreven a hacerlo en España sacan
pecho un día sí y otro también, pero frente a otros ... lanzando un
discurso que viniendo de ellos suena a vacio, a mentira, a
manipulación... Donde está vuestra vara de medir la justicia, donde está
vuestra coherencia, ¿por qué no empezais por el principio, por los que
llevan años y años haciendo apología del terrorismo? ... No quiero
comparar situaciones y establecer paralelismos, habría mucho que decir,
y es otro debate... Pero pedid primero a vuestros alcaldes, delegados
del gobierno, presidentes de comunidad, ministros de interior que son
miembros de alguno de los dos partidos que ejerceis aquí en la CAV el
gobierno, que depongan su actitud, pedidles los datos, denunciadles,
pedir la expulsión de vuestros partidos, que arranquen las placas de la
ignominia de las paredes de sus pueblos...
Y vuelvo a
decir, sí, este pueblo es diferente. Aquí, al menos en esta parte de
Euskal Herria, sus instituciones hace años, muchos años que quitaron
todo símbolo fascista a los nombres de las calles, y, hace años, muchos
años que reconocieron el ejemplo y el sacrificio de los que lucharon por
la libertad, contra la dictadura, desde todas las ideologías... Aquí
tenemos calles dedicadas al lehendakari Agirre, a Dolores Ibarruri, a
Leizaola, a Indalecio Prieto, a Lauaxeta, a Perezagua, a Argala, a Ramón
Rubial, a Txiki, A Otaegi... (aunque también tenemos excepciones como la
de los retratos de los alcaldes fascistas en algunos ayuntamientos
vascos).
... Hasta
diecisiete calles con alegatos fascistas he contado en el pequeño pueblo
del que debiera haber sido mi abuelo...