Divertido y sarcástico, el historiador Juan
Eslava Galán hace un recorrido por los orígenes del cristianismo, los
Evangelios y otros dogmas para desmontar mitos, mentiras y
falsificaciones mantenidas por la Iglesia católica. Acaba de publicar
'El catolicismo explicado a las ovejas' (Planeta).
El
escritor andaluz se declara católico y apostólico, y explica con ironía
que viene observando con gran preocupación y “creciente desasosiego, que
muchas ovejas de la grey cristiana abandonan el aprisco, prescinden del
director espiritual y descuidan los sacramentos para limitarse a
practicar un catolicismo tibio y acomodaticio o directamente no
practican nada”. En otras palabras, “somos cristianos por pura rutina,
por mero acomodo social, porque hemos nacido aquí, en la católica
España, en la nación predilecta del Sagrado Corazón de Jesús y de la
Inmaculada...” Sin abandonar la sonrisa, vayamos por partes.
-“El catolicismo explicado a las ovejas” es todo un desafío. Sus
reflexiones, preguntas, ironías, y toda la documentación que aporta,
creo que no va a dejar a nadie indiferente. ¿Cómo surgió la idea del
libro?
-Fue hace un par de años y me puse a la tarea inmediatamente.
Lo que ocurre es que el tema me ha interesado toda la vida y bien
podemos decir que llevo al menos cuarenta años acumulando lecturas,
reflexiones y notas.
-En los últimos tiempos proliferan libros críticos con las
religiones o sobre el tema del ateísmo. ¿A qué cree que es debido?
-Considero que esa proliferación de libros se debe a la
elevación del nivel cultural de la gente y, sobre todo, a la ausencia de
esa censura que hasta ahora mantenía amordazadas a las voces críticas.
De pronto los católicos se plantean preguntas acerca de la sensatez de
los mitos que les han inculcado desde la infancia. Eso es saludable.
“Los católicos que se hacen preguntas
acaban abandonando el redil. Quedan los que aceptan ese compendio de
patrañas y se aferran a él porque necesitan creer en que la vida no
termina con la muerte”.
-“La
iglesia católica vive del saqueo: saquean las religiones del entorno...”
comenta en su libro. ¿De dónde proceden los principales dogmas de la
religión católica?
-Los dogmas son producto del confuso desarrollo del corpus
cristiano en los primeros siglos de su andadura. Por una parte plagian
mitos de las religiones mistéricas del siglo I y, por otra, intentan
legitimarse con las profecías mesiánicas de la Biblia. La imposibilidad
de armonizar ideas de tan opuestos orígenes los lleva a incurrir en
absurdos y contradicciones que ellos resuelven del modo más burdo:
proclamando esos dogmas y misterios que el cristiano está obligado a
creer si quiere salvar su alma, aunque repugnen a la razón y al sentido
común.
-¿Cree usted que un análisis crítico -en profundidad-, hecho hoy
en día acabaría con cualquier religión? ¿Para qué fueron creadas?
-No creo que un análisis crítico pueda acabar con ninguna
religión. De hecho, el análisis de los textos de la Biblia y del Nuevo
Testamento ha demostrado sobradamente, incluso para estudiosos
católicos, que todo es una patraña mantenida por la Iglesia y sus
secuaces -o sea, las clases privilegiadas- a lo largo de la Historia.
Sin embargo muchas personas aterradas por la idea de la muerte necesitan
de ese asidero para consolarse con la idea de una vida de ultratumba
mejor que ésta.
-¿Qué se esconde tras la fe? ¿Para qué se ha utilizado?
-La fe se ha utilizado para mantener a los
fieles resignados con las injusticias del mundo. Es un instrumento en
manos de las clases privilegiadas y de una institución, la Iglesia, que
vive de vender humo. Esto es aplicable a las distintas religiones,
claro.
-¿De dónde han salido los Evangelios?
-Los Evangelios son compilaciones de anécdotas tocantes a la
vida de Jesús. Se compusieron años después de su muerte y recibieron
añadidos y supresiones según los intereses doctrinales de cada momento.
Por eso están trufados de contradicciones y patrañas que no se
sostienen.
-Asegura que el Jesús histórico no tiene nada que ver con el
Cristo inventado por la Iglesia. ¿Por qué siempre han negado la parte
humana de Jesús, el luchador, el que recorría los caminos a pie y tenía
tentaciones? ¿Qué Cristo nos han presentado?
-El Jesús histórico es radicalmente diferente al Cristo
inventado por San Pablo, que fue el verdadero fundador del cristianismo.
La Iglesia nos ha presentado ese Cristo, legitimándolo con un barniz de
Jesús. Cuando se estudia un poco su formación, enseguida se advierten
las incoherencias. La Iglesia, lo sabe, por supuesto, pero sigue
viviendo de su mentira.
“La Iglesia vive del Pecado Original y del
concepto de culpa, o sea, de la administración y venta del perdón
que nos libra del Infierno. Es lo que ha hecho a lo largo de la
Historia”.
-Son
muchos -incluso católicos- los que dicen que Jesús nunca creó una
Iglesia, que su mensaje era universal. ¿Qué piensa al respecto?
