Homenaje a
Lluís Companys en el Ateneo de Madrid
Jaume d'Urgell
28 de Octubre de 2009
En el día de hoy, en este lugar que Unamuno describiera como “el templo
de la Razón Crítica”, en pleno corazón de Madrid, rendimos público
homenaje a la memoria de un cargo electo… hoy recordamos al exiliado que
fue objeto de secuestro por parte los soldados de Hitler, que se
encontraban haciendo en Francia lo mismo que los de Franco hacían en su
propio país; recordamos hoy, a quien fue deportado al margen de toda
Ley, y entregado entre Hendaya e Irún, de terroristas uniformados a
terroristas uniformados, para conducirle a Barcelona y someterle a un
simulacro jurídico, seguido de un asesinato.
He aquí el
sacrificio máximo de cualquier humanista coherente: entregar la vida
—desarmado y desde la más absoluta inocencia—, por causa de su
compromiso con la búsqueda del Bien Común.
Dicho sea de otro modo: el Molt
Honorable President del Govern de la Generalitat de Catalunya, Lluís
Companys i Jover, fue asesinado por personas falsas, que defendían ideas
falsas, actuando falsamente en nombre de una falsa idea de España.
Los países, las ideologías y los valores no son más que pretextos,
detrás de los que esconder la miseria humana de quienes optan por el
terrorismo para satisfacer su codicia extrema.
Franco decía asesinar en nombre de España, porque hacerlo en nombre de
su narcicismo patológico y antidemocrática constituía una verdad
inconfesable. Y al hacerlo, no solo ensució sus manos con la sangre de
centenares de miles de mujeres y hombres inocentes —como Companys—, sino
que al hacerlo en nombre de España, España misma pagaba con un demérito
de su honor, que todavía hoy se puede palpar.
Esa España odiosa, embrutecida, centralista, militarizada, sionista,
violenta, machista, antidemocrática, homófoba, fascista y totalitaria...
esa imagen de España es en realidad el perfecto antónimo de la letra y
el espíritu de la Constitución de la Segunda República Española: humana
en su esencia, democrática en su concepción y federal en su desarrollo.
Lo cierto es que ni Companys, ni España merecían semejante ignominia:
Companys asesinado y España deshonrada.
España
deshonrada: porque solo así puede llamarse a la patria que es capaz de
permitir que centenares de miles de sus propias hijas e hijos se pudran
en el suelo, en las cunetas, en las fosas comunes y en los archivos, por
más de 80 años. Deshonrada: por la costumbre de permitir que sus
generales franquistas mueran de viejos, sin saber lo que es un Tribunal
de Justicia, ni mucho menos la celda de una prisión… generales
franquistas, a quienes esta misma semana, periódicos como EL PAÍS
calificaban de “Defensores de la Democracia”, en titulares de a cuatro
columnas. Deshonrada: por el procesamiento penal de los jueces que osan
siquiera intentar resarcir a las víctimas… a veces pienso que si el
Juicio de Nüremberg se hubiera celebrado en Burgos, aquellos jueces
seguirían todavía en prisión.
“Companys asesinado”… y donde dijo Lluís Companys i Jover, bien debería
citar el nombre y los apellidos de cualquiera de los centenares de miles
de mujeres y hombres anónimos que fueron asesinados por causa de su
lealtad al orden constitucional, democrático y de derecho.
Más aún:
donde digo Companys, bien podría decir Cataluña… de no ser por un
detalle: Cataluña no murió. ¡Cataluña no se puede matar! Porque mientras
viva una sola persona que haya nacido, trabaje o respete lo que Cataluña
significa… mientras alguien recuerde con afecto el significado político,
humano y cultural de la palabra Cataluña, ¡Cataluña vivirá!
“Molt Honorable President del Govern de la Generalitat”, “Molt Honorable
President del Govern de la Generalitat”… ¡La de vueltas que da la vida!
¡Cuánto daño hacen las mentiras…! ¡Pensar que ese mismo tratamiento se
atreven a manosearlo individuos de la categoría ética de Eduardo Zaplana
o Francisco Camps!
En cualquier
caso, desde Unidad Cívica por la República —entidad a la que esta tarde
tengo el honor de representar—, nos declaramos partidarios de
complementar el reconocimiento con la acción, porque sabemos que es
necesario conmemorar hechos pasados, pero creemos que es mucho mejor
impulsar hechos que algún día merezca la pena conmemorar.
Por eso, el motivo principal de esta intervención no es solo decir una
vez más cuan grande, atemporal y ejemplar fue la figura de Lluís
Companys como hombre de Estado; ni glosar una vez más, sobre la vileza
de su asesinato, sino para dejar claras algunas ideas sencillas:
1. En primer lugar, como
demócratas: expresar nuestra más firme condena ante el asesinato
terrorista que supuso el fusilamiento del president Lluís Companys i
Jover.
2. En segundo lugar, y como
catalán: denunciar el crimen de lesa humanidad que la Guerra Civil
Española significó en contra de cuatro pueblos y culturas culturas
hermanas: la catalana, la castellana, la vasca y la gallega.
3. En tercer lugar, como
ciudadano del mundo: afirmar de una vez por todas, que aquí de lo que
estamos hablando es de Derechos Humanos, o más exactamente: de su
conculcación masiva y sistemática.
4. En cuarto lugar, como
republicano: afirmo que el compromiso de todo gobierno con la Verdad, la
Justicia y la Reparación, no debería ceñirse a un ardid electoralista,
sino que es un imperativo ético inaplazable.
5. En quinto lugar, como persona
con uso de razón: me gustaría denunciar que el hecho de intercambiar
poder por legitimidad y legitimidad por poder, no merece ser llamado
Transición… sobre todo, cuando —digan lo que digan—, el hecho es que
llevamos 73 años sin poder elegir democráticamente a nuestra Jefa o Jefe
de Estado, y que por tanto, todavía hoy, nuestras leyes llevan estampada
la firma y el nombre de un soldado no-electo, vitalicio, irrevocable,
bien pagado, fiscalmente opaco, inviolable y no sujeto a responsabilidad
penal.
6. Por último: en mitad de este
taller de luces y columnas, manifiesto que Lluís Companys fue hombre
libre y de buenas costumbres, que consagró su vida a pulir las aristas
de una sociedad imperfecta, en una permanente, discreta, humilde y
sincera búsqueda de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; en
beneficio de todas las personas de la familia humana, incluso de
aquellas que, víctimas de su propio embrutecimiento, llegaron a asesinar
a quien podría haberles acercado a un mundo mejor.
No es cuestión de nombres y
fechas, como si se tratara de un examen de Historia… porque todavía no
sabemos en qué mes, ni en qué día del mes caerá el próximo 14 de abril…
todavía no sabemos qué nombre tendrá el próximo Niceto, la próxima
Clara, el próximo Manuel, la próxima Margarida o el próximo Lluís. Tan
sólo sabemos que todo el mundo será necesario y que nadie será
imprescindible.
Por eso, y como ya he dicho
alguna vez, hoy quiero dejar claro, que si un sentimiento guía nuestros
pasos, no es el de la nostalgia del pasado, sino acaso la nostalgia del
futuro… porque sabemos bien dónde tenemos los pies y en qué mundo
vivimos, y por eso mismo, afirmamos que lo mejor de nuestra Historia,
está por escribir.
Moltíssimes gràcies, pel teu
exemple, president Companys!
Visca Catalunya!
|