Carta
al diario El País sobre el aniversario del desembarco de Normandía
Las mentiras
de la propaganda
Higinio
Polo
8 de Junio 2004
Apreciada
defensora de El País:
Le escribo, el mismo día del aniversario del desembarco de Normandía, en la
Segunda Guerra Mundial, para hacerle notar dos cuestiones.
La primera, está relacionada con la crónica que escribe Rosario G. Gómez, en
la página 68 de la edición de hoy de su periódico, en cuyo texto, y a propósito
del estreno de un documental de la BBC sobre ese acontecimiento, escribe uno de
los lugares comunes -repetido hasta la saciedad por la propaganda
norteamericana- sobre la Segunda Guerra Mundial. A saber: que los soldados
norteamericanos y británicos que protagonizaron ese desembarco "abrieron
el paso a la liberación de Europa". No me extenderé sobre ello, pero le
recomiendo a su redactora que lea, por ejemplo, el artículo escrito por su
colega de La Vanguardia, Rafael Poch, en la edición del 5 de junio, que
impugna con toda claridad ese lugar común que, de hecho, es una de las grandes
mentiras contemporáneas. Como historiador, yo mismo estoy dispuesto a
facilitarle a Rosario G. Gómez la bibliografía especializada que demuestra,
incontestablemente, que la derrota de la Alemania nazi no se debió a ese
esfuerzo en las playas de Normandía, que es una batalla muy secundaria en el
curso de la guerra, sino, principalmente, al esfuerzo desarrollado por los
soldados del Ejército Rojo de la Unión Soviética.
La segunda cuestión está, de hecho, relacionada con el mismo asunto. Amelia
Castilla firma una entrevista con el escritor Martin Amis, en la página 41, y,
en su primera pregunta al autor británico, escribe: "El estalinismo acabó
con la vida de más de veinte millones de personas...". No hace falta que
le diga que esa afirmación es otro lugar común, y que, al margen de que yo
mismo no tenga ninguna simpatía por la figura de Stalin, responde a la repetición
de algunas mentiras fraguadas por la propaganda a lo largo de la guerra fría
que no resisten la comprobación empírica. ¿De donde saca esas cifras su
redactora? ¿De las páginas del Libro Negro escrito por Courtois, Werth,
Panné, Paczkowski y compañía, y cuya credibilidad entre los historiadores está
bajo mínimos? Sólo le diré que cualquier estudiante universitario de Historia
que conozca medianamente los avatares e investigaciones recientes de nuestra
guerra civil y lea los apartados correspondientes en el Libro Negro no le
recomendaría a nadie precisamente esa obra como fuente para informaciones
contrastables. Sin duda, puede ser que las fuentes de su redactora sean otras,
pero debería, al menos, mostrarlas. De nuevo, si lo desea Amelia Castilla,
puedo facilitarle las referencias sobre la investigación más exhaustiva que se
ha hecho sobre los crímenes del stalinismo y cuyos resultados impugnan
por completo los lugares comunes de la propaganda liberal y, en general,
norteamericana.
Como usted no desconoce, el trabajo periodístico tiene múltiples hipotecas y
servidumbres, que yo mismo he conocido (entre ellas, trabajar en medios como El
País y otros, que tienen un preciso, y muy discutible, discurso sobre estas
cuestiones, asunto sobre el que no me extenderé), pero no me parece demasiado
atrevimiento por mi parte insistir en el necesario rigor con que deberían
trabajar ustedes, para no caer en el error de mantener afirmaciones que son,
pura y simplemente, mentiras urdidas por la propaganda.
Desde luego, tienen ustedes el derecho de propagar la versión norteamericana,
por simplificar, de la historia reciente, -y como gran empresa privada, casi
podría decirse que qué remedio, ¿ verdad?- pero les recomendaría que no
abandonasen el buen hacer de los periodistas que aman su trabajo y estiman su
responsabilidad. No espero que rectifiquen, desde luego, pero, al menos, quiero
hacerles llegar una inútil petición de rigor. Simplemente, rigor.
Con toda cordialidad,