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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

El Stanbrook

Ignacio Sánchez Yguera

 EL PAÍS  -  Cultura - 22-10-2004
 


 "Si existe un episodio que resume el dramatismo, la agonía de la República, ése fue el que se produjo el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante. Miles de personas aguardaban en los muelles un barco que les permitiese abandonar España,  y fue ese día cuando la nave Stanbrook, un viejo carguero comandado por el capitán Dickson, se apiada de los vencidos de la Guerra Civil y acude en su auxilio", comenta Rafael Torres (Madrid, 1955), autor de Los náufragos del Stanbrook (Algaida), ganadora del 36º Premio de Novela Ateneo de Sevilla. El libro narra la odisea que
vivieron 2.638 pasajeros que emprendieron viaje sin saber cuál iba ser su destino final. El barco arribó a Orán el 30 de marzo de 1939 y quedó anclado a la entrada del puerto sin poder atracar en los muelles hasta el 6 de abril, día en que amarró en el muelle Ravín Blanc.


El Stanbrook era un pequeño barco carbonero, de 1.383 toneladas, construido en 1909 y remozado en 1937. Después de haber salvado la vida de miles de ciudadanos siguió prestando servicio en la marina mercante hasta que el 3 de diciembre de 1939 se hundió al chocar contra una mina o fue alcanzado por un torpedo alemán a la entrada del puerto de Amberes.

Torres cree que durante los días que dura la travesía las miles de personas que  estaban embarcadas apenas vieron un rayo de esperanza. "Para muchos fue el findel mundo; el fin del proyecto de España que se habían forjado los republicanos. Es la historia de una guerra perdida". En ese barco viajaban hombres y mujeres, toda clase de trabajadores: magistrados, alcaldes, militares...", profesionales "que no habían flaqueado en su lealtad a la República". El autor declara que,aunque el barco no llegó a hundirse en la travesía, se puede decir que su novela es "un libro de náufragos: 

los que son arrojados de su patria hacia el exilio y los que se quedan en un país que ya no es el suyo".

 Personajes anónimos

Rafael Torres se fijó en ese episodio de la guerra y no en otro para escribir su novela porque "hay cosas que sólo se pueden contar con perspectiva al final. Muchos otros episodios tenían muchas otras variables externas de las que estaban pendientes. Y en el del Stanbrook, como sucede con la muerte, uno puede ver ante sí toda la secuencia". El escritor asegura que la mitad de los personajes son inventados, y aclara que "fueron tantos, y tantos de ellos anónimos, que pueden perfectamente estar representados en los personajes imaginarios" 

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Rafael Torres: «La transición fue una burla tremenda para los españoles»
«No vivimos en una democracia real: el voto exige conocimiento, voluntad, criterio...»
Elena FERNÁNDEZ-PELLO [02.12.2004 ] 

«Los náufragos del Stanbrook» es el título de la última entrega de la serie que Rafael Torres ha dedicado a la guerra civil -una expresión que él nunca utiliza- y con la que ha ganado la última edición del premio de novela «Ateneo de Sevilla». Ayer, el columnista de LA NUEVA ESPAÑA defendió, en Foro Abierto, el valor de la memoria y reflexionó sobre la autenticidad de la democracia.

-¿Por qué eligió ese acontecimiento para cerrar la serie?

-Es el momento más simbólico del inmenso drama que significó la guerra del 36, que yo me niego a llamar guerra civil porque realmente es un golpe de estado frustrado. Quince mil personas se agolparon en el puerto de Alicante esperando unos barcos que no llegaron nunca. El drama es doble. Murió un proyecto general de vida y todos los proyectos particulares. Quienes embarcaron en el «Stanbrook» dejaron atrás su vida, una vida en paz.

-En Alicante se abrió una suscripción para levantar un monumento en memoria de aquello. ¿Esa ciudad guarda el recuerdo del «Stanbrook»?

-Basta con suscitarlo. A la presentación asistieron más de 300 personas, supervivientes, testigos. El pueblo de Alicante socorrió como pudo, con naranjas, a quienes no embarcaron y fueron conducidos exhaustos a campos de concentración.

-Existe el riesgo de que todo aquello quede en el olvido.

-A los españoles se les ha sometido a una burla tremenda con la transición. Les convencieron de que no recordaran para evitar conflictos y sólo mediante el recuerdo es posible alcanzar el olvido. Han intentado que esos recuerdos mueran con ellos pero los hijos, los nietos, tienen una necesidad imposible de ahogar, la de saber de donde vienen.

-¿Podrían repetirse hoy, en España, unos hechos similares a los del 36?

-Las pistolas y los cañones de entonces son ahora las tecnologías embrutecedoras, los medios de comunicación, convertir a los trabajadores en especuladores, utilizando los precios de los pisos... No vivimos en una democracia real. El voto exige conocimiento, voluntad, criterio... La democracia le viene muy bien a los antidemócratas cuando controlan esas armas.

 

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