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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

La Alemania de Hitler, la Argentina de Videla, la España de Franco

Antonio Avendaño

Público 14 de febrero de 2008

Los jóvenes escolares de este conjunto borroso llamado España saben más del nazismo que del franquismo y seguramente más de la Segunda Guerra Mundial que de la Guerra Civil española. Al más torpe de los muchachos de nuestras aulas le es conocido el celo criminal con que los nazis buscaban judíos hasta debajo de las piedras para cargarlos en los trenes de Eichmann con destino al Este. O que a los judíos de Alemania les eran confiscados todos sus bienes por el mero hecho de ser judíos.


Es casi seguro igualmente que el más despierto de esos muchachos no ha oído jamás
contar que en la primera España


franquista la gente del régimen cazaba republicanos como si fueran conejos, les quitaban sus bienes y les daban muerte con la misma absoluta falta de remordimiento y de piedad con que lo habían hecho poco antes los miembros de las SS o los ucranianos comprometidos en el exterminio de los judíos europeos.
Si a cualquiera de esos chicos les pidieran que citaran algún país donde a cientos de familias derrotadas les habían robado a sus hijos para entregárselos a las familias vencedoras, puede que alguno de ellos contestara como un resorte: ¡Argentina, Argentina, eso pasó en la dictadura argentina! Si luego el profesor les explicara que esas mismas cosas abominables ocurrieron en su propio país unas cuantas décadas atrás, los pobres chicos abrirían los ojos como platos y apenas darían crédito a sus oídos. Pensarían que su profesor se había vuelto loco.


Pero no hay de qué preocuparse: nadie desconcertará a nuestros alumnos; nadie les confundirá diciéndoles que alguna vez España fue Alemania. O fue Argentina. Los chicos seguirán volviendo a casa tranquilos, con la certeza de saber que en el pasado su país habrá cometido errores, sí, pero gracias a Dios no tiene nada de qué avergonzarse. No como otros.

 

 


 

 

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