7 de
Noviembre, Día de la Defensa de Madrid.
Ramón
Pedregal Casanova.
UCR
6 de Noviembre de
2009
Entre las
numerosas obras literarias que se refieren al hecho histórico de
la defensa de Madrid, sobresale la trilogía de Juan Eduardo
Zúñiga, tres libros cuyos títulos,
Largo Noviembre en Madrid, La tierra será un paraíso, y Capital
de la gloria,
quedan enmarcados en lo mejor de la literatura contemporánea
escrita en castellano.
Juan
Eduardo Zúñiga es un maestro del género de la sensibilidad
intensa, del género del marcaje de las expresiones humanas: el
cuento, género detector de seísmos que atiende a las
convulsiones que producen los conflictos, los acontecimientos.
Juan Eduardo Zúñiga y el cuento. Con esa herramienta el maestro
toma el pulso de las personas frente a las convulsiones, en este
caso nos transmite las palpitaciones que se producen en los
pobladores del Madrid que resiste al fascismo en Noviembre de
1936. |
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Estamos en el mes de
Noviembre. Abrimos el libro de Juan Eduardo Zúñiga
Largo Noviembre en Madrid,
leemos el primero de los cuentos, Noviembre,
la madre, 1936.
Como en una obra de
teatro de la antigua Grecia donde el coro llama y advierte, toma la
palabra una madre que ha muerto; hará las veces de madre de familia, de
voz de la conciencia republicana en aquellos días de la defensa de la
libertad con todas las fuerzas disponibles, y representará también a
Madrid, la Capital de la gloria, como llamó Alberti a la ciudad mártir,
y también Juan Eduardo Zúñiga a su tercer volumen dedicado a Madrid en
aquellos momentos tan trágicos. Decíamos que la madre preside el cuento,
toma la palabra desde el principio:
-
Pasarán unos años y olvidaremos todo; se borrarán los embudos de las
explosiones, se pavimentarán las calles levantadas, se alzarán casas que
fueron destruidas. Cuanto vivimos, parecerá un sueño y nos extrañará los
pocos recuerdos que guardamos; acaso las fatigas del hambre, el sordo
tambor de los bombardeos, los parapetos de adoquines cerrando las calles
solitarias …
Y a continuación el
narrador entra construyendo párrafos que se extienden asociando
actitudes, intereses, vidas a las circunstancias, Madrid bajo los
bombardeos fascistas, y nos muestra lo que tres rentistas hijos de esa
madre hacen y piensan de lo que acontece ante ellos.
La madre, símbolo de
Madrid, representada en una mujer de extracción humilde que se casó con
un corredor de fincas, la clase trabajadora conviviendo con la pequeña
burguesía. Él, avaro y con una doble familia en otra casa. Ella, una
mujer honesta, limpia de pensamientos, clara en la defensa de su clase;
la madre ciudad, segura del valor de sus hijos ante el peligro, los
hijos que la defienden, que luchan en las trincheras, y sin embargo
distante con aquellos tres de esa casa particular, que ahora discuten
empujados por el deseo de vivir de las rentas de la finca que sus padres
habían dejado, aunque la muerte ha sorprendido a los progenitores sin
dejar testamento alguno, lo que hace que los tres teman perder las
suculentas ganancias.
La madre, que se
separaba de ellos cuando trataban los negocios que hacían con las
necesidades de los alquilados, …con gesto
parecido al de quien desea huir y está a punto de levantarse y
desaparecer, …su secreto deseo que no era estar allí, condenada de por
vida al entramado familiar, pendiente de la administración doméstica,
sin entrever una forma de escapar porque ya no existía la modesta
familia de donde salió,
proyecta su pensamiento
histórico cuando se va apagando su vida, tanto la personal como la de la
Capital de la gloria, Pasarán años y si
vivimos (véase la
advertencia) estaremos orgullosos de haber
presenciado unos sucesos tan importantes, aunque traigan muchas penas y
sean para todos una calamidad.
Tan sólo uno de los tres
hijos, el menor, el que ha estado menos tiempo bajo la tutela del
corredor de fincas, captaría algún sentido en las palabras de la madre,
en lo que expresa la ciudad, pero ninguno pondrá atención a las
responsabilidades que les está señalando.
