Montejurra
76, cuando la fiesta se tiñó de sangre
Se
cumplen 30 años del asesinato de dos simpatizantes del Partido Carlista a manos
de pistoleros de la ultraderecha
Mikel
Muez - Pamplona
EL
País
09-05-2006
La
Audiencia Nacional reconoció en 2003 a los dos muertos como víctimas del
terrorismo
La
Ley de Amnistía de 1977 impidió que se juzgara a los escasos agresores
procesados
Se
cumplen 30 años del asesinato de dos simpatizantes del Partido Carlista a manos
de pistoleros de la ultraderecha
La
menguada militancia del carlismo, un movimiento político de masas que tuvo gran
importancia histórica y predicamento en los siglos XIX y XX, celebró el
domingo con una emoción especial su peregrinación anual a la cima de
Montejurra, cerca de Estella (Navarra). El Partido Carlista (EKA son sus siglas
en euskera) recordó en su montaña sagrada uno de los episodios negros de la
Transición: el asesinato de dos de sus seguidores a manos de pistoleros
ultraderechistas ocurrido el 9 de mayo de 1976, hace hoy 30 años.
De
los sucesos de Montejurra 76 se ha contado casi todo. Fallecieron Aniano Jiménez
Santos, militante carlista santanderino tiroteado a escasos metros del
monasterio de Irache por José Luis Marín García-Verde, denominado el hombre
de la gabardina, y Ricardo García Pellejero, ametrallado cerca de la cumbre de
la montaña por pistoleros no identificados escondidos entre la niebla.
Aquel
día, decenas de simpatizantes del Partido Carlista resultaron heridos de bala.
Una muchedumbre de más de 10.000 personas reunida en Ayegui, una pequeña
localidad cercana a Estella, sufrió la salvaje agresión de grupos
perfectamente organizados que habían tomado la montaña sagrada del carlismo el
día anterior y contaban con la connivencia, cuando menos, de la policía y la
Guardia Civil. Manuel Fraga era entonces ministro de la Gobernación del
Gobierno de Arias Navarro.
Treinta
años después, José Ángel Pérez Nievas, abogado tudelano y secretario
general del partido en Navarra, considera que la historia les ha dado la razón.
"Los crímenes nunca castigados de Montejurra 76 obedecieron a una operación
de Estado perfectamente tramada con el objetivo de desmantelar las aspiraciones
políticas de un movimiento como el carlista, que tenía no sólo una
alternativa democrática a la dictadura, sino su propio aspirante, legítimo, al
trono de España, Carlos Hugo de Borbón-Parma".
Las
explicaciones del tardofranquismo sobre los sucesos de Montejurra siempre se
centraron en el "enfrentamiento armado" entre dos
"facciones" carlistas, dado que frente a la muchedumbre que arropaba a
Carlos Hugo en una línea de socialismo autogestionario de inspiración
cristiana, se situó otro hijo de Javier de Borbón, su propio hermano Sixto
Enrique, representante de opciones mucho más tradicionalistas ligadas al
franquismo. En otras palabras, desórdenes públicos con consecuencia de muerte.
El
Partido Carlista de Euskalerria nunca aceptó tal explicación. "No podemos
negar la presencia de Sixto, pero es innegable que el franquismo utilizó su
figura y la de algún otro antiguo carlista rodeándolos de conocidos fascistas
españoles e italianos". La finalidad de la operación, subraya Pérez
Nievas, era "dar un golpe de gracia al carlismo real". Lo cierto es
que el Partido Carlista no pudo concurrir a las primeras elecciones democráticas
del año anterior y a partir de entonces se fue diluyendo.
La
ley de Amnistía de 1977 impidió que los escasos agresores procesados fueran
juzgados. Hubo de pasar mucho tiempo hasta que la Audiencia Nacional reconociera
a Aniano Jiménez y Ricardo García como víctimas del terrorismo. El fallo llegó
en noviembre de 2003, enmendando la tesis que durante los dos años previos había
mantenido el Ministerio del Interior que dirigía Ángel Acebes, y obligó a
indemnizar a los familiares de ambos jóvenes con sendas indemnizaciones de 23
millones de pesetas, según lo dispuesto en la Ley de Solidaridad con las Víctimas
del Terrorismo impulsada por el Gobierno de Aznar.
En
la cima de Montejurra fue hallada munición del Ejército. Las reservas de las
habitaciones del séquito sixtino en el hotel Irache se realizaron desde
instancias oficiales y el fallecido general Sáenz de Santamaría, entonces jefe
del Estado Mayor de la Guardia Civil, declaró en su día que, con la intención
genérica de "reconquistar Montejurra" y arrebatarla a los que
calificaban como "rojos-marxistas", el Gobierno de Arias tomó en
consideración la operación, bautizada como Reconquista, y coordinó los
contactos con los dirigentes carlistas Sixto de Borbón y José Arturo Márquez
de Prado bajo la coordinación del Ministerio de la Gobernación. Dinero
ingresado en bancos de Santander, Vitoria, Logroño, Pamplona y Burgos sirvió
para financiar el desplazamiento de mercenarios de los grupos ultraderechistas
Guerrilleros de Cristo Rey, Batallón Vasco Español, Internacional Fascista
Italiana y la Triple A argentina.