50° Aniversario
de la muerte del último Presidente del Gobierno de la República (París,
12-11-1956)
Negrín.
Científico y maestro de una generación
Sergio Millares
Historiador y miembro de la
Fundación Juan Negrín
El Periódico
13 de
Noviembre de 2006
En 1941, desde su exilio
en Londres, Juan Negrín hizo una reflexión muy lúcida sobre la política
y la ciencia, reflejando, de alguna manera, las contradicciones de su
extraordinaria y azarosa vida, que se movió entre una sobresaliente actividad
científica y docente y una no menor labor en el terreno político durante los
convulsos y terribles años 30 en España, especialmente durante la guerra
civil. Esta reflexión, titulada Ciencia y hombre de Estado, planteaba la
difícil imbricación entre una actividad y otra. Mientras que al político
--decía-- le animaba su propio impulso y la fuerza de sus convicciones, el
científico, en cambio, se movía en el terreno de la cautela y la moderación,
utilizando la duda como un instrumento imprescindible para avanzar en su
quehacer. Al mostrar estos dos caminos, Juan Negrín no hacía otra cosa
que reflejar lo que había sido su vida, una incesante búsqueda de una síntesis
entre ambos.
Negrín, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1892, finalizó
brillantemente sus estudios de bachillerato en las islas a los 14 años, desde
donde se trasladó a Alemania, primero a Kiel y, luego, a Leipzig, para realizar
la mayor parte de la carrera de Medicina y se adscribió al mundialmente
conocido Instituto de Fisiología Carl Ludwig. En 1912, con solo 20 años,
consiguió doctorarse, desarrollando la vertiente de la investigación y
publicando trabajos y estudios, junto a su maestro Theodor von Brücke,
sobre la fisiología del sistema nervioso involuntario, cosa que desde entonces
le valió ser conocido en los ambientes científicos especializados de Europa.
Junto a la labor investigadora, está la labor docente que ejerció, primero
como asistente en la preparación de las clases prácticas de Fisiología para
los alumnos de la universidad alemana, y luego como asistente numerario.
Sin embargo, el estallido de la guerra en Europa, en el verano de 1914, hizo
cambiar completamente su vida, aunque permaneció en Alemania hasta el otoño de
1915. En 1916, a pesar de que intentó infructuosamente irse a EEUU a continuar
sus investigaciones, recibió una oferta de la Junta de Ampliación de Estudios,
dirigida por Santiago Ramón y Cajal, para hacerse cargo de un nuevo
laboratorio de fisiología que habría de instalarse en la Residencia de
Estudiantes de Madrid. Negrín aceptó y trasladó su residencia a la
capital de España.
ENTRE 1916 Y 1922,en apenas seis años, Negrín alcanzó las más altas
metas que se podían conseguir en el mundo académico español, y eso que tuvo
que convalidar su licenciatura (1919), obtener el grado de doctor (1920) y,
finalmente, la cátedra de Fisiología por la Universidad Central de Madrid
(1922). Pero es indudable que uno de los principales méritos del personaje fue
haber contribuido a crear toda una pléyade de investigadores que conformaron la
moderna escuela de fisiología española, junto con la afamada escuela catalana
de August Pi i Sunyer. Gracias a sus enseñanzas en el Laboratorio de
Fisiología de la Residencia de Estudiantes, adquirieron una extraordinaria base
los mejores de sus alumnos, entre los que se cuentan Severo Ochoa, premio
Nobel de Medicina en 1959, Francisco Grande Covián, José Domingo Hernández
Guerra, José María García-Valdecasas, José Puche y Rafael Méndez,
entre otros muchos.
Sin embargo, a mediados de los años 20, se aprecia un abandono progresivo de
sus investigaciones, aunque no de la docencia. Probablemente, en Negrín
ya comienza a atisbarse su otro yo dormido de la política, que se había
forjado en su juventud con el republicanismo federal en Canarias. Y si a esto le
unimos el masivo fenómeno de la incorporación de la mayor parte de la
intelectualidad española al campo de la oposición a la dictadura de Primo
de Rivera, pues tenemos los ingredientes necesarios para que Negrín
solicite en 1929 su ingreso en el Partido Socialista Obrero Español. Este camino de la ciencia a la política le hizo recorrer múltiples avatares y
llegar hasta las más altas cotas de la gobernación del Estado, probablemente
con la intención de poner a la ciencia al servicio de la transformación de la
sociedad, y a la política, al servicio del progreso de la humanidad.
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