Religión aparte (1) Precisiones sobre el
anticlericalismo
José María Barrionuevo
Gil
Cuando todavía hay en Colegios Públicos crucifijos,
Corazones de Jesús y Vírgenes, como se ha vuelto a
aumentar la presión sobre los centros con el rodillo de
la asignatura de Religión, ya han saltado al aire las
voces interesadas que nos hablan de que actualmente hay
una ola de anticlericalismo, porque han surgido las
críticas sobre el tema. Por ello quiero matizar el
término y el contexto.A mi modo de entender y en el día
de hoy, convendría precisar el fenómeno del
anticlericalismo en sus justos y precisos términos, es
decir, considerarlo como la postura contraria al
clericalismo, entendiendo éste como intromisión de la
religión o de lo religioso en terrenos que les son
ajenos, sobre todo, desde matrices mentales o
ideológicas de poder. La religiosidad tiene su fuerza,
pero no debe ser poderosa ni usar el poder, ya que creo
que le es extraño.
El tema de la
asignatura de Religión (así, con mayúscula) es demasiado
recurrente para que políticos y eclesiásticos arrimen el
ascua a sus sardinas. Flaco favor se le hace a la
religiosidad y a la religión tratándola como una
asignatura más, ya que se le empobrece, se le
descontextualiza del curriculum y calendario religioso,
se le desacredita sometiéndola a los avatares de las
calificaciones y descalificaciones del alumnado (¿El que
suspende se condena por ignorancia culpable?), se le
desvincula de la vivencia familiar ya que, además, se
irresponsabiliza a las familias que se amparan en el
supuesto de sus convicciones, que, a su vez, quedan en
entredicho si el trabajo de convicción lo tiene que
hacer un experto. En definitiva, se le quita la
autoridad que nace de la ascendencia y prestigio
natural, que comporta todo lo que se facilita y
promociona en el seno familiar, y se le deja depender de
las ínfulas del poder que todo lo corrompe.
Una vez puestos, ¿qué pensaríamos si el gobierno actual,
que está demostrando raigambre nacionalista, nos pusiera
una asignatura de Formación del Espíritu Nacional y una
alternativa constituida por la Historia de las
repúblicas, socialismos y anarquismos junto con la
cultura del espíritu cívico y democrático?
En el contexto
de la cacareada LOCE, (para muestra dos botones) es una
contradicción que se entienda por calidad suprimir los
requisitos mínimos para la Educación Preescolar (vuelta
atrás). También es mosqueante el rango que se le pueda
dar a la religión. Una ley, que se ha hecho de bulla y
además ignorando la LOGSE, para hacer gala de la ley del
mínimo esfuerzo y de la vía de urgencia, sin conceder
tiempo al esfuerzo que una ley de cultura y educación
requiere, no es de fiar. Es lo más barato que hay, hoy
día, en el mercado para ganar votos. También la urgencia
de conceder el estatus de fortaleza a la asignatura de
Religión y que quede por zanjada la cuestión va por el
temor a perder los votos y el miedo a dejar la cuestión
en el aire.
Ahora los políticos han visto el cielo abierto (nunca
mejor dicho) al otorgar hipócritamente a la Religión
categoría académica, para que la Iglesia esté
contentita, a ver si se le olvida el “no a la guerra” en
el que se empeñó hace poco. El Papa, como senador
vitalicio que todo lo olvida, ha debido agradecer la
hazaña de nuestro presidente de dar fuerza a la
asignatura de Religión, no regañándole, ni mucho menos
recordándole que la Iglesia estaba en contra de la
guerra el año pasado.
No sabemos si
hay una religión profética. No sabemos si hay una
religión hidalga. No sabemos si hay una religión
primogénita. Lo que sí sabemos es que la gente sabe para
qué sirven los platos bíblicos de lentejas.
Estoy confundido y por eso nos confunde que una vez más
se ceda a las manipulaciones políticas, precisamente
cuando a la política le conviene, y sobre todo, para más
“inri”, si se cree que es una victoria conseguida por
una loable cruzada de la Conferencia Episcopal. Creo que
se trata de conseguir un silencio pragmático, como
aquél, de triste memoria, que dejó, sin oposición ni
denuncia alguna, campear una blasfemia (acuñada durante
muchos años en las monedas de curso “legal”) que iba de
mano en mano y que se hizo palpable y sonante y que
rezaba así: “... por la gracia de Dios”.
Es verdad que
los tiempos han cambiado, pero los tics de conductas y
las matrices de pensamiento se reproducen casi
genéticamente. Es demasiado poder.
Es verdad que actualmente hay y puede haber
anticlericalismo, pero, salvo en caso de ignorancia, se
trata de un anticlericalismo puntual ante fenómenos
clericales también puntuales. Espero que será fácil en
este siglo no afiliarse a ningún clericalismo y habremos
superado el anticlericalismo para siempre.
La disparidad de ideas no es problema si ninguna toma
atalaya y todas se quedan en el patio de vecinos donde
nadie es más que nadie. La buena vecindad no es
excluyente, cree que por la ley de la impenetrabilidad
todos los espacios han de resultar respetados. Aunque en
la Biblia se diga: “quien no está conmigo está contra
mí”, hoy sabemos que ese pensamiento no se le ocurre ni
a Dios, aunque haya sido blandido por algún presidente
de estado que por añadidura goza de poca credibilidad
humana y menos simpatías si cabe.
La religiosidad tiene sus espacios y sus tiempos. Tiene
sus iglesias, sus sinagogas, sus mezquitas, sus
ermitas... Tiene sus procesiones, sus romerías, sus
fiestas...
El colegio de un estado no confesional es un recinto de
búsqueda del saber sin adoctrinamientos, de
investigación científica sin prejuicios, de convivencia
sin etiquetas excluyentes. No queremos que a nadie se le
tilde de nada, pero mucho menos de algo peyorativo y
vejatorio porque tiene que salir de clase no sabemos por
qué.
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José María
Barrionuevo Gil es Maestro de Primer
Ciclo de Primaria.