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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

¿Libertad religiosa?

 Arturo del Villar

UCR 11 de Junio de 2009

EL ministro de Justicia del Gobierno que dice ser Socialista ha anunciado la próxima promulgación de una nueva Ley de Libertad Religiosa. Lo primero que se nos ocurre pensar es que ya era hora, después de cinco años de gobernar el señor Rodríguez. Lo segundo que se nos ocurre sospechar es que será tan complaciente con el Vaticano como las anteriores, dada la sumisión que han demostrado el señor Rodríguez y sus ministros al papa, los cardenales, los obispos y demás integrantes de la organización catolicorromana.

   Y así es, porque el ministro de Justicia ha aclarado al hacer su anuncio que “la reforma de la ley no va contra nadie, ni va a afectar a los Acuerdos del Estado con la Iglesia católica”. Otro paripé del Gobierno que dice ser socialista: presume de legislar a la izquierda, pero se queda acobardado en la tierra de nadie.

    Parece ignorar el ministro que los acuerdos entre el reino de España y el presunto Estado Vaticano, de 1976 y 1979, han sido reiteradamente denunciados ante la Comisión Europea, por “violación de los derechos fundamentales de igualdad, libertad y no discriminación que protegen la Unión Europea y la Constitución Española”, y por eso “son incompatibles con el Tratado de la Comunidad Europea y el Tratado de la Unión Europea”. En consecuencia, mantener la vigencia de tales acuerdos es plenamente  ilegal.

   Esas denuncias las presenta siempre el Partido Radical Italiano, no lo hace un grupo español, como sería lo lógico. Es que los partidos españoles tienen miedo al poder de la Iglesia catolicorromana, un poder que no se atreven a limar, y que por lo mismo crece cada día más, convencido de su impunidad.

   En Francia, que por ser nuestro vecino es muy parecido en todo a España, se empezó a legislar sobre materia religiosa a comienzos del siglo XX, por influencia del Partido Radical: en 1901 una ley sobre las asociaciones obligó a las religiosas a someterse a la autorización estatal; en 1904 se prohibió la enseñanza a las congregaciones religiosas, incluso las autorizadas, lo que motivó que el papa Pío X rompiera las relaciones con la República Francesa, cosa que no inquietó ni a las autoridades ni a los ciudadanos, y el 9 de diciembre de 1905 se promulgó otra ley que proclamó la libertad de conciencia y de cultos para todas las confesiones, sin que el Estado subvencionase a ninguna de ellas. Y en las elecciones de 1906 triunfó el Partido Radical, que llevó a Clemenceau a la presidencia del Gobierno más largo de la III República, porque los ciudadanos confiaban en unos políticos que no temían el poder de la Iglesia romana.

   Llevamos un siglo de retraso en relación con nuestros vecinos. Claro es que en 1902 comenzó a reinar su majestad católica Alfonso XIII, el que iba a consagrar el reino de España al Sagrado Corazón de Jesús. En cambio, Francia era una República, y por lo tanto laica. Además, entre Clemenceau y el señor Rodríguez no hay solamente un siglo de distancia en el tiempo, sino un abismo de distancia en la autoridad.

   Y si este Gobierno autoproclamado socialista quiere eliminar los símbolos religiosos de los lugares públicos, como ha asegurado el ministro, que empiece por quitar de la presidencia del Congreso al reverendo Bono de la Madre Maravillas, por muy amigo que sea del minicardenal Cañizares.

Madrid, 10 de junio de 2009.

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Arturo del Villar  es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

 

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