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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

El Partido Comunista de España de José Díaz y Dolores Ibárruri «Pasionaria»,
a la cabeza de la lucha por la independencia nacional de España


José León Villalta.

Si a lo largo de los dos últimos siglos la izquierda española ha estado ciega ante la intervención del imperialismo, ha habido, sin embargo, un período excepcional, la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939, en el que la comprensión profunda por parte del PCE de José Díaz y Pasionaria del carácter y el contenido democrático y nacional de la revolución en España
permitió, no sólo resistir durante tres años al fascismo y escribir una de las páginas más gloriosas de nuestra historia, sino que, además, creó las condiciones en que nuestro pueblo más cerca ha estado nunca de derrotar a sus enemigos, tomar el poder e iniciar un camino de transformaciones revolucionarias.

La lucha contra el fascismo, en defensa de la legalidad republicana y el inicio de profundas transformaciones democráticas y populares jamás habría sido posible sin la dirección política y práctica del PCE sobre el Frente Popular. Estableciendo sin vacilaciones el carácter de la guerra como una guerra nacional -por dirigirse contra la intervención imperialista- y
revolucionaria -por dirigirse contra la oligarquía financiera y terrateniente-, y, de acuerdo con ello, desarrollando una política que permitió unir a todos los sectores patrióticos y democráticas en defensa de la independencia nacional de España y su libertad.

Sin la dirección del PCE de José Díaz y Pasionaria, la República difícilmente hubiera sido capaz de resistir al golpe combinado de las fuerzas reaccionarias internas con la intervención nazifascista de los imperialistas alemanes e italianos.

De haber tenido la dirección las fuerzas republicanas burguesas, posiblemente todo el país se hubiera convertido en una enorme Santoña -el lugar donde las tropas del PNV pactaron a principios de 1937 la rendición y la entrega de Euskadi a los fascistas italianos- ante las primeras derrotas militares.

De haberla tenido las tendencias obreristas de CNT o los largocaballeristas del PSOE, la división y los enfrentamientos en la misma zona republicana la hubieran hecho estallar en mil pedazos en los primeros meses. Sólo la dirección del PCE estableciendo el carácter de la lucha como una batalla por la defensa de la patria y de las conquistas democráticas y populares permitió movilizar todas las energías del pueblo y mantener hasta el final la más sólida unidad de la clase obrera, de las masas populares, de las fuerzas antifascistas y de todas las nacionalidades y regiones de España.

¿Quiénes son los patriotas?

Pero esta comprensión del carácter de la lucha no hubiera sido posible si, previamente, el PCE no hubiera partido de una firme posición patriótica. Ya en las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, el PCE hace del patriotismo una de las banderas que es necesario arrebatar a la reacción, situando en sus justos términos en qué consiste el patriotismo, quienes son los auténticos y los falsos patriotas.

«Camaradas: Hay una bandera que está en manos de nuestros enemigos, que ellos tratan de utilizar contra nosotros y que es preciso arrebatarles de las manos: la de que votando por ellos se vota por España. ¿Qué España representan ellos? (...) la reacción (...), de una manera abstracta, para cazar incautos, dice, grita en los carteles, en los mítines: votando por
nosotros, votáis por España, votáis por la patria (...) hay que demostrar que quienes aman verdaderamente a su país somos nosotros (...) pues no es posible que continúen engañando a estas masas, utilizando la bandera del patriotismo, los que prostituyen nuestro país, los que condenan al hambre al pueblo, los que someten al yugo de la opresión al noventa por cien de la población (...) ¿Patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas, los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores; pero los que os explotan, no, ni son españoles ni son defensores de los intereses del país». José Díaz, secretario general del PCE.


Discurso pronunciado en el Salón Guerrero de Madrid en febrero de 1936).

El camino de la victoria

Con este título, a mediados de enero de 1937, el Comité Central del PCE hace pública una declaración -que es a la vez un llamamiento a «todos los pueblosde España y a cuantos aman la paz, el progreso y la libertad»- en que se
establece ya con toda claridad el contenido nacional y democrático de la guerra. «Seis meses van a cumplirse desde que estalló la sublevación militar fascista. En estos seis meses, la guerra se ha transformado profundamente.


Se ha convertido en un guerra nacional, en una guerra de ejércitos organizados, en una guerra en la que intervienen en contra de nuestro pueblo, del brazo de los facciosos, fuerzas armadas extranjeras (...)

La lucha del Poder legítimamente constituido contra un grupo de traidores, lucha que pudo terminarse, que pudo haberse liquidado rápidamente, se ha transformado en una guerra por la independencia de España, gracias al apoyo
descarado que los fascistas alemanes, italianos y portugueses han prestado a los facciosos. Este apoyo del fascismo internacional a los sublevados contra el gobierno legítimo de España, ha ahondado y extendido la lucha y nos obliga hoy a combatir no sólo contra los rebeldes nacionales, sino también contra los verdugos fascistas extranjeros.

