Evolución Continuada
Emilio del Barco
UCR
30 de
Julio de 2009
Los nuevos conocimientos
astronómicos, que parecen hoy tan inocentes, y, sobre todo, ajenos a
cualquier cuestión moral o teológica, fueron, durante siglos, motivo
de enfrentamientos religiosos. Desde la antigüedad, se consideró al Sol
un dios. Posteriormente, en las religiones europeas, el disco solar
representaba la perfección de lo que Dios era capaz de crear.
Por ello, cuando Galileo observó que
había manchas en la superficie solar, su afirmación fue considerada
blasfema. No un descubrimiento, o un error científico, sino una herejía.
Algo que ofendía a Dios.
Hoy puede parecer una anécdota
curiosamente peregrina, pero, en su tiempo, y en su medio, derribó la
imagen de perfección, que había de tener lo que se consideraba el espejo
inmaculado, de un Dios sin mácula. Algo grave.
Claro está que, ese
concepto antiguo de la Creación perfecta, concebida y ejecutada sin
mácula, como correspondería a la obra hecha por un dios todopoderoso,
es algo que ha ido siendo corregido paulatinamente. No es que el
creador deje de ser todopoderoso, sino que, algunas cosas, podría
haberlas hecho mejor. En fin, a lo mejor es que la Creación,
probablemente, no está terminada aún. Ni lo estará en un futuro
previsible. Lo que percibimos en la actualidad, parece perfectible. Y
eso sucede, constantemente. Los atletas mejoran sus marcas, los
científicos perfeccionan sus inventos. Las fronteras del futuro parecen
cada vez más extensas, más esperanzadoras. Estamos viviendo en una época
de evolución continuada, de creación evolutivamente constante. Donde
nada es lo que era, ni será lo que fue. Todos los elementos
participantes tienen su parte de mérito, consciente o inconsciente, en
la evolución de un mundo futuro. La realidad es lo que tenemos ante los
ojos. Los recuerdos no son como fueron los hechos vivos, sino como
recordamos que han quedado grabados en nuestra mente. Los ejemplos
palpables los tenemos en nosotros.
Quienes importan
consignas e inculcan creencias, buscan esclavos, autómatas, para
ponerlos al servicio de sus propias organizaciones. El desarrollo
humano está fuera de las creencias y preceptos. Las creencias dividen y
estancan a la Humanidad. Quien cree lo que le digan, sin ocuparse de
buscar la verdad, por sí mismo, se petrifica en el pasado.
La evolución está en
la Ciencia, no en las creencias. El Hombre, a través de las ciencias del
conocimiento, adquiere el papel que, previamente, adjudicábamos a los
dioses.
Quien pretenda no
actuar, para no posicionarse a favor, o en contra, de una acción
determinada, ya actúa a favor del más fuerte. Con la inacción de los
indiferentes, pierden los débiles, tengan o no razón. Quien no se
posiciona, sabe, o debe saber, que, con su inacción, toma partido.
No se puede
estar invocando derechos divinos exclusivos, y pretender, al tiempo, ser
parte del mundo actual, regido por la razón y la ciencia. La Humanidad
ha evolucionado. La adaptación y desarrollo es esencial para la
pervivencia. Quien crea que ya llegó a la perfección, es el peor enemigo
de sí mismo. Se niega a evolucionar. Ahora sólo le queda extinguirse.
Emilio del Barco. 08/07/09
emiliodelbarco@hotmail.es