Álvaro
Calleja
La Opinión
de Granada 16 de Junio de 2009
Familiares de fusilados critican los obstáculos que deben
sortear para recuperar a sus seres queridos pese a la
aprobación de la Ley de la Memoria Histórica
"Llevo
72 años esperando. Toda la ilusión de mi vida es encontrar
los restos de mi padre". Pedro Cerezo fue uno de los
centenares de víctimas anónimas de la Guerra Civil. La
envidia llevó a una delación aparentemente infundada y su
crimen quedó envuelto en el silencio. Su hijo, que lleva su
nombre, al que no conoció por 18 días, está a punto de
iniciar la exhumación en el paraje del Collado del Muerto,
entre la parte alta de El Purche (Monachil) y la actual
carretera a Sierra Nevada (Güéjar Sierra).
Hace una década llevó a cabo un infructuoso intento por
abrir la fosa. A día de hoy, la Asociación Granadina para la
Recuperación de la Memoria Histórica (AGRMH) ha conseguido
ya todas las autorizaciones, incluida la de la Delegación de
Medio Ambiente de la Junta de Andalucía por estar enclavado
el lugar en el Parque Natural de Sierra Nevada.
"Yo no quiero indemnizaciones, lo único que deseo es
encontrar sus restos y meterlos en un nicho con mi madre.
Fue el deseo que también que me expresó mi madre poco antes
de morir hace dos años", aclara Cerezo.
El tiempo se agota para muchos familiares de víctimas que ya
tienen una edad avanzada. Los hijos de desaparecidos, como
es el caso de Pedro Cerezo, superan ya los 70 años y su
único anhelo es dar sepultura digna a sus familiares. En ese
estado de espera, a veces interminable, le sobrevino la
muerte a José Agustín Góngora que en junio de 2003 encabezó,
junto a la CGT de Andalucía, el primer intento por reabrir
una fosa de la Guerra Civil en Andalucía. Buscaba a su
hermano –uno de los 25 que cayeron en Torvizcón–, pero el
intento resultó baldío.Un cálculo sobre testimonios ambiguos
y un paraje muy alterado por el tiempo propiciaron el error.
José Agustín murió en 2005 sin conseguir su propósito pero
sus hijas han recogido el testigo. Pilar, una de ellas,
confiesa estar "harta" de las trabas que deben sortear. Los
familiares de las víctimas de Torvizcón han constituido una
asociación para tramitar la exhumación y parecen resignarse
a la única posibilidad de llegar a un acuerdo con el
propietario de la finca donde se cree que pueden estar
enterrados sus seres queridos. "Llevamos casi dos años de
papeleos. Esto no avanza y la Ley de la Memoria Histórica no
ha servido para nada", censura.
En la mayor parte de las ocasiones, el camino es largo y
lleno de obstáculos aunque también parece que sobrevuela un
componente de recelo en Granada que impide avanzar.
El historiador de la Guerra Civil y ex presidente de la
Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria
Histórica, Francisco González Arroyo, conoce de cerca las
dificultades. González Arroyo reflexiona sobre la
complejidad de la empresa. Parte del hecho de que los
"criminales" hicieron bien su trabajo. "No dejaron
testimonio de quiénes, dónde y de qué manera asesinaron a
sus víctimas, lo que dificulta la reconstrucción de la
historia", puntualiza.
A menudo, el mal estado de conservación de los restos
dificulta los análisis de identificación genética. Los
verdugos se tomaron la molestia de no dejar margen para la
esperanza.
El historiador, que recientemente participó en la exhumación
de tres fusilados de Beas que fueron enterrados en una fosa
del cementerio de Diezma, se muestra crítico con la eficacia
de la Ley de la Memoria Histórica, que sacó adelante el
Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el voto en
contra del PP. "No ha sido tan perfecta como se esperaba y
hay muy poca voluntad para hacerla efectiva por parte de los
gobiernos; y aquí incluyo no sólo al central sino también al
regional e incluso a los gobiernos locales", precisa.
Entiende que los familiares necesitan una respuesta urgente
aunque también cree que deben saber que el proceso de
recuperación de sus seres queridos no resultará sencillo.
"En Granada es mucho más complicado que en otras provincias
que sufrieron la represión franquista porque nunca se
identificaron a las víctimas ni a los asesinos", razona.
Caso Lorca. Víznar es un ejemplo de ello, sostiene González
Arroyo. Sólo se tienen datos, más o menos fiables, de la
fosa donde presumiblemente yacen los restos de Federico
García Lorca junto a los del maestro Dióscoro Galindo y los
banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Algunos
historiadores, no obstante, la sitúan en Alfacar. Pero se
desconoce el lugar de enterramiento de miles de
represaliados que fueron sepultados en barrancos y cunetas
de Víznar.
El embrollo judicial en torno al caso Lorca es interpretado
por Francisco Galadí, nieto del banderillero y secretario de
la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria
Histórica, como "un paso atrás en nuestras expectativas".
Galadí recuerda que se embarcó en la iniciativa de recuperar
los restos de su abuelo hace ahora siete años. Tomó también
el testigo de su padre quien en vida aspiró a cumplir el
sueño de enterrar al banderillero en un lugar distinto al
que fue arrojado por sus asesinos.
Pese a los últimos acontecimientos en torno a la posible
exhumación de Lorca, con su enredo judicial y los obstáculos
de la familia del poeta, partidaria de dejar las cosas como
están, Francisco Galadí ve "luz al final del túnel". "Confío
en que se hará la apertura, no hay otra salida, espero que
siga adelante el proceso", añade Galadí.
Ni siquiera la decisión de la juez de instrucción 3 de
inhibirse del asunto por tratarse de una causa relacionada
con posibles crímenes contra la humanidad, cuya competencia
correspondería a la Audiencia Nacional, les ha llevado a
arrojar la toalla. A la espera de que se resuelva el
conflicto de competencias para saber qué órgano
jurisdiccional es competente para ordenar la apertura de
fosas, la AGRMH ha iniciado ya la vía administrativa para
tratar de acortar los plazos.
En los próximos días solicitarán formalmente a la Diputación
de Granada, propietaria de los terrenos donde supuestamente
se ubica la fosa, que inicie un expediente administrativo de
autorización para la exhumación, y a la Consejería de
Cultura que autorice un proyecto arqueológico en la zona,
según adelantó el vicepresidente de la asociación, Rafael
Gil Bracero.
Sobre el conflicto competencial, que posiblemente resuelva
el Tribunal Supremo, el juez decano de Granada, Francisco
Sánchez Gálvez se muestra prudente. No entra a valorar la
decisión de la juez de instrucción –en contra del criterio
de la Fiscalía–, cuya decisión dice respetar, pero aclara
que el embrollo judicial tiene su origen en la causa penal
que abre el juez Baltasar Garzón donde, además de ordenar
los trámites para exhumar varias fosas, pretendía procesar a
los responsables del franquismo por delitos de lesa
humanidad.
"Se trata de un conflicto competencial. La exhumación se
puede realizar al amparo de la ley. No se trata de demorar
la exhumación sino de determinar la competencia", opina
Sánchez Gálvez, quien dice entender "el anhelo de los
familiares y su ilusión por buscar a sus seres queridos".
Sobre el enredo judicial, también tercia el historiador
Francisco González Arroyo: "Si Garzón hubiera ordenado sólo
la exhumación de fosas todo hubiera sido más fácil. Los
mismos medios de comunicación de la derecha fueron muy
críticos y se ´enmierdó´ tanto el asunto que a día de hoy
todo sigue igual".