Hoy el pueblo español no se bate solamente contra los monárquicos, los moros, los bandidos del Tercio y las pandillas de fascistas y requetés, armados por el fascismo internacional. Hoy, nos batimos contra fuerzas de mayor volumen y de más grande significación. Merced a la ayuda extranjera pudieron los primitivos grupos de sublevados lograr incluso algunos avances, pero fueron paulatinamente liquidados en combates gloriosos por nuestras bravas tropas leales y milicias.

La guerra iba acortándose y se veía ya cercana la gran derrota de los facciosos, cuando éstos, al ver agotadas sus fuerzas, acudieron a Hitler y Mussolini para que éstos les enviasen, además de nuevos materiales de guerra, contingentes armados de sus respectivos ejércitos. Los Gobiernos de Italia y Alemania, solícitos a las llamadas de auxilio de los generales
traidores a nuestro país, han enviado ya a España los primeros destacamentos de tropas fascistas y se proponen desembarcar nuevos contingentes en nuestra Península (...) Que sepan en el extranjero que todo el pueblo español, que todo lo que hay de sano y progresivo en nuestro país, está luchando para defenderse de una agresión cobarde perpetrada a mansalva por españoles traidores a su patria y contra las fuerzas invasoras del fascismo alemán, italiano y portugués, que sueñan con convertir a España en un pueblo de esclavos».


(El camino hacia la victoria. Declaración del CC del PCE. Enero de 1937)

«Es preciso no olvidar cuál es el carácter de nuestra guerra; la lucha que se desarrolla en nuestro país se ha transformado en una guerra de independencia nacional frente al fascismo extranjero (...) Y nosotros, los que no teníamos patria, los que vivíamos como desterrados en nuestro propio país, luchamos ahora por una España nueva, que vamos forjando día a día».


(Pasionaria. Discurso de año nuevo en Radio Madrid. 1937)

«Los planes estratégicos militares del complot, sus fines políticos y medios de ejecución fueron examinados y decididos mucho antes de julio del 36, junto con Berlín y Roma. Ahora todo el mundo sabe que HitIer y Mussolini
fueron los principales instigadores y dirigentes del complot; fueron, y continúan siendo, los supremos iniciadores y dirigentes de la guerra contra la República española (...)

La circunstancia de la solidaridad con Hitler y Mussolini, expresada por Deterding y los grupos reaccionarios fascistas de las oligarquías financieras de la Gran Bretaña, Francia y otros países, no aminora, sino que subraya con mayor fuerza el carácter bandolero de pillaje, reaccionario y destructor de la guerra contra la República española.

El aniquilamiento de la democracia y de la independencia de España debe ser, según los cálculos de Mussolini y de Hitler, un factor de consolidación del régimen fascista de Italia y Alemania; un factor de destrucción de los derechos y libertades democráticas de los demás países. La guerra contra la República española es una guerra de bandidaje, de rapiña, reaccionaria, imperialista, colonial, conquistadora, de abolición de la cultura (...). (Vicente Uribe. Ministro de Agricultura del gobierno de Frente Popular y miembro del CC del PCE).

Intervención y «no intervención»

Pero no sólo era la intervención directa de los imperialistas alemanes e italianos contra lo que se enfrentaba el pueblo español. A medida que el desarrollo de la guerra va poniendo en claro que sólo las clases populares
dirigidas por el PCE son capaces de detener al fascismo, se produce una verdadera colusión de todas las potencias imperialistas, de sus círculos más reaccionarios, que prefieren antes una España esclavizada por Hitler que un nuevo poder revolucionario, democrático y nacional.

«Ni la burguesía francesa ni el capitalismo inglés deseaban el triunfo de la España popular por múltiples razones, entre otras, por su constante enemiga hacia España, a la que necesitaban pobre, atrasada, para imponerle tratados
ominosos y pactos leoninos. Por ello actuaron como lo hicieron. Veían en Franco un defensor de las castas aristocráticas y reaccionarias españolas, y se situaron a su lado (...). Al lado de Franco, estaba la aristocracia, estaba la gran burguesía, estaba la Iglesia, estaban Hitler y Mussolini, estaban los magnates del petróleo, ingleses y americanos; ¿qué importancia teníamos nosotros, infelices, que nos habíamos atrevido a desafiar las iras de las grandes potencias, levantándonos a cerrar el paso al fascismo cuando éste pretendía poner a nuestro pueblo de rodillas y hacer de España una base hitleriana?

La ayuda de las potencias fascistas dio un carácter especial a la guerra iniciada en España en 1936 con la sublevación militar fascista. Esta guerra desbordaba los marcos específicos de una guerra civil para convertirse en una guerra nacional revolucionaria contra el fascismo indígena y extranjero». (Dolores Ibárruri. «El único camino»).

La independencia nacional y la cuestión de las nacionalidades  A medida que la guerra va poniendo en primer plano la conquista de la independencia nacional de España frente al imperialismo, la cuestión de las nacionalidades y su articulación en el conjunto del país, adquiere una nueva dimensión y comienza a verse con una luz distinta.