-Jesús nunca creó una Iglesia. Era solamente un judío
preocupado por la independencia de su pueblo sojuzgado por Roma y por la
pureza del judaísmo. Él nunca dejó de ser judío, ni hubiera soñado con
ser otra cosa, ni mucho menos con redimir de nada a la humanidad. Esas
preocupaciones universalistas pertenecen al Cristo inventado por San
Pablo.
-¿Sigue siendo España católica?
-En España hay, quizá, un veinte por ciento de católicos
conscientes y practicantes, y quizá otro sesenta o setenta por ciento de
fieles que se bautizan, casan y entierran por la iglesia y que celebran
la Semana Santa, la Navidad o la fiesta del santo patrón del pueblo por
lo que tiene de jolgorio y divertimento, o de emoción estética como
sucede con la Semana Santa. El resto, una minoría creciente, ignora a la
Iglesia y hace su vida al margen de ella. Cabe añadir que según la
Constitución, que debería informar nuestras leyes, España es un Estado
laico aconfesional, pero debido a que el gobierno socialista no se
impuso en su momento porque temía que lo tacharan de “comecuras” -el
espectro de la Guerra Civil-, la Iglesia se ha subido nuevamente a las
barbas del Estado y aquí estamos todos, manteniéndola con nuestros
impuestos de una manera absolutamente inconstitucional.
-Las encuestas revelan que la mayoría de católicos lo son por
rutina, por acomodo social. ¿Dónde han quedado las convicciones?
¿Existieron algún día?
-Esas convicciones existieron en su día y muy arraigadas, pero
eran fruto del adoctrinamiento temprano, antes de que las criaturas
tuvieran uso de razón, y de la notable incultura en que la inmensa
mayoría de los españoles ha vivido hasta tiempos recientes.
-Tenemos en estos momentos a la Conferencia Episcopal en plena
campaña. Ahora es con el tema del aborto, antes con la Educación para la
Ciudadanía, asignatura de religión, símbolos religiosos en lugares
públicos... ¿Cómo debe entender un Estado aconfesional este tipo de
“presiones”?
-El Estado debería dejar de costearlos, debería suprimir sus
privilegios y debería aplicarles la ley vigente como a cualquier otra
asociación autorizada. La Iglesia podría hacer propaganda contra el
aborto, contra el matrimonio homosexual, contra la pederastia clerical
y contra lo que quiera, del mismo modo y con la misma libertad con que
los ecologistas y otras asociaciones se oponen a la deforestación y a la
matanza de focas.
“En España hay, quizá, un veinte por
ciento de católicos conscientes y practicantes, y quizá otro sesenta
o setenta que se bautiza, casa y entierra por la iglesia y que
celebra la Semana Santa, la Navidad o la fiesta del santo patrón del
pueblo por lo que tiene de jolgorio y divertimento, o de emoción
estética, como sucede con la Semana Santa”.
-
¿Cómo ha dibujado a la mujer la religión católica y con qué resultados?
-La Iglesia se ha servido de la mujer y se sigue sirviendo de
ella. Les parece que es una criatura limitada que no puede parangonarse
con el hombre, una consideración que quizá hunde sus raíces en la propia
represión sexual a la que los condena el celibato.
-¿Qué réditos le ha supuesto a la Iglesia católica el famoso
pecado original?
-La Iglesia vive del Pecado Original y del concepto de culpa, o
sea, de la administración y venta del perdón que nos libra del Infierno.
Es lo que ha hecho a lo largo de la Historia. Hoy esto se disimula para
adaptarse a los nuevos tiempos en que la gente ya no es tan crédula. La
estupenda invención del Purgatorio, esa variante del Infierno, les
produjo muy saneados ingresos durante siglos.
- Una buena pregunta que usted mismo formula en el libro... ¿Por
qué Dios nos dotó de orgasmos si luego resulta que copular es pecado, o
sea mal? ¿Por qué esa obsesión con el sexo como mal?
-La obsesión de la Iglesia por el sexo es consecuencia de la
absurda norma que los condena al celibato. Los reprimidos sexuales no
piensan en otra cosa. Es curioso que la Iglesia se presente como
defensora de la familia cuando prohíbe a sus profesionales casarse y
tener hijos contrariando la ley natural y la supuesta ley divina
(“Creced y multiplicaos”).
- Dice usted que no hay más ciego que quien no quiere ver.
Después de todo lo expuesto en el libro, ¿ante qué cosas giran la cabeza
los católicos y evitan formularse preguntas? ¿Existe miedo?
-Los católicos que se hacen preguntas acaban abandonando el
redil. Quedan los que aceptan ese compendio de patrañas y se aferran a
él porque necesitan creer que la vida no termina con la muerte.
Personalmente no me parece censurable, allá cada cual. Lo que es
intolerable es que intenten imponer sus ideas, normas y prejuicios a la
sociedad laica y que intenten imponer sus prejuicios a las leyes del
Estado aprobadas por un parlamento democrático.
-Dígame qué sensación personal le quedó cuando escribió la
última línea del libro. ¿En qué situación quedó su espíritu?
-Sentí una inmensa paz interior, una paz evangélica porque
estoy convencido de que su lectura puede iluminar a alguna oveja que no
haya tenido acceso a una segunda opinión. El contraste de pareceres es
siempre bueno y la búsqueda de la verdad, necesaria: la verdad os
liberará, que dice el Evangelio.
Foto entrevistado: Planeta