Badajoz y la memoria
Francisco
Espinosa
Hoy.es
4 de Febrero de 2009
Badajoz guarda bien la memoria del
fascismo. Y además no hace mucho le fue amputado el lugar por
antonomasia de la otra memoria: la plaza de toros
BADAJOZ es una de las ciudades del
suroeste cuyos libros de defunción constituyen una fuente
incompleta pero básica para el estudio de la represión
franquista. Es posible que Badajoz sea la ciudad española, en
relación con su población, en la que un mayor número de personas
fueran asesinadas a consecuencia del golpe militar del 18 de
julio y de la masacre realizada tras su ocupación en agosto de
1936. Vivimos en un país lleno de cementerios cuyos muros fueron
un día paredones de muerte; un país donde en 1937 hubo que
ordenar que se realizasen las obras oportunas para quitar el
terrible aspecto que presentaban.
Sin embargo, a pesar de las
investigaciones que hemos realizado y que nos han permitido
acercarnos a la verdad, la extrema derecha sigue negando la
evidencia, socavando la débil memoria democrática que tanto está
costando crear y alimentando, como siempre, su memoria, que no
es otra que la memoria del fascismo. Bastará con recordar el
intento de poner el nombre de Manuel Carracedo a una calle o la
sucia campaña para eliminar del callejero los nombres de
Margarita Nelken y Sinforiano Madroñero.
Badajoz guarda bien la memoria del
fascismo. Y además no hace mucho le fue amputado el lugar por
antonomasia de la otra memoria: la plaza de toros. El cementerio
de San Juan y sus muros pertenecen a la historia silenciada y
oculta de Badajoz. Allí fueron asesinadas decenas de personas
que pasaron luego a fosas comunes abiertas en su interior. El
muro que el Ayuntamiento pretende ahora construir
desnaturalizaría ese lugar privándole de su carácter testimonial
y de su poder de evocación. Lo que en realidad debería hacer el
Ayuntamiento es reforzarlo y crear las condiciones para que se
mantenga, colocando una placa que recuerde lo que allí ocurrió.
Lo propio de una sociedad donde la
sensibilidad democrática tiene aún mucho camino que recorrer es
que haya que luchar por las cosas evidentes, máxime cuando la
opinión pública, fruto de países con medios de comunicación
independientes y con mayores índices de lectura de prensa,
apenas existe aquí. Así, igual o peor que el despropósito de
arrasar lugares cargados de significado, cosa propia de un poder
político cegado por la soberbia, ha sido el silencio cómplice en
el que se han producido hechos que, en cualquier otra sociedad,
habrían dado lugar a debates públicos y a movimientos
ciudadanos.
En estas cuestiones, como en tantas otras,
debemos mirar a los países europeos que cuentan con más
experiencia. El cementerio viejo es ya el único lugar que nos
recuerda la memoria viva de un hecho histórico que desborda
ampliamente el ámbito local. Badajoz debe conservar los muros
del viejo cementerio en memoria de los que allí fueron
asesinados y por respeto a sí misma. ¿Quiénes pretenden que la
nómina de lugares de olvido siga creciendo en Badajoz?
http://www.hoy.es/20090203/opinion/badajoz-memoria-20090203.html