Nuevamente es el PCE de José Díaz y Pasionaria junto al recién creado PSUC de Joan Comorera quienes se ponen a la cabeza, tanto teórica como prácticamente, de dar una justa solución a este histórico problema. Afirmando, por un lado, el inalienable derecho a la autodeterminación de las nacionalidades históricamente oprimidas. Pero al mismo tiempo señalando cómo el ejercicio del derecho de autodeterminación debe convertirse en un medio para fortalecer todavía más la unidad del pueblo todas las nacionalidades y regiones de España, requisito imprescindible para derrotar a sus enemigos.

La cuestión de las nacionalidades queda, así, unida indisolublemente a la cuestión general de toda España de conquistar su independencia y su libertad frente al imperialismo.

«La guerra la ganaremos solamente (...) si, reconociendo y respetando las libertades nacionales de los pueblos, sabemos soldarlos en la unidad indestructible de la España popular y antifascista (...)». Declaración del CC del PCE. Enero 1937

«El problema de las nacionalidades en España no puede ser examinado separadamente de la cuestión nacional general de España, de la revolución democrática de toda España, de la guerra por la libertad y la democracia (...). La solución acertada de las reivindicaciones democráticas y parciales de las distintas nacionalidades de España se encuentra únicamente tomando en consideración todas las particularidades y condiciones interiores y exteriores del desenvolvimiento de la lucha general de todos los pueblos españoles para restaurar y consolidar la independencia e integridad de la Patria.

Asimismo la guerra por la independencia de la República española no se puede examinar sin tener en cuenta su contenido social político interior y las condiciones internacionales que la rodean. Solamente de esta forma encontraremos los motivos teóricos exactos de la posición político-práctica que en esta guerra tenemos los proletarios y los comunistas de España y de
todo el mundo.

Al mismo tiempo que los más consecuentes internacionalistas somos los más fieles luchadores y defensores de la República española; los más entusiastas defensores de la Patria española; los más fieles ardientes patriotas de la
España democrática; los más decididos enemigos de toda tendencia separatista; los más convencidos partidarios de la Unidad Nacional, del Frente Popular, de la Unidad popular (...) Las cuestiones particulares  nacionales de los catalanes, vascos y gallegos están ligadas vitalmente con la cuestión nacional de toda España (...) Los intereses nacionales específicos, la pequeña Patria de los catalanes, vascos y gallegos, se ha convertido en parte inseparable de los intereses generales de la gran Patria de todos los pueblos de España.

Es indudable que los intereses nacionales, particulares, de las distintas nacionalidades de España no han desaparecido, no se han borrado. Existen y se han hecho aún más sensibles, puesto que han sido comprendidos por las
masas, aun mejor que antes. Precisamente por esto, la democracia revolucionaria de toda España, la guerra popular de todo el país por la independencia ha adquirido enorme amplitud y extraordinaria fuerza. Las masas populares de Cataluña, Euzkadi y Galicia han comprendido que todos los derechos, libertades y reivindicaciones particulares, de carácter nacional demócrata, se han convertido en parte integrante, inseparable de la consigna general de todos los pueblos españoles: conservar el régimen democrático; defender la independencia e integridad de la República española.

Los sentimientos nacionales, el patriotismo y el amor a la libertad de los catalanes, vascos y gallegos, se han confundido en el círculo general, potente y combativo del gran patriotismo revolucionario de todos los luchadores en defensa de la independencia y la libertad de la España republicana y democrática.

Las grandes masas del pueblo sienten y comprenden que la defensa de la independencia, de la integridad y la democracia de España, que la defensa de la República española es la causa común de todos y un deber, un honor y un
motivo de orgullo para todas las nacionalidades de España. (El problema de las nacionalidades en España a la luz de la guerra popular por la independencia de la República española. Vicente Uribe. Ediciones del PCE. 1938)

«Ante Cataluña no hay más que un camino: unirse estrechamente con todos los pueblos hispánicos para derribar a Franco y proclamar, juntos, una República popular dirigida por la clase obrera. La experiencia histórica nos demuestra
que las clases feudales aristocráticas no resuelven los problemas nacionales. La experiencia histórica nos demuestra que una república dirigida por la burguesía, no resuelve los problemas nacionales (...)

De todas las clases que componen la actual sociedad capitalista, sólo la clase obrera no ha sido, no es ni puede ser imperialista, pues comprende y practica el internacionalismo proletario. Por lo tanto, compañeros, el
camino a seguir por Cataluña no ofrece dudas. Únicamente la República Popular de España dirigida por la clase obrera permitirá a Cataluña el pleno y libre ejercicio de su derecho a la autodeterminación. únicamente la República Popular de España dirigida por la clase obrera, garantizará a Cataluña el respeto estricto y absoluto a su voluntad soberana. Y esta República Popular dirigida por la clase obrera, sólo la podrá conquistar Cataluña en fraternal unión con el resto de pueblo hispánicos». 

Joan Comorera. Conferencia pronunciada en México. 1942.
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*José León Villalta es abogado e historiador

 

 

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