No es el
momento
Antonio Aramayona
Ekl periódico de
Aragón
18 de Junio
de 2009
Suelen decir que no es momento de hacerlo o de dejarlo de hacer.
Pocas veces aducen razones claras y comprensibles para la gente.
Ese "no es el momento" suele estar siempre en un contexto turbio
y ambiguo. Empezamos a percibirlo (sufrirlo) cuando la OTAN se
tornó Alianza Atlántica y vimos que "De entrada, no". O sea, la
cuadratura del círculo, la tomadura de pelo, el tocomocho. Las
cosas no han cambiado. Ahora dicen que aún no es momento, y
cuando releemos sus programas electorales, sus promesas, sus
propósitos, juran y perjuran que todo sigue en pie, pero que aún
no es momento de llevarlo a la práctica, al Parlamento, a la
calle.
Nos
dijeron que iban a cambiar "en los próximos años el modelo
energético vigente, basado en el uso intensivo de recursos
fósiles y nucleares", pero aún no sabemos si cerrarán Garoña y
si, de hecho, se oponen a la energía nuclear: temen perder votos
y que alguien husmee en las contradicciones entre lo prometido y
los hechos. La izquierda tiene complejo de meter la pata, de no
estar a la altura. La izquierda lleva años sin hablar claro ni
proceder claro. Mientras la derecha repite incansablemente sus
recetas (revestidas de patriotismo y de fofa eficacia), la
izquierda no se atreve a proponer al pueblo mensajes precisos,
claros, sencillos y contundentes. Hoy por hoy, la derecha quiere
conservar a ultranza lo que sus votantes desean: si hay crisis
económica, abaratemos el despido; si el catolicismo nos
sostiene, mano dura a los homosexuales, los anticonceptivos, la
reforma de la ley del aborto o la asignatura Educación para la
Ciudadanía. La derecha miente legítimamente o cree estar
legitimada para mentir: dice exactamente lo que quieren oír sus
votantes. La izquierda, en cambio, miente, pero sin contenidos
nítidos en sus palabras. Sus posibles votantes no saben ya qué
es, qué quiere, qué no quiere eso que se sigue llamando
izquierda o centro-izquierda.
En
marzo pasado, IU propuso en el Congreso un proyecto de ley para
despenalizar la eutanasia y garantizar una muerte digna y sin
dolor, pero los grupos parlamentarios del PP y del PSOE
rechazaron dicho proyecto. Concretamente, la diputada socialista
Pilar Grande declaró que no había llegado el momento de
"acometer la regulación legal del derecho de los pacientes
afectados por determinadas enfermedades invalidantes o
terminales a poner fin a su vida" y el diputado popular Santiago
Cervera tildaba el proyecto de Izquierda Unida de "iniciativas
oportunistas que no forman parte de las preocupaciones y
prioridades de los españoles".
LA
COSA ESTÁ clara: la derecha dice ser la encarnación viviente de
las preocupaciones y las prioridades de la ciudadanía, de tal
manera que quien no coincide con sus propuestas es antiespañol y
está desconectado de los intereses reales de la gente. Lo dicen
y se quedan tan tranquilos. Mientras, el Gobierno se queda, una
vez más, con que no es momento de...
Llevan cinco años en el Gobierno y la reforma de la ley del
aborto sigue estando en una maraña de torpezas, faltas de apoyo
y declaraciones ambiguas. Lo dijeron alto y claro durante la
campaña electoral, pero ahora temen que los linces y la fauna
nacional restante les ocasionen una pérdida de votos. Antes la
izquierda aspiraba a constituir una representación democrática y
parlamentaria del pueblo frente a otros sistemas dictatoriales.
Ahora brujulea entre los sondeos del electorado y subordina
cualquier iniciativa o cumplimiento de programa a la previsión
de voto. No es el momento
LEJOS QUEDAN las previsiones programáticas socialistas en orden
a "garantizar la libertad y el pluralismo religioso, desde la
aconfesionalidad y laicidad del Estado, de acuerdo con los
valores y principios constitucionales". Siguen el Concordato y
los Acuerdos con el Vaticano, los obispos castrenses engalanados
cual pavos reales en el desfile de las Fuerzas Armadas al lado
de la realeza y de ZP, los funerales de Estado
confesionales. A años luz están ya sus promesas electorales de
que una "ciudadanía universal, solidaria y cohesionada" tiene
como base "la protección real y efectiva de la libertad en
condiciones de igualdad, garantizada por la laicidad". Y por ahí
anda, entre otros muchos, el alcalde de Zaragoza, Juan
Alberto Belloch, regalando (¿gastos de representación?)
coronas de la virgen del Pilar a otros ayuntamientos, asistiendo
a misas pontificales y a procesiones del Corpus. Y persiste la
asignatura de Religión y Moral católicas en la escuela, así como
el profesorado de religión designado por los obispos y pagado
por todos. Eso sí, ya en su programa electoral decía el PSOE que
la enseñanza religiosa se imparte "en" la escuela, pero no "por"
la escuela. Es decir, Religión en la escuela pública: de
entrada, no.
Pero todo tiene su explicación: aún no es el momento.
Profesor de Filosofía