Vicenç Navarro
El Plural
4 de Agosto de 2009
Se está
mostrando una exposición en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC)
sobre las obras de dos grandes fotógrafos, Robert Capa y Gerda Taro,
que, en la práctica, es un excelente reportaje fotográfico de distintos
momentos de la resistencia popular frente al golpe fascista, que tuvo
lugar en España el 18 de julio de 1936. También cubre los trabajos de
Robert Capa en otros frentes (desde China a Vietnam), pero el frente
español adquiere una gran prominencia en la exposición. Robert Capa y
Gerda Taro eran dos intelectuales claramente comprometidos con las
clases populares españolas en su lucha contra el fascismo, y tal
compromiso aparece en su arte de una manera clara y convincente. Los
rostros de las personas normales y corrientes, que protagonizaron
aquella lucha en contra de los golpistas, son mostrados en sus
fotografías con gran estima y respeto. Sería de desear que tal
exposición fuera motivo de visitas por parte de los escolares de toda
España.
La exposición sobre el trabajo
de Robert Capa y Gerda Taro en el MNAC está muy bien organizada y
diseñada. Pero hay un problema que aparece en la narrativa que explica
las fotografías. Tal narrativa se refiere a los golpistas como los
nacionales (utilizando así el término con el que los golpistas fascistas
se definieron a ellos mismos) y que, incomprensiblemente, las izquierdas
también utilizan para identificarlos. La utilización de tal término es
una incoherencia en la narrativa, la cual define correctamente al lado
republicano como antifascistas, sin nunca utilizar el término de
fascistas, definiéndolos, en cambio, como nacionales. Por mera
coherencia en el lenguaje, si a los fascistas se les llama nacionales, a
los republicanos se les debiera llamar antinacionales. Pero si se les
llama a las clases populares antifascistas, entonces a los que luchaban
en contra de las clases populares debiera llamárseles fascistas.
El problema, sin embargo, es
mucho mayor que la mera incoherencia narrativa. Es la confusión (o temor
y moderación) de las izquierdas, que aceptan frecuentemente la narrativa
y los términos de las derechas para definir la historia de nuestro país.
Es un halago, profundamente inmerecido, aceptar que las fuerzas
golpistas fueran las <i>nacionales</i>, es decir, las que defendían a la
nación española o a España. Los datos empíricos muestran fácilmente el
error de tal suposición. Los golpistas fascistas impusieron un enorme
retraso económico, político, cultural y social en España. La evidencia
de ello es abrumadora. En el año 1936, España tenía el mismo PIB per
capita que Italia. Cuando el dictador murió en 1975, el PIB per capita
español era sólo el 60% del italiano. Y cuando el dictador murió, el
gasto público social era el 14% del PIB, el más bajo en Europa.
Podríamos analizar, componente por componente, las enormes consecuencias
negativas que la dictadura surgida de aquel golpe tuvo para Cataluña y
para España. Llamarlos nacionales, es decir, los defensores de la nación
española, es una enorme falsedad, difícil de sostener en base a los
datos que tenemos. Es más, llamarles nacionales implica que los
republicanos que lucharon por la democracia y la libertad de la
población española eran anti-nacionales, lo cual es profundamente
erróneo,. Eran los republicanos antifascistas los que defendían los
intereses de la mayoría de la población española.
El otro dato que niega el
carácter nacional de tal golpe es que la mayoría de sus tropas, en los
inicios del golpe, no eran españolas. Eran marroquíes, alemanas e
italianas, apoyadas por Hitler y Mussolini. Las tropas de choque eran
las fuerzas marroquíes lideradas por el general Franco, conocidas por su
gran brutalidad. Era política implícita de los golpistas sembrar el
terror entre las clases populares, pues sabían que la mayoría de la
población estaba en contra del golpe. Lo que se llama Guerra Civil en
España fue un golpe militar llevado a cabo por las clases dominantes en
contra de la mayoría de la población que, con muy escasa ayuda
internacional, resistió aquel golpe durante tres años. Definir como
nacionales a aquellas clases, es asumir –como he dicho antes- que ellas
representaban el interés de España, cuando, en realidad, hicieron un
enorme daño a la gran mayoría de la población española.
De lo dicho se explica que
cuando fui a ver la exposición el día 18 de julio, me ofendió ver
definidos a los fascistas como los "nacionales". De ahí que corrigiera a
la persona joven que, como guía, estaba informando al grupo de
visitantes del Museo, indicándole que ni ella ni la exposición debieran
referirse a los fascistas como los nacionales. Y expliqué por qué.
Aceptó mis críticas, y durante el resto de la visita se refirió a ellos
como los fascistas en lugar de los nacionales. Ignoro si continuará
haciéndolo. Pero pido al lector que cada vez que vea definidos a los
fascistas como nacionales, proteste. Dígale que, inconscientemente,
están haciendo una apología del golpe fascista.
Una última observación. Los
fascistas eran nacionalistas españolistas, que tenían una visión de
España que negaba su carácter plurinacional y lo amalgamaban todo bajo
el concepto de nación española. Esta visión asfixiaba a la mayoría de la
población española, que pertenece a los distintos pueblos y naciones de
España. De ahí que el término <i>nacionales</i> sea también erróneo para
definir a los nacionalistas españolistas, promotores de una visión de
España que negaba su gran diversidad y riqueza (ver “Franquismo o
Fascismo”. <i>Público</i>, 28.05.09). Es importante que las fuerzas
democráticas no acepten los términos utilizados en la narrativa
ultraderechista que define a grandes sectores de las derechas españolas.
El lenguaje es profundamente político y las izquierdas tienen que
redefinirlo.
--------------
Vicenç Navarro
es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en la
Universidad Pompeu Fabra