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Los niños robados. España revive oscuro capítulo de separación de familias

Daniel Woolss

The Associated Press 4 de Marzo de 2009

Al salir de la escuela un día de 1945, Antonia Radas, una hija única adorada por sus padres, se encontró con un muchacho que la dejó azorada al decirle que no era quien pensaba.

"Soy tu hermano y vine a llevarte de nuevo con tu madre", le dijo el joven, recuerda Radas, quien hoy tiene 70 años. El muchacho parecía un veinteañero, lucía uniforme militar y una capa blanca. Ella vestía el uniforme de las escuelas parroquiales de las Islas Canarias.

Radas no le creyó y le dijo que no tenía hermanos. No quiso irse con él. Pero el hombre era realmente su hermano.

Pasaron décadas antes de que Radas supo toda la verdad: que era una de posiblemente miles de niños que fueron separados de sus familias hacia el final de la guerra civil de 1936-1939.

Mucha gente está haciendo fuerza para que España estudie más a fondo el drama de Radas y tantos otros que vivieron experiencias similares. Los historiadores dicen que los archivos oficiales indican que el gobierno del general Francisco Franco libró una campaña en la que se quitó los hijos al enemigo. El objetivo era evitar que les inculcasen ideas izquierdistas y que se hiciesen católicos y apoyasen al régimen derechista.

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Antonia Radas, de 70, posa durante una entrevista con la AP en Sarria de Ter, España. En 1993 Radas descubrió que había sido criada por padres adoptivos y que había sido separada de sus padres biológicos durante la guerra civil española. (AP Photo/Victor R. Caivano)

 

Como parte de un fallo sin precedente del año pasado, en el que se acusó a las fuerzas de Franco de crímenes contra la humanidad, el juez Baltasar Garzón pidió una investigación de los casos de personas conocidas como "los niños perdidos del franquismo". Lamentó que "en 60 años no haya habido una investigación".

El juez de marginó del caso por una disputa sobre jurisdicciones, pero ahora está presionando a tribunales provinciales para que se movilicen. Si bien no han respondido todavía, los juzgados provinciales están obligados a hacerlo, según Fernando Magán, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

"El sistema judicial español va a tener que darnos una respuesta", afirmó Magán.

Ricard Vinyes, profesor de historia contemporánea de la Universidad de Barcelona, dijo que muchos niños fueron entregados en adopción a familias franquistas o enviados a orfanatos manejados por la iglesia o el estado, que los estimulaban para que se hiciesen sacerdotes o monjas.

Se han hecho algunos paralelos entre los niños de España y lo sucedido durante la "guerra sucia" argentina de fines de los 70 y principios de los 80, cuando cientos de menores, hijos de presuntos guerrilleros, fueron entregados a familias de militares o de personas afines con el gobierno militar.

Es difícil hacer estimados de cuántos niños corrieron esa suerte. Vinyes dice que nadie sabe cuántos menores fueron dados en adopción y todavía hoy no conocen su historia verdadera.

Archivos oficiales de 1943 indican que ese año había más de 12.000 niños bajo la custodia de la iglesia o el estado, según Vinyes, y que aproximadamente el 80% de ellos había estado en prisión con sus padres. Algunos se reunieron con ellos. Muchos no.

Vinyes afirma que los archivos históricos españoles se encuentran en un estado deplorable y que los gobiernos que se sucedieron desde la muerte de Franco en 1975 mostraron poco interés en investigar lo ocurrido durante la guerra civil.

"Por un imperativo ético, le corresponde al estado promover una política de rescate de la memoria histórica", sostuvo Vinyes.

César Vidal, escritor e historiador conservador que ha escrito mucho sobre la guerra y el gobierno de Franco, niega que haya habido una campaña generalizada para alejar a los niños de sus padres izquierdistas presos.

"Probablemente hubo casos, pero fueron cosas aisladas y bajo ninguna circunstancia se trató de algo sistemático", manifestó Vidal.

En el caso específico de Radas, su padre fue perseguido bajo sospecha de que apoyaba a los republicanos y ella compartió una celda con su madre cuando era chiquita. Su madre, Carmen, le dio la custodia a otra mujer que estaba presa, a punto de ser liberada, porque temía que las fuerzas de Franco le quitasen a la niña.

La idea era que Carmen recuperaría la custodia cuando saliese de la cárcel seis meses más tarde.

La mujer que se quedó con Antonia, sin embargo, entregó a la pequeña, que por entonces tenía tres años, a una pareja que no podía tener hijos. La pareja la adoptó y le dio su apellido.

El padre biológico de Radas se entregó a la justicia y fue ejecutado en prisión. La madre no fue liberada en la fecha indicada, sino que fue trasladada a una cárcel en otra ciudad. Cuando finalmente recuperó la libertada, no tenía dinero ni papeles para ir a buscar a su hija. Radas dijo que la familia que la adoptó no era franquista.

Hubo casos mucho más dramáticos, como el de Antonio Prada Girón.

Prada Girón, quien hoy tiene 69 años, dice que su madre --hermana de un conocido combatiente republicano-- dio a luz un bebé que le quitaron semanas después de su nacimiento, en 1941 o 1942, en la ciudad de Salamanca, al norte del país. A su hermano Jesús se lo llevaron del hospital y jamás supo de él.

"Sospecho que se lo dieron a una familia que no podía tener hijos, probablemente una familia franquista, porque no le daban los niños a cualquiera", expresó Prada Girón.

Su madre Emilia, quien falleció en el 2006, jamás superó el dolor de la pérdida de su hijo.

"Pasé toda mi vida con esa angustia", dice entre lágrimas en un documental sobre los niños perdidos del franquismo difundido en el 2002. "Quise a mis otros hijos, pero quise igual al que casi no conocí, o tal vez más. Porque jamás llegué a conocerlo".

Prada Girón relata que cuando tenía ocho años, acompañó a su abuela a una estación policial para pedir por su hermano, pero los agentes le dijeron que se fuese a su casa o lo meterían preso. Afirma que esa fue la última gestión formal que hizo su familia sobre el bebé.

El documental, producido por dos periodistas catalanes de televisión, Montserrat Armengou y Ricard Bellis, hizo que se comenzase a ventilar públicamente el caso de los niños perdidos.

En el 2007, el gobierno socialista logró que el parlamento aprobase una ley que condena el régimen de Franco y paga restauraciones simbólicas a sus víctimas. Fue un proyecto muy divisivo y los conservadores dijeron que reabría viejas herida y contradecía el espíritu conciliador de la transición hacia la democracia tras la muerte de Franco, el cual incluyó una amnistía generalizada para quienes perpetraron atrocidades durante la guerra, en ambos bandos.

El caso de Antonia Radas no fue resuelto por un tribunal sino por la televisión, por un programa sobre personas desaparecidas llamado "¿Quién sabe dónde?".

En octubre de 1993, su hermana María se presentó en el programa con una foto de Antonia con su vestido de la primera comunión, diciendo que había desaparecido durante la guerra.

En cuestión de semanas, la gente del programa la ubicó en Málaga, ciudad del sur donde Antonia se casó y tuvo siete hijos, y poco después se transmitió la reunión de la familia en vivo desde Madrid. Radas tenía 54 años y su madre 86. "Ay Dios, cómo lloramos", dice Radas.

Madre e hija tuvieron un año para conocerse, hasta que Carmen falleció en 1995.

En una entrevista con la AP en la casa de su hija Ester en esta ciudad catalana, Radas dijo que le habían dicho que su madre la había entregado.

Cuando finalmente se reunió con ella, señaló Radas, "le pregunté por qué no me buscó".

"Y me dijo que nunca había dejado de hacerlo en esos 54 años", agregó.

 

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