La voz narrativa
contrasta el sacrificio de los defensores antifascistas, su entrega a la
madre ciudad, contrasta sus gentes y los valores republicanos con
la pasión que habían fomentado en ellos,
(en esos tres), valoración exclusiva del
dinero, de la propiedad privada; … ellos, como hombres de negocios
cruzaban su mirada desafiante a través no ya
de meses, sino de muchos años, acaso desde los hábitos que implantó en
el país la Regencia con el triunfo de los ricos y sus especulaciones. Y
los que estaban en aquel momento parapetados en las calles de
Carabanchel o corrían por los desmontes de la Ciudad Universitaria,
disparando desde la Facultad de Letras, luchaban por algo muy distinto;
acaso sin saberlo ellos bien, les movía un impreciso anhelo de no ser
medidos con el distante gesto del superior que les juzga según sean
capaces de rendir provecho e incrementar su hacienda.
Menciona la Regencia o
reinstauración de Alfonso XII, el Borbón que vino de la mano de los
golpistas contra la Primera República –Pavía capitanea el golpe del 3 de
enero de 1874 y la burguesía más reaccionaria trae a Alfonso XII el 14
de enero de 1875-. Si la República había promulgado leyes que trataban
de modernizar, Alfonso XII impone el catolicismo de Estado acrecentando
el dominio de la Iglesia, y deroga la legislación progresista, para
dedicarse a promover su enriquecimiento especulativo y el de sus
protectores, llevando a las clases trabajadoras a un empobrecimiento
cada vez mayor.
El más joven de los
hijos será el encargado de revisar la finca en propiedad y para hacerlo
deberá recorrer la ciudad desde Quevedo hasta el barrio de Latina. Pero
nada más salir a la calle verá el humo de los incendios tras el
bombardeo allá a lo lejos, en los barrios obreros; a su paso encontrará
las casas derruidas, los rostros demacrados y pensativos de gentes
apresuradas por la posible vuelta de los Junkers alemanes, y saliendo a
la calle Atocha desde la plaza de Santa Ana contemplará las casas
derrumbadas, se meterá en el humo y en el polvo, la destrucción había
dejado a los habitantes sin refugio y a los tres hermanos sin la vida de
rentistas que llevaban. Toda aquella presión empujada por la codicia que
ejercían sobre los pobres alquilados había quedado sin valor bajo las
bombas. Desapareció el motivo de sus diferencias, de los rencores y la
distancia entre ellos mismos, la madre, la ciudad estaba ante ellos, la
ciudad defendida en tales momentos con la vida de
cientos de obreros, hijos de campesinos, braceros o
técnicos industriales … en las trincheras … inexpertos en el uso de
armas, atentos a la muerte que aullaba en las balas invisibles.
Defenderse para no
volver a la esclavitud. Y el narrador se pregunta si es verdad que todo
se olvida porque se recomponga el entorno físico,
nada se olvida, todo queda y pervive, en la
conversación,
en el recuerdo, en los datos, en las frases,
en las figuras, en las fotos, en la memoria de la infancia.
Las palabras finales de Juan Eduardo Zúñiga son un homenaje a los
trabajadores que defendieron la libertad, defendieron la República,
defendieron Madrid, lo que representaba, defendieron a la madre símbolo
de todo ello y todos ellos. Leer a Juan Eduardo Zúñiga no es leer el
pasado, es leer la enseñanza para el presente. Buen modo de agitar las
conciencias.
Pasarán
unos años y olvidaremos todo,
comienza diciendo la voz
de la madre en la narración. Han pasado 70 años y los republicanos de
hoy conmemoran aquel día 7, aquel Noviembre, en el camino de sacar
adelante la III República.
No deje de leer a Juan
Eduardo Zúñiga, un escritor cuyo valor literario e histórico aumenta con
el paso del tiempo.
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Título
del libro: Largo Noviembre en Madrid.
Autor: Juan
Eduardo Zúñiga.
Editoriales:
Cátedra y Alfaguara. Madrid 2007 y 2003.
Ramón Pedregal
Casanova es autor de Siete Novelas de
la Memoria Histórica. Posfacios.
Editado por Asociación
Foro por la Memoria y Fundación Domingo Malagón